Cuando el baterista Fabrizio Moretti se tomó unas breves vacaciones de su grupo, The Strokes, nunca imaginó que en el camino iba a poner al brasileño Rodrigo Amarante en el mapa del indie rock. En 2006 ambos habían coincidido en un festival europeo y, obedeciendo a su origen carioca, la química fue instantánea. The Strokes presentaba First Impressions of Earth y Amarante aparecía con Los Hermanos, una banda de ska-punk que saturó el éter en 1999 gracias al lamento beatle de boliche Anna Julia.
Con el quinteto neoyorquino en pausa y Los Hermanos desintegrados, Moretti se radicaba en Los Ángeles junto a su novia Binki Shapiro. Fue durante las sesiones de grabación de Smokey Rolls Down Thunder Canyon -el disco de Devendra Banhart, amigo de ambos- que Amarante le abría las puertas a la idea de una nueva y primera aventura yanquee de la mano de Moretti y Shapiro: Little Joy.
Me desperté escuchandote @amarante76 . Volvé a Argentina.
— N (@NRivarola) 9 de julio de 2014
Aquel disco homónimo que el trío editó en 2008 era lo que el cantautor brasilero necesitaba para liberar su enorme potencial artístico hacia una audiencia de otra escala. Siguiendo la huella de Caetano Veloso en tiempos de Tropicália, el pop soleado de California, la chanson y el soul de las factorías de Memphis y Detroit, la crítica se abalanzó sobre él y su nuevo proyecto. Pero como toda misión en paralelo compite con las de tiempo completo, The Strokes reclamaría a su baterista y Amarante invertiría su tiempo en la composición hogareña y algunas colaboraciones. Una de ellas fue la que lo trajo en 2013 a Buenos Aires, siendo el acto de apertura y a la vez parte de la banda de Devendra Banhart en su show del Gran Rex.
Ese mismo año, Cavalo, su primer y único disco como solista, extendía la riqueza y el costado más firme de este viajero que ya lleva casi veinte años con la música. A través de canciones en francés, portugués e inglés, Rodrigo Amarante escribe, quizás sin premeditación, una bitácora intimista: el buen gusto de canciones de alcoba como Nada em Vão, Irene y Mon Nom conviven en armonía con sabores más áridos y juguetones en Hourglass o Maná y regresan a su curso nostálgico en I’m ready y Tardei. Apelando a un plano existencialista, es en esa última donde Amarante se reencarna en un verso espectral donde reza: “tardé, tardé, pero al fin llegué”.
Que Rodrigo Amarante haga una gira por Argentina loco, harta de no poder verlo en vivo
— . (@yyamel) 13 de julio de 2016
El solo hecho de verlo cantar esa frase en su ahumado barítono portugués puede llegar a ser uno de los momentos más especiales de la abultada agenda porteña de 2016: la cita es el 8 de septiembre en el ND Ateneo. Y hasta quizás le sirve de cábala para ganar un Emmy, el 18 de este mes, por la música que compuso para Narcos, la popular serie inspirada en la vida de Pablo Escobar.