El año pasado, era incierto el futuro de Walk the Moon, la banda conocida por su hit Shut Up and Dance. Habían cancelado una gira de verano para que Nicholas Petricca, de 30 años, pudiera volver a Cincinnati para cuidar a su padre enfermo. El cuarteto se tomó, dice, “un tiempo que necesitaba para estar cada uno por su lado”. Para Petricca, eso incluía recuperarse de la separación del amor de su vida (la mujer que inspiró el estribillo “shut up and dance with me”) y del éxito sorpresivo de una canción que había roto el récord, en ese entonces, del reinado más largo en el chart Hot Rock Songs de 2015 (27 semanas). “Esa canción se hizo muy masiva –dice–. Fue como ‘¿Qué hacemos ahora?’”.
En noviembre de ese año, el grupo se reunió en un estudio en Austin. “Fue increíble sentir que teníamos una banda de vuelta –cuenta Petricca, cuyo pelo con pinches rubios contradice su estilo tranquilo–. Volver a donde habíamos arrancado: chicos haciendo ruido en un cuarto”. Cuando falleció su padre en febrero, la banda transformó el velorio en “una zapada”, recuerda. “Fue la manera de alquimizar una experiencia dolorosa y convertirla en algo divertido. Es lo que hace a Walk the Moon”, explica.
Hoy en un bar retro de los años 70 en Los Ángeles, Petricca, el bajista Kevin Ray, el guitarrista Eli Maiman y el baterista Sean Waugaman parecen estar rejuvenecidos y entusiasmados por el lanzamiento en octubre de su tercer disco, sin título todavía. Después, seguirá una gira durante 2018. “Estos momentos necesitaban de algo introspectivo –expresa Petricca–. Este disco es evidencia de que estamos del otro lado, victoriosos”. La banda trabajó con los productores Mike Crossey (The 1975) y Mike Elizondo (Dr. Dre). “[Crossey] es un mago del rock’n’roll, y Elizondo hace tremendos discos de hip hop, así que estaba bueno combinar estas influencias”, dice Petricca.
El primer single, One Foot (que llegará en septiembre), alienta al mismo desenfreno extático de Shut Up and Dance, pero a diferencia de su predecesor, que admiraba los 80, sigue la lógica de la EDM con un beat que desafía la gravedad y voces reverberantes. Es un indicio del sonido “más grande y épico” del álbum, según Maiman, y de una banda reflexionando sobre haber vuelto de su descanso más largo. “One Foot es mirar al vacío –dice Petricca–. En el último disco sentimos que teníamos muchas respuestas. Esta vez, tenemos un par de preguntas”.