Un cantautor atravesado por el ecosistema digital, sin miedo a experimentar con su propio repertorio como materia prima. Canciones reflexivas con espíritu etéreo y potencia universal son la base de su primer lanzamiento.
“Somos pixeles de una imagen digital, realidad virtual dentro de una red social”, arranca diciendo “Presente puro”, track que corta al medio el primer EP de Yordi con J, Esencia. “Somos lo momentáneo, lo fugaz, ojos y oídos sin un órgano vital. Somos nómades de un mundo idealizado, fundamentalistas de lo improvisado”, agrega con certeza. Y por si eso no fuera suficiente, segundos después dispara: “No somos nuestra mejor versión, somos constante procrastinación. Somos idealismo hecho foto, queremos mucho y hacemos poco”. La autocrítica es potente y también contagiosa. A esta altura, probablemente haya una lista infinita de canciones que retratan este momento particular de la historia, pero cuando Jordi Bargo (efectivamente, con “jota”) es quien toma la palabra, la reflexión se vuelve una especie de secreto compartido. Como si estuviéramos en una charla de esas que definen cosas aún sin que lo sepamos.
Esa suerte de “introspección digital” se completa con una base que remite al trip hop y a la tradición más etérea del pop británico. Lo curioso es que la producción artística está a cargo de Neuen Arte, colectivo que está detrás de Antezana 247, álbum debut de Ysy A y cumbre creativa del trap argentino. Si bien hay detalles que linkean la música de Yordi con J con cierto espíritu urbano (sobre todo su carácter nocturno), lo cierto es que las motivaciones de Esencia son otras. Más allá de la necesidad de calzarse los auriculares para no perderse detalle de este auténtico paisajismo audiófilo, las canciones de Bargo cargan una fuerza autoral que atraviesa cualquier experimentación posible con el sonido. En sintonía con artistas todoterreno como Lisandro Aristimuño, cuando Jordi canta y cuenta no importa el recurso elegido. Algo pasa del otro lado.
Esa presencia más-allá-de-la-música y esa huella en la experiencia de quien escucha, está motivada por diferentes momentos narrativos que complementan el tono confesional de Esencia. El final de “Marionetas de sal” incluye un breve recitado en medio de efectos de voces y un saxo a lo Blackstar, de David Bowie, que se lleva toda la atención. Algo similar sucede con “Mar”, donde las texturas de las guitarras recrean el oleaje del océano, y el viento frío de la costa parece sentirse en la piel. Cuando llega “Hasta entonces”, la quinta y última canción, Bargo ya ha demostrado su versatilidad y sus ganas de retratar el mundo. Con un registro que recuerda a Gustavo Cerati pero también al indie de autor norteamericano (Bon Iver, Ben Gibbard), el compositor cierra este pequeño recorrido con una postal que deja picando la sensación de continuidad. Las últimas dos frases, con un armonía de voces tan digital como conmovedora, son el broche de oro perfecto. Como un buen final de primera temporada que deja a los fans pidiendo por más.
El domingo 26 de mayo presentará de forma oficial Esencia en Club Lucille, Palermo. Las entradas se pueden conseguir por sistema Passline.