John Fogerty está tomando té en una taza a cuadros en el estudio de grabación de su casa; y de repente, se emociona. Es una tarde soleada de un miércoles en Thousand Oaks, California, y el espacio del estudio, con sus paredes de piedra alumbradas por velas y sus vigas rústicas de madera, parece más un rancho del Big Sky Country que un terreno a unos 56 kilómetros de Los Ángeles. A los 71 años, su cara está un poquito más marcada por las arrugas de lo que alguna vez estuvo, pero más allá de eso, poco cambió. Está usando un par de Levi’s gastados y un pañuelo atado al cuello, y si no supieras que es una leyenda viviente del rock, pensarías que es el humilde anfitrión de un show de la televisión. Hoy, rodean a Fogerty las guitarras que lo ayudaron a crear la música influida por el Delta del Mississippi, las canciones de Creedence Clearwater Revival, un sonido que llevó a cinco de sus álbumes al Top 10 del Billboard 200 y lo hizo parte del ADN de la políticamente cargada época de la guerra de Vietnam.
Al fondo de la habitación se encuentra la Rickenbacker que usó en Woodstock (“Empecé con Born on the Bayou”), y al lado está la muy deseada Les Paul Custom “Black Beauty”, que fue usada para grabar Bad Moon Rising y Lodi. (“No salgo de gira con esa; es icónica”). Con el tiempo, la madera se secó, el pegamento se endureció y el valor aumentó notablemente: la Les Paul que vendió por 545 dólares ahora estaría estimada en unos 10.000. “Todavía las uso porque suenan mejor con los años”, dice Fogerty, que es dueño de unas 300 guitarras. “A lo largo de los años, mantuve la política de buscar la guitarra que pide la canción. Vuelve más interesante lo que hacés. Los Beatles –explica– lo hacían naturalmente, siempre tenía sentido”.
Se conmociona durante un momento con uno de sus instrumentos más recientes: una Les Paul Custom de caoba ornamentada con un motivo a cuadros azul que le regaló su esposa y mánager, Julie, con quien se casó en 1991. “El motivo a cuadros representa mucho para mí. Ella cree que define mucho de mis características de personalidad no tan visibles. Me representa un poco: la simplicidad, la calidad, la consistencia. Por eso pidió que hicieran esta guitarra”, cuenta Fogerty, que usó el motivo desde que era un niño que repartía diarios en El Cerrito, California, tratando de juntar 39,95 dólares para comprar una guitarra Silvertone de un solo micrófono del catálogo de Sears. “Cuando me la pongo… –Cierra sus ojos por un minuto, visiblemente emocionado–. Hay muchos sentimientos ahí. Es una carta de amor entre ella y yo”.
Es también parte del equipo que estuvo usando en el escenario junto a su hijo de 25 años, Shane, cuyo dominio del catálogo de Creedence ha sido constantemente demostrado desde que salieron juntos en la gira Fortunate Son, de 2016. El camino de Shane como músico, un poco como el de su padre, puede ser rastreado a través de las seis cuerdas. Hay una Strat Squier barata con la que empezó y el Supro rojo que compró con su propia plata a los 16. Respecto de la Martin acústica hecha con pino de los Adirondacks que usó para tocar en Mystic Highway (2013) por primera vez, Shane dice que espera tenerla su “vida entera, envejecer con ella”. Como muchas en su colección, la Martin posee elementos distintos y mejoras a las que no todo músico joven tiene acceso. “Siendo mi papá quien es, habló con algunos de los tipos de Martin y logró que ellos me hicieran mi guitarra soñada”, dice Shane, que toca con su hermano Tyler en el grupo de rock psicodélico Hearty Har y que va a lanzar una serie de singles nuevos a fin de año. Pero cuando trata de darles crédito a los luthiers por la calidad de sonido y el diseño, Fogerty se mete. “Está siendo demasiado modesto –dice sacudiendo su cabeza–. A veces estoy en un cuarto, él está tocando y me freno y pienso ‘Wow, eso fue realmente hermoso’. Es algo raro… y está ese elemento extra especial donde la guitarra se conecta con Shane y su manera de tocar”.
Shane es el mayor de los hijos de John y Julie, y desarrolló una relación con la música al momento que su padre estaba preparándose para lanzar el álbum ganador de un Grammy Blue Moon Swamp, en 1997. “Estaba tocando uno de los temas, Hot Rod Heart, en nuestro living… y cada vez que Tyler y yo la oíamos, nos poníamos a correr alrededor del sillón –cuenta Shane, que se graduó de la Universidad del Sur de California–. Recuerdo estar feliz de escucharlo cantar. Todavía no era lo suficientemente mayor como para decir ‘Ese es mi papá. Eso no está copado’”. Julie, con quien John tiene tres hijos, sugirió que tocaran juntos. “Siempre estoy preocupado por el profesionalismo, y es algo que me motiva. Lo hizo toda mi vida –dice Fogerty–. Por suerte, me convenció. Probamos un par de canciones, y al toque Shane estaba haciendo el yeite de Up Around the Bend”. Arriba del escenario se complementan tanto como cuando se encuentran en el estudio, donde Fogerty se está preparando para grabar su doceavo álbum en enero. Mientras conversan como viejos amigos sobre la habilidad de Jimi Hendrix de afinar una guitarra en frente del público y del disco de Charlie Puth (a John le gustó, a Shane no), lo único que parece poder interrumpir la sinergia que los conecta es Creedence, el golden retriever de unos cuatro meses de la familia. Cuando entra a la habitación y empieza a correr en círculos alrededor de las guitarras, por un momento parece como que la historia de la música podría llegar a desmoronarse.
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Las guitarras, de izquierda a derecha:
1969 Rickenbacker
Cuando una compañía aérea rompió el mástil de su guitarra antes de un show, Fogerty se compró una Rickenbacker 325 a la que le puso micrófonos de Les Paul para hacerla sonar más fuerte. “Ese fue mi derecho a la fama unos 10 años antes de que Van Halen hiciera algo similar”. Los modelos de este tipo están valuados en unos 9000 dólares.
Vintage Regal
“Esta es importante; es la que está en la tapa de Green River [de 1969]”, dice Fogerty respecto del Dobro que toca como una guitarra de acero. Probablemente hecha a finales de los 60, tiene la chapa estándar y un acabado sunburst. Los modelos de fines de los años 30 cuestan unos 3000 dólares.
1985 Custom Philip Kubicki
El difunto luthier construyó una Stratocaster que tenía el sonido “cuack” que Fogerty quería mientras estaba grabando Centerfield en 1985. “Pero cuando llegó el momento de salir de gira, pensé: ‘Esta es una canción especial; necesito una guitarra especialʼ”, cuenta Fogerty respecto de la guitarra.
2006 Rickenbacker
“Encontré un tipo en un blog que había pintado su Rickenbacker de color violeta y me pareció muy copada, porque no se consiguen en ese color –dice Shane–. Se la traje a mi papá y la gente en Rickenbacker encontró la forma [de hacerla violeta]. Nosotros le agregamos los micrófonos vintage tipo tostadora”.
1969 Les Paul Custom
Cuando le robaron su Gibson 175 justo antes de que grabaran Lodi en 1969, Fogerty corrió a la casa de música. “Toqué un acorde y dije ‘¡Esta!’. Me dio tanto más de lo que creí que quería. Fue una hermosa sorpresa. Ciertamente se convirtió en una parte importante de mí”. Los modelos similares están valuados en 10.000 dólares.