La noche del martes en el Estadio Único de La Plata difícilmente pueda ser igualada: si la presencia de U2 y Noel Gallagher era de por sí uno de los eventos del año, los caprichos del destino hicieron coincidir la velada con la última fecha de las eliminatorias sudamericanas. En una inteligente jugada, Daniel Grinbank propuso la trasmisión del partido en las pantallas del estadio y el retraso hasta las 22:30 de la salida del grupo al escenario. Bono y compañía coherentemente aceptaron con la condición de que se garantizara el transporte público. El 3 a 1 de la Selección, con tres goles del capitán argentino, dejaron al público en un estado de euforia ideal para el recital.
The Joshua Tree es considerado por los fans como el Santo Grial de la discografía de U2. La puesta en escena incluyó una enorme pantalla de 60 metros de largo por 14 de alto y casi 8K de resolución. Además, había un árbol en el costado izquierdo que se extendía hacia el cielo: un diseño de Ric Lipson de Stufish Entertainment Architects inspirado en la gira original de 1987, que dejaba a la tecnología del Pop Mart tour del ‘97 en ridículo. Como toda buena historia, anoche la estructura argumental estuvo dividida en tres actos.
Introducción
Minutos después de la hazaña futbolística de crack rosarino, toda la expectativa quedó en el recuerdo y la banda salió al escenario B, internado en el corazón del campo: en esta primera parte, relataron cómo fue que llegaron al emblemático disco: interpretaron cuatro canciones previas a 1987, clásicos cantados por todas las generaciones: Sunday Bloody Sunday y New Year’s Day de War (1983), y Bad y Pride (In the Name of Love) de The Unforgettable Fire (1984). “Argentina, gracias por recibirnos nuevamente, y gracias por Lionel Messi, la prueba de que Dios existe”, clamó el frontman con sus habituales gafas oscuras.
Nudo
El estadio todavía se deleitaba con los coros de Pride, cuando el grupo caminó hacia el escenario principal para comenzar con lo que todos fueron a ver: el color rojo se apoderó del escenario para el arpegio con delay más reconocible de la música británica: Where the Streets Have No Name. El show continuó con el orden estricto del disco: I Still Haven’t Found What I’m Looking For y With or Without You, dos canciones emblema de la banda, a las que le siguieron Bullet the Blue Sky, una oda de protesta a la política exterior norteamericana cuyo contexto actual fue uno de los motivos de la revisita por este disco. Running to Stand Still, en referencia a los barrios pobres de Dublin, sirvió de puente para los fans exigentes: la segunda mitad del disco es la verdadera novedad para aquellos que escuchan a U2 desde esa época. Continuaron con la jamás interpretada en la gira original Red Hill Mining Town, las gemas In God’s Country y Trip Through Your Wires −que denotan el coqueteo de U2 con la música folk de los EEUU− y un final de disco para todos los gustos: el homenaje a Greg Carroll con One Tree Hill, la ira rockera y cruda de Exit y el cierre con el homenaje a las madres de El Salvador que se inspiraron en las de Plaza de Mayo: Mothers of the Disappeared.
Desenlace
Finalizado el disco, comenzó el after party con un golpe de hits: Beautiful Day, Elevation y Vertigo, y el blanco y negro de The Joshua Tree deja paso a la fiesta y los colores. La segunda tanda de bises arrancó con un estreno de su próximo disco, You’re The Best Thing About Me, escoltada del clásico Achtung Baby Ultraviolet (Light My Way). El cierre llegó de la mano de una de sus canciones más representativas, One.
Noel, el invitado de lujo
Más temprano, después del sueño cumplido de los chicos de Joystick, había salido al ring Noel Gallagher con sus High Flying Birds, a un año y medio de su primera visita como solista –estuvo en el Lollapalooza 2016−, donde intercaló canciones de su carrera en solitario con otras de Oasis. “Van a ganar hoy, ¿no?”, alentó. El show arrancó con Everybody’s on the Run, seguida de Lock All the Doors, In the Heat of the Moment y Riverman, antes de meterse en territorio del grupo que compartió con su hermano Liam -que está de estreno con nuevo álbum- y la nueva Holy Mountain. La despedida y la arenga futbolera sirvieron de introducción para todo lo que vino. Treinta años después, ninguno de los presentes olvidará las emociones vividas en una sola jornada que valió la espera.