El título del nuevo disco de Turf, Odisea, es un poco engañoso, porque la travesía que hizo la banda hasta llegar a este álbum no estuvo llena de “incidentes y dificultades para arribar a destino”, como marcaría la definición clásica de la palabra. Es más, parece haber sido un camino donde las cosas se dieron con bastante naturalidad desde su sorpresiva reunión en vivo en The Roxy en mayo de 2014, la antológica actuación en el Movistar Free Music en homenaje a Charly García, la edición de temas nuevos como Kurt Cobain y La canción del supermercado, y la seguidilla de shows por todo el país y por México. Pero ahora se suma nada menos que un flamante disco con 12 temas.
En realidad, la historia de Turf no muestra mayores dificultades que la odisea diaria de vivir en la Argentina, pero esos obstáculos les tocan a todos. Sí es cierto que han tenido vaivenes generacionales inevitables, desde frustraciones amorosas hasta la experimentación con drogas y los coletazos de los cambios tecnológicos en la industria de la música. Pero desde un primer momento han demostrado contar con suficiente energía como para hacerse camino y dar forma a una carrera llena de hits, brillo y puntos altos.
Hoy, sentados en su centro de operaciones con estudio de grabación y sala de ensayos, recuerdan la sorpresa y el shock de ver a 40.000 personas cantando temas que no tocaban desde hace ocho años, en referencia a su set en Figueroa Alcorta y Pampa en septiembre de 2014. Según el bajista, Carlos “Tody” Tapia: “También es cierto que pasó algo en todo ese tiempo que estuvimos separados. Turf no dejó de sonar en las radios ni en las fiestas. El grupo se transformó en un clásico, mientras que antes había un poco de resistencia o prejuicio por parte de alguna gente o de parte del rock”.
El tecladista Nico “Ríspico” Ottavianelli coincide: “Lo notorio fue que para el sector más ortodoxo del rock, la aceptación quizás se dio mientras estábamos separados”. Pero Joaquín Levinton va más allá: “Turf funcionó como influencia de muchos grupos. Chicos de 17 a 22 años lo agarraron como una referencia. Es un grupo muy influyente. Cuando salió, si mirás la primera parte, es una energía que trajo el glam rock y el britpop, y los tradujo a la Argentina. Porque no había eso antes. Y se transformó en un grupo popular y también de culto”. Lea Lopatín asiente: “El concepto era un poco adelantado. Era una música muy abierta, libre de prejuicios, con una mezcla de estilos y el uso de caños. Ahora se acercan un montón de chicos que vienen a vernos y quieren cantar y abrir los shows. Eso es porque éramos adelantados y desprejuiciados. Ahora ves a los chicos en Lollapalooza y van a bailar música electrónica y después un reggaetón, o van al escenario de The Strokes y están felices. En nuestra época eran todos vestidos de negro y prejuiciosos, una onda que atrasa”.
“Cuando salimos –recuerda Tody–, las bandas eran muy anglófilas y la gente esperaba que Turf hiciera un cover de Small Faces, The Jam o The Kinks, y nosotros salíamos con una versión de Enlace de Ratones Paranoicos, que para cierto sector era la vereda de enfrente”. “¡Les dábamos bronca al sector indie, al mainstream y al rolinga!”, se ríe Levinton.
El baterista Fernando Caloia hace memoria y cuenta que cuando empezaron tenían como sponsor a Levis, lo que representó casi un escándalo para el mundo del rock, “y ahora todos hacen cola para tocar en el Personal Fest”.
SIEMPRE LIBRES
En efecto, el inicio de Turf a fines de 1995 trajo un aire fresco al panorama del rock argentino, que se debatía entre la movida sónica y el rock chabón. Sin saberlo, constituyeron “la ancha avenida del medio”, por decirlo en términos políticos actuales, porque eran capaces de representar un britpop local, pero también interpretaban covers de Ratones Paranoicos y su amado Charly García, a quien le hicieron muchas noches de aguante. Y aunque varios quisieron encasillarlos en una corriente pop, fueron soporte de los Rolling Stones en River.
Con una puntual periodicidad de dos años entre un disco y otro, armaron una trilogía perfecta con Una pila de vida (1997), Siempre libre (1999) y Turfshow (2001), para ubicarse finalmente, y con total mérito, entre los grupos más populares. Su timing era extraño (Loco un poco se publicó durante la crisis de diciembre del 2001), pero sorteaban los obstáculos con precisión olímpica, y se ganaban el oro.
Metidos de lleno en la escena local durante el primer lustro de la década del 2000, ingresaron sin escalas en el terreno de los grandes festivales de marcas importantes. Sacaron un nuevo álbum en 2004 (Para mí, para vos) y repitieron la costumbre de imponer hits como Magia blanca, pero la inercia y la pasión que los venía empujando hace diez años comenzaba a detenerse, no sin antes lanzar proyectos como un disco de reversiones a cargo de grandes figuras y una regrabación de temas en tono más rockabilly.
Ya en 2007, esa bola de rock, pop, pasión y locura que parecía imparable se detuvo. Turf dejó la escena, pero al mejor estilo de bandas nacionales como Almendra, en realidad no se separaron, sino que se multiplicaron: Joaquín armó Sponsors, Lea formó Poncho, Tody hizo Trasmundial, y la dupla Nico-Fernando creó Ríspico. Hasta se bocetó otra banda: Justicialista Sports, y todos siguieron grabando y produciendo proyectos de terceros.
“Eran todos estilos que convivían dentro del concepto Turf –dice Nico–. Se fueron puliendo y cada uno fue yendo más hacia su dirección”. “Turf era la suma de todo eso”, asiente Lea.
Hoy, el nuevo disco Odisea muestra muchas cosas nuevas y al mismo tiempo sigue sonando a Turf. Una combinación perfecta para un disco de reunión o de regreso. Y hasta se dieron el lujo de dejar afuera los dos singles que lanzaron en 2015 y 2016. Explica Joaquín: “No faltaban temas e incluso hubo que dejar muchos afuera. Además, en el nuevo mundo los bajan por Spotify y ahí están. Así que no es necesario incluirlos en el disco físico. A la vez, el álbum también sale en vinilo y ahí hay que recortar dos temas para que no sea un doble”.
¿Cómo se fue dando la composición y la grabación de temas nuevos en esta etapa?
Joaquín Levinton: Para mí, el momento en que se separó la banda fue solo un paréntesis. No siento que el grupo se volvió a juntar. Se tomó ese espacio nomás, naturalmente. Y al volver creo que nos olvidamos de eso. Fue natural querer sacar discos, como sucedió siempre.
Lea Lopatín: Fue gradual. No era el plan original. De hecho, pasaron tres años desde que nos juntamos hasta ahora. Y esa primera vez ni se nos ocurrió pensar en grabar un disco.
¿Para ustedes “la primera vez” fue juntarse en el show de Ríspico o en el Movistar Free Music en homenaje a Charly García?
LL: El Movistar.
JL: Tal vez fue una jugadilla de la gente de Popart para generar el encuentro y que nos juntáramos.
Carlos Tapia: Como cuando te juntan en una habitación y te cierran la puerta. Fue gradual. Tampoco pensamos en hacer tantos shows, pero después aparecieron más, vino lo del simple, y así… hasta lo del disco.
Pronto van a estar en B.A. Rock y en festivales. Incluso se van a México…
Fernando Caloia: Sí. Y seguramente a fin de año haremos algún show grande de presentación del disco en Capital.
CT: A México fuimos el año pasado, en noviembre, y ahora vamos a volver.
LL: Estuvo muy bueno y tocamos en un montón de ciudades. Ya habíamos estado antes y nos había ido muy bien, pero después justo nos separamos. Esa es la única picardía del tiempo que estuvimos separados. ¿No pudieron cosechar lo que venían sembrando?
FC: Sembramos otras cosas. Esperemos en algún momento cosechar todo junto.
El primer tema del álbum nuevo es Disconocidos, que atraviesa una parte rap sobre una base de música disco y frases como “No quiero hacer cagadas; no me quedan amigos”.
Lea Lopatín: Soy muy fan de ese tema. Era un poco más disco y después se puso más punk. La mezcla es de Héctor Castillo, que hizo tres temas más.
Joaquín Levinton: La letra es tal cual. El relato de lo que pasa en una noche, una descripción, ya visto un poco más desde afuera.
¿Tienen en claro que el disco es una colección de hits?
LL: ¡Es que con Turf pasa eso! No sabemos hacer temas que no sean hits.
El tema dos es Hablo solo, el primer corte. Tiene algo de batucada…
Nico Ottavianelli: Y de funk también. Es uno de los pocos temas explícitamente funks.
Después viene Contacto, un tema bien arriba y con un coro para hinchada en el Mundial.
NO: Es el único que no es de esta época, porque lo hicimos con Fer para el segundo disco de Ríspico y lo trajimos al presente por sugerencia de Coti, uno de los dos productores, porque le gustó mucho e insistió en incluirlo.
JL: La mayoría de los temas son nuevos, del último año y medio. Esta vez, en vez de decir “No me quiero casar”, dicen “No me podés cambiar”.
JL: La letra va mucho de la mano de cómo soy yo. No cambiaron algunas cosas desde aquella época. Puede ser algo que le pasa a muchísima gente. Es muy feo que te cambien, que te transformen en otra cosa.
En Eclipse decís “No le tengo miedo a la luna ni al sol ni al eclipse, te tengo miedo a vos”. ¿Por qué?
JL: Es de los temas divertidos. Si fuera de los Beatles, sería “Ob-la di, ob-la da”. El disco tiene muchas vetas distintas de letras, bien típico de Turf, a veces serio, a veces en joda, música a veces compleja, otras veces muy simple. Es un tema con humor y con una alegría desopilante.
Los freaks de la TV tiene un final lleno de efectos psicodélicos.
NO: Es como un gran batifondo tipo A Day in Life.
Fernando Caloia: Ahí se nota la mano de Will Berman, otro de los productores. El tema era más simple, tipo canción de The Housemartins, aunque esa parte existía y ya era volada, pero él le agregó toda una paleta de sonidos. Me hace acordar a algo de Small Faces en Ogdens’ Nut Gone Flake.
NO: Es el único tema que tiene un final de ruidismo zarpado y loco que fue más inspiración del momento. A Will le gusta mucho la música psicodélica y hasta produjo un disco con Sonic Boom, creo que el segundo de MGMT.
En Porque te quiero aparece el britpop por sobre todo, ¿hay gaitas o es un teclado?
NO: Es un teclado. La idea era un sentimiento bien escocés. También tiene algo de rock nacional, de Charly García o Fito Páez.
JL: Sí, de cuando Charly hace una onda The Byrds. De hecho tiene una viola muy Byrds.
CT: Nosotros lo vemos más The Who que britpop. Es el único rock de banda tocado fuerte que hay en el disco.
Colores es medio T. Rex, ¿coinciden?
LL: ¿Medio? ¡Medio del todo! [Risas].
JL: Está buenísimo, porque tiene una manera moderna, original y nueva de interpretar a T. Rex.
LL: Will metió un montón de detalles de audio que son alucinantes.
CT: Desde un principio nos pareció un tema divertido. Nos divertía tocarlo. En su esencia linkea con el primer disco nuestro. Podría haber estado en Una pila de vida, pero con esta producción es otra cosa.
Desordenado es el tema lento del disco.
JL: Yo lo veo como un tema de amor. Que hable él [por Lea], que es el que lo hizo.
LL: Es el concepto de “Me gusta todo”, y es verdad porque a mí me gusta todo. Me gustan el campo, el mar, la disco y el after.
CT: Algunos decían que era un tema onda Siempre libre.
El penúltimo es Lo que tomo y lo que doy, donde decís “Solo quiero cambiar las reglas para sentir que lo puedo hacer”.
NO: Es una letra genérica, donde le hablo en particular a una persona, diciéndole que en realidad había una intención de querer hacer las cosas bien y compartir un momento. La música empezó con una melodía a lo Charly García de los años 80 y acá en la sala se transformó en otra cosa, con una parte tipo Scorpions o hair rock de los 80. El estribillo parecía en joda musicalmente, pero quedó bueno.
En el siguiente, Finale, hay un guiño a Charly García, con la frase “Lo que fue hermoso será horrible después”.
JL: Es el tema de despedida del disco, que te deja con una buena ondita.
NO: Hay unos coros buenísimos con unos arreglos tipo Beach Boys, que le dan al tema su característica. Incluso empieza como Carpenters. Es una mezcla de un millón de cosas, como todo el disco.
CT: Creo que es la primera vez que la banda se metió en el audio del disco desde lo profundo, cambiando el sonido del tambor o el micrófono de la voz para cada tema.
LL: Nico y Fernando en todos estos años produjeron a millones de bandas en el estudio. Entonces, fue natural que estuvieran más metidos en esa parte.