Si River Cuomo se hubiera salido con la suya, el nuevo álbum de su amada banda, Weezer, podría haber tomado un rumbo inesperado. “Tuve que prohibirme a mí mismo escuchar la playlist Most Necessary de Spotify, la que tiene XXXTentación y todo el mumble rap”, dice el cantante y guitarrista de 47 años, dejando que su café se enfríe en un local abierto cerca de su casa de Santa Mónica, California. “Se sintió muy creativo y alucinante. Estaba escuchándolo todo el tiempo, y después iba y escribía una canción haciendo mumble rap. Y pensaba: ‘¡Esto es increíble!’. Pero se lo mostraba a todos y me decían: ‘¡Esto es horrible!‘”.
Al lado de Cuomo se sienta el guitarrista y tecladista de Weezer, Brian Bell (48), que sonríe y deja colgar su cabeza, sacudiéndola como un hermano mayor que sabe más. Sus elecciones de vestuario refuerzan la imagen. Cuomo luce listo para su primer día de escuela: un corte limpio, gruesos lentes negros y camisa escocesa y pantalón azul. Bell es el roquero con barba de tres días y un pelo largo que cepilla la parte superior de un traje elegante y holgado. Mientras Weezer se prepara para lanzar su 11º álbum en 25 años como banda, él admite: “El secreto de nuestra longevidad es la habilidad y el deseo de seguir reinventándonos lo mejor que podamos”. Este es el caso de Pacific Daydream, publicado el 27 de octubre pasado y encabezado por Feels Like Summer (Nº 2 del chart Billboard Alternative Songs y Nº 4 en Rock Airplay), que se siente como una mezcla de Maroon 5 con Twenty One Pilots.
Con algunos acordes poderosos en la mezcla, es una sólida réplica a aquellos que se preguntan qué significa “rock” en 2017. Aquella canción precedió a las sesiones de Pacific Daydream, pero el productor del disco, Butch Walker (Fall Out Boy, Taylor Swift), extendió la vibra contemporánea al grabar las canciones en bits modulares. “Literalmente, quise trabajar con un miembro diferente de la banda cada día, nunca con todos al mismo tiempo –cuenta Walker–. Nos sentábamos, escuchábamos las canciones y avanzábamos: ‘OK, ¿dónde encajás mejor, como bajista, guitarrista o baterista en esta banda?’. Fue un proyecto científico interesante”. “No estamos tratando de recrear la experiencia de grabar del siglo 20”, agrega Cuomo, refiriéndose al intento de la banda de encerrarse en un estudio en 2016, a pedido del productor Jake Sinclair. Mientras ese LP –coloquialmente llamado White Album– fue nominado a Mejor Álbum de Rock en los últimos Grammy, Cuomo no estaba satisfecho con la música en sí misma, que según él, “sonaba de nuevo como 1994”. Considerando esto, ¿qué esperaba él de Pacific Daydream? “Lo mismo que quise siempre, que es…–hace una pausa, mira de reojo su café y luego susurra la siguiente palabra a través de sus dientes–: mandar a la mierda lo que somos y lo que siempre hicimos, y tratar de encontrar algo totalmente diferente, pero realmente increíble”.
Weezer se formó en 1992 durante la época del grunge, la respuesta power-pop y nerd a la angustia. La banda abrazó una melodía clásica y trató a la distorsión como una herramienta de precisión, no como una moda. Su homónimo debut en 1994 –el Blue Album– tenía canciones sobre suéteres –Undone-The Sweater Song– y sobre Buddy Holly –Buddy Holly–, y fue un éxito masivo. Pero Cuomo cuenta: “Recuerdo haber pensado: ‘Man, creo que somos los próximos Nirvana. Somos un grupo serio e importante, pero todos piensan que solo somos una banda de pop rara y divertida. ¿Qué hago para cambiar la impresión de las personas?’”. En 1996 grabó Pinkerton, una continuidad oscura e introspectiva que inicialmente fracasó en ventas y críticas, pero ahora –junto a su predecesor– es considerado uno de los grandes álbumes de los 90. Quizás por eso en estos días, dice Cuomo, “cuando escuchamos a los fans de la vieja música enojarse por lo que hacemos, sabemos que vamos por el camino correcto”.
La actualidad de Weezer es mejor para encontrar fans nuevos y jóvenes. Además de obsesionarse con las playlists (New Music Friday, de Spotify, también está siempre sonando) y de adoptar métodos modernos de grabación, Bell dice que girar con Panic! at the Disco en 2016 les abrió la cabeza para usar sampleos. La suma de todo eso se escucha en Pacific Daydream, desde las guitarras cuidadosamente cortadas de Mexican Fender hasta el eco del llanto de un delfín –que evoca a Justin Bieber– y el swing alicaído de hip hop en Any Friend of Diane’s”. Walker dice que las únicas influencias que él discutió abiertamente con la banda eran vintage: el estruendo urgente de The Clash, la confusión de géneros de The Police, la ambición pop de ELO y la pared de sonido de Phil Spector. Incluso Beach Boys, una canción sobre amar la música de la banda homónima, suena contemporánea y reveladora, como Cuomo saliendo con un puñado de adolescentes y arrastrándolos a su nueva banda favorita: “Soy un tipo sobresaliente / Voy a hacer que pruebes cosas nuevas / Voy a mantenerte joven”, canta. Como resultó ser, la frase llegó en una noche de invierno cuando él y Bell fueron puerta a puerta en el barrio Echo Park de Los Ángeles, cantando villancicos “con un puñado de chicas de veintipico”. Fue uno de los experimentos de Cuomo para generar letras, como la vez que abrió una cuenta en Tinder y buscó citas platónicas.
“Es simplemente la idea de tratar de seguir haciendo cosas locas –explica Cuomo–. Seguí vivo, seguí joven, hacé las cosas que sean terribles”. De hecho, él ve a la soledad como la temática más consistente de Pacific Daydream, aunque la edad también parece ser una preocupación: en Sweet Mary tiene “un pie en la tumba”; para La Mancha Screwjob, el “reloj sigue funcionando como si fuera su propia bomba de tiempo”. Quitando a Bell, los hombres de Weezer están todos casados y con hijos. Cuomo tiene dos: una mujer de diez, y un varón, de cinco. “Ponerse viejo es otra forma de ser en la que no encajo”, afirma.
“Pienso que mucha gente puede identificarse con eso –dice Bell–. Todas las experiencias de los adolescentes en la escuela fueron bastante feas. Si la tuya fue genial, significa que alcanzaste tu pico en séptimo grado”.
¿Es, entonces, la mitad de la vida la nueva adolescencia? “De alguna manera, es peor”, responde Cuomo, gruñendo. Pero al presionar, cede. Es conocido por poseer un eterno espíritu joven –se manifiesta en su perspicacia en las redes sociales y en ciertas letras que reflejan una ingenuidad adolescente– y no necesita ser visto como un viejo estadista. “Supongo que soy feliz de ser quien soy –dice–. Soy agradecido, raro, un personaje único en la historia del rock. Te tomo eso”.