El hombre que recibe a Billboard en un dos ambientes de Chacarita está más cerca del Enrique Chalar que figura en el documento que del Pil Trafa que escupía flechas venenosas al frente de Los Violadores. Los años han pasado: Pil lleva una vida tranquila en Perú, hace turismo por el interior del país, lleva a su hijo al colegio, disfruta de la gastronomía local. Prefiere tocar temprano para cuidar su voz, hace deportes.
Es una saludable paradoja que un artista que encarnaba el no future del final de la dictadura esté más activo que nunca: el año pasado lanzó un álbum, El último hombre y el próximo 24 de abril Los Violadores celebrarán en el Luna Park el 30 aniversario de “¿Y ahora qué pasa, eh?”.
¿Cómo recordás la grabación del primer disco?
– Antes grabamos un demo que se perdió; pero el disco fue en la época de Malvinas. Represión lo grabé el día que el papa Juan Pablo II estaba en Luján. Tenía una rabia terrible, hice solo dos tomas de voces y quedó. El primer álbum lo grabamos en un estudio pequeño de ocho canales. Igual suena bien, ahora tiene su edición británica.
¿Te acordás la primera vez que tuviste el álbum en las manos?
– Cuando lo puse por primera vez en la bandeja, caminé desde las 12 hasta las 6 de la mañana girando alrededor del tocadisco. Lo daba vuelta y lo volvía a poner. Grabar el primer disco nos costó mucho, tuvimos que crear algo nuevo donde no había nada. Y tardó tanto en salir… porque cuando terminamos de grabarlo no había sello que lo aceptara. Logramos lanzarlo en junio del 83, todavía estaban los milicos. Salió dentro de la dictadura, eso fue bueno.
En el libro Uno, dos, ultraviolento…, hay situaciones tan patéticas que hoy resultan graciosas. Como la vez que pegaron afiches que anunciaban un show de “Los Voladores” porque no querían poner el verdadero nombre de la banda.
– Nos pasó en un show en la Universidad de Belgrano. Tuvimos que salir y resaltar una “i” con un marcador. Y tiempo después, lo mismo pero en Mar del Plata. Por eso el primer disco de Los Violadores tiene una “i” gigante, como diciendo: “No la van a sacar más”. Eran cuestiones que pensábamos mucho, no eran cosas al azar porque me tomé cuatro cervezas. Hay punk de todo tipo, yo estoy interesado en otras cosas, en la política.
¿Se podría decir que con Los Violadores tomaste la estética de los Sex Pistols y lo juntaste con el mensaje político de los Ramones?
– No. Los Ramones estaban disconformes pero porque estaban aburridos y hastiados de los Estados Unidos. Yo prefiero a los Clash, que eran socialistas, eran tipos que iban al frente, contra Thatcher y contra Reagan. Los Pistols eran destructivos, y Violadores también tuvo un poco de Pistols porque se destruyó varias veces.
¿Qué pensás de Sid Vicius?
– Se comió la de rock star, pero no sabía tocar el bajo. Encima su novia Nancy lo metió en la droga, y él que era un pibe que no sabía decir que no, se inyectó y se creyó que iba a suplantar al líder de la banda. Se drogó mucho, asesinó a su novia y se mató después, todo un drama. Eso te muestra lo que es la droga: una mierda.
¿Qué escuchabas antes del punk?
– Mi viejo me llevaba a ver las películas de los Beatles y yo pensaba “Estos maricones salen corriendo de las chicas que los quieren tocar” [risas]. Después una prima que compraba los primeros singles de la banda adquirió un día Revolver y no le gustó. Me lo pasó y me voló la cabeza. Yo tenía 6 años en el 66. También escuchaba a Sandro, un artista que me gustó mucho, un Elvis local; luego empecé con el rock más fuerte y después, como todo, a Cristo se lo niega: me metí en el punk y decía que los Beatles eran una porquería. Hoy escucho todo tipo de música, me gusta la étnica, de Perú, de Bolivia, el vallenato, música brasileña, celta, música tradicional alemana y la cubana también, Silvio Rodríguez.
En los 90 Los Violadores pierden un poco el rumbo, luego de marcar un quiebre en la década anterior.
– En el 92 tocamos en Obras y después, la decadencia: convocatorias buenas, a veces malas, siempre giras, pero yo no estaba pasando un buen momento, tomaba bastante. Tuve a favor que eran bebidas importadas, cervezas alemanas [risas], no me maltraté con porquerías. Ninguno de la banda estaba bien. Fueron años perdidos, por eso otra gente nos superó, quizás nos hubieran superado de cualquier modo, pero no dimos la mejor batalla.
Más allá del proyecto Pil y los violadores de la ley, ¿cabe la posibilidad de que vuelvan Los Violadores con Stuka?
– Los Violadores es mi grupo del pasado que puede ser también mi presente en algún momento, pero mi grupo del futuro es este. Estoy totalmente convencido de eso. No volvería a hacer un disco con Los Violadores. Ya viví esa época. Nosotros tenemos un pasado tan grande que el futuro jamás va a superarlo. Al final que no haya futuro para Los Violadores es algo muy punk, ¿no?
Nota del editor: esta nota es un extracto del reportaje publicado en la edición 27 de Billboard Argentina, en octubre de 2015.
Imagen Home: Diego Fioravanti