La costa de Malibú es el retiro de los hedonistas adinerados por más de una buena razón: surf, cielo azul, colinas doradas y sushi de nivel internacional. El costo de este paraíso, más allá de los precios de la hipoteca, recae en peligros tales como el embotellamiento de tráfico, las avalanchas, los aludes de lodo, y, lo peor, los incendios forestales. Las violentas llamas pueden llegar a destruir un hogar, un vecindario, o incluso una vida. Tom Petty conoce estos peligros mucho más que cualquiera de los locales, porque los ha sufrido dos veces. En 1987, cuando vivía sobre la colina Encino, su hogar se incendió hasta quedar hecho cenizas debido a un incendio aparentemente intencionado que pudo haber sido un intento de homicidio. Atrapado en la casa, luego de haber logrado sacar a su familia por una puerta lateral hacia la pileta, se arrastró entre el humo para salvarse.
Dos décadas después, al poco tiempo de mudarse a Malibú, Petty se despertó una noche debido al fuerte olor a humo. Luego de despertar a su esposa, Dana York, y a un amigo de un edificio cercano, tuvo el tiempo necesario para tomar un solo objeto mientras atravesaban el llamado Cañón de Fuego. “Era un bajo Hohner que yo había usado en cada uno de mis discos, y no se puede reemplazar por otro”, dice Petty. “Lo agarré y dije, ‘¿Va a pasarme esto dos veces en mi vida, todo lo que tengo queda aniquilado?’. Y luego pensé, ‘Bueno, estoy bien’. Las cosas vuelven, pero las personas no”.
A pesar de que la casa se salvó, las emociones de aquella noche quedaron grabadas en su memoria y cobraron vida en una de las pistas de su vibrante nuevo álbum, Hypnotic Eye. El disco es un paquete de 11 canciones de rock donde se mezclan las fuertes críticas sociales con los intensos momentos personales como All You Can Carry, que recoge los temores y las lecciones de aquella traumática noche con sonidos de guitarras resentidas y la voz apasionada de Petty.
Estamos en su estudio de Malibú ahora. Petty, 63, viste denim desde la cabeza hasta los pies, y emerge a través de uno de los caminos bajo la sombra de los árboles que cruzan el extenso, aunque poco pretensioso recinto. Nos dirigimos adentro, donde su añoso y corpulento labrador, Ryder, descansa en un rincón. Petty detalla los dos años que duró el armado de la saga para el álbum. En resumen: ha sido un viaje. Una estrofa de Fault Lines en Hypnotic Eye ilumina el largo camino en el cual la musa de Petty lo ha inspirado. Los fundamentos autobiográficos son claros. Parte de la acrobacia incluye el transcurrir de un murmullo de poesía dylanesca en Red River a la aliviada bossa nova Sins of My Youth hasta el escepticismo furioso de Burnt Out Town. Quizás el puente se estreche entre la innovación creativa y el éxito comercial en el inconstante mundo del rock alternativo. Si es así, una cosa es cierta: Petty no ha fracasado.
La confortable antesala donde Petty se sienta conduce a un estudio de gran tamaño (Shoreline Recorders como figura en los créditos de los álbumes), un lugar que ha sido testigo de incontables cónclaves creativos a altas horas de la noche y está custodiado por una hoja de papel garabateado que advierte, “Tenga cuidado, hippie malhumorado”.
Con sonrisa irónica, desliza una puerta hasta cerrarla por todo el caos que se encuentra solo a unos pasos de allí, las instalaciones de video y fotos, el trabajo en el estudio, gente espiando a través del vidrio que rodea el ambiente, pero Petty pone plena atención en la entrevista. “Somos profesionales, ¿no?”.
Genio trabajando
Petty y sus compañeros de banda han perfeccionado un ética de trabajo que produjo 13 álbumes, tres (aproximadamente) solistas y varios proyectos divertidos, y la frase que custodia la puerta da una idea de cómo funciona la dictadura benevolente de Petty. El compositor les muestra bosquejos de canciones y se los da a la banda, ellos los trabajan en comunidad en el estudio, les hacen arreglos, con frecuencia en un día. Luego cortan las pistas, un proceso que el perfeccionismo del líder puede llegar a prolongar. Petty admite que su estilo creativo no es común en estos días. “Pero tampoco lo es la pintura al óleo”, agrega.
Benmont Tench, que comenzó su odisea musical junto a Petty cuando ambos eran adolescentes en Gainesville, Florida, dice que es milagroso que él, Petty y Mike Campbell hayan sobrevivido (el bajista Ron Blair volvió luego de la sobredosis de heroína del también bajista Howie Epstein en 2003) y prosperaran como una unidad completa por 40 años. “Tom ha sido un vehículo para todas las personas a las que les gusta el mismo tipo de música”.
“Casi todos los álbumes de The Heartbreakers han sido un verdadero trabajo en equipo, pero fue un mayor desafío con Hypnotic Eye”, dice Petty, porque el álbum tardó mucho tiempo en tomar forma. “Creo que se realizaron tres giras, por lo menos, mientras estábamos haciendo este disco. Trabajé mucho para hacer un disco donde cada canción sea de la misma calidad que la otra, y hay un comienzo, un medio y un final, y es una gran experiencia para el que se lo propone”.
Desde el principio del primer corte, American Dream Plan B, queda claro que Hypnotic Eye es un álbum dedicado a realizar un agresivo, o muy enfocado, ruido y a dejar las baladas tiernas para otro día. Desde la primera sesión, el guitarrista principal de The Heartbreakers y coproductor de Hypnotic Eye, Campbell, le dijo al líder de la banda que estaba cantando muy parecido al chico que surgió en 1976 con la música pop de American Girl. “Ese fue mi primer comentario”, recuerda Campbell, “Sonaba urgente y comprometido en una canción como Fault Lines, igual que en sus dos primeros álbumes”. “Es probablemente por el material”, dice Petty. “Simplemente es mi manera de superar ese personaje, para traer otro a la vida”. Es así, la voz de Petty es muy poderosa en cortes como American Dream Plan B y en Forgotten Man, donde habita un personaje que ha bosquejado con su estilo de escribir simple y elegante como marca registrada.
El recurrente Everyman del álbum es un tipo común en el molde de una cultura consumista y manipuladora. Muchas pistas expresan la percepción de Petty del malhumor como el valor nacional. “Es un álbum político que no está a favor de ninguna de las partes”, dice, citando la letra de Shadow People.
Petty explica que el subtexto trata en realidad más sobre “moral que política. Es sobre lo que está faltando, porque le falta el lado humano a la humanidad. Creo que lo que está desapareciendo es el cuidado por el otro”.
“Se le pone una etiqueta a un hombre y ese hombre comienza a cambiar”, (“Pin on a badge on a man and a man begins to change”) canta Petty en Power Drunk, con una voz que es algo en medio de un arrullo y un gruñido. Petty agrega que él no está solo hablando de los políticos de Washington que mandan a los chicos a la guerra. “Uno puede poner en ese lugar al que se le ocurra. Hay tantos para elegir. Me puse feliz cuando se me ocurrió esa frase… desde los hombres de seguridad de los conciertos todo a lo largo hasta la gente más poderosa del mundo. Simplemente cambian en el momento en que se les da la identificación”.
Minorías privilegiadas
Como alguien que le ha dado al Gobierno una gran cantidad de dinero, Petty comienza a dar los motivos para el “Uno por ciento”. “Ese es el gran problema del mundo en la actualidad, uno puede ver a la gente rica que ha hecho tanto dinero que el hacer más no les cambiará una hora de sus vidas o la de sus hijos, incluso así, se consumen con la idea de hacer más. Una vez que lo hacen por un tiempo prolongado, ya no los satisface más. Quieren poder, y el poder se puede comprar con una gran cantidad de dinero. Muy pocas personas saben cómo manejar el poder, y una vez que se convierten en totales inmorales, son gente peligrosa. Esta actitud es la que, para mí, hace desaparecer a la clase media”.
Petty se inclina hacia adelante con su mano derecha golpeteando la mesa casi de forma inaudible: “Soy lo suficientemente viejo como para recordar una América donde si uno deseaba ser un justo trabajador, podía sostener una familia. Incluso podía ser propietario de una casa. Todos eran felices, no existía esto de que ‘no tengo éxito si no logro tener lo que tiene o usa esa gente falsa, esas cáscaras desalmadas de la TV’. La gente ha sido condicionada para pensar que debe ser adinerada”.
Petty tiene la esperanza de que el gráfico de la cubierta hipnótica de su flamante álbum refuerce el título. “Es solo un juego de palabras para mí”, comenta. “Creo que la cultura de los Estados Unidos hipnotiza un poco con varios ojos que se quedan mirando fijo. El álbum, en realidad, trata sobre lo que alimenta a esos ojos y cómo reaccionan ellos a eso”. Se ríe: “Quiero decir, es bastante abstracto”.
Petty parece feliz con su vida personal actual y muchas de sus canciones más nuevas lo reflejan, pero ha experimentado famosos períodos fértiles en la tristeza. Su clásico álbum solista de 1994, Wildflowers, parece haber anticipado el divorcio de su primera esposa, Jane Benyo, en 1996. Y dos años después, lanzó la brillante apología del divorcio, la que llamó Echo. Cuando hacía ese álbum, recuerda, era una época difícil: “Solo hace poco, en esta última etapa, tocamos algo de Echo”.
Está feliz de estar cómodamente estable (“¡Románticamente estable!”, exclama) mientras organiza un tour con el cual cruzará el continente y no tiene apuro para volver a visitar la tristeza. “He tenido suficiente de eso. No compongo tantas canciones de amor como solía hacerlo. No estoy en ninguna crisis amorosa en este momento”.
Petty está contento con su rol de hombre de familia. Se casó con su actual esposa, Dana York, en 2001, una década después de que se conocieran en un show en Texas, ella viajaba con la banda y ayudaba a manejar la agenda de Petty. Tiene dos hijas: Adria, 39, directora de videos, y Anna Kim, 31, artista. También tiene un hijastro de 21 años, Dylan, del matrimonio anterior de York.
Petty sabe que él no es un hombre joven y le gusta pensar que ha adquirido algo de sabiduría a lo largo del camino. “Lo bueno de ponerse viejo es que uno aprende a dilucidar en qué vale la pena perder el tiempo y en qué no. Me gustaría haber sabido a los 20 que la vida iba a ser tanto más fácil, pero uno tiene que experimentar todas esas cosas para encontrar el camino a través del bosque”.
Se queda meditando mientras observa el brillo azul de un cigarrillo electrónico. “Algunas personas nunca se dan cuenta de eso. Otras se dan cuenta más rápido. Cuando uno es joven, tiene que pasar por el período de las fiestas, y vivir, y ponerse sabio, sin que nada trágico le ocurra, pero hay personas y personas. Estoy todavía fascinado con el hecho de que todos están en alguna situación que tratan de resolver, tratan de apagar fuegos a través de la vida. Eso es como Fault Lines, tuve algunos de esos episodios en mi vida que podían hacer erupción en cualquier momento. Todos los tenemos”.
Cruzada religiosa
Tom Petty ha sido frecuentemente tildado de intenso. El artista no lo niega, y un nuevo tema corrosivo llamado Playing Dumb no le hará cambiar el modo de pensar a nadie. A pesar de que la canción no compone el nuevo álbum, “fue difícil hacer la secuencia con el resto de las pistas”, reconoce Petty, será incluido como un bonus en el lanzamiento del disco de vinilo. Petty se reclina hacia atrás en su asiento cuando se le pregunta sobre esta canción, que trata sobre las víctimas del abuso sexual en manos de los clérigos del catolicismo, y toma partido sobre los controversiales estatutos financieros que la Iglesia hizo eventualmente. Esta no es una canción de amor. Cuando se le pregunta sobre Playing Dumb, arquea una ceja sobre el disco di- gital que está en frente a él. “Los católicos no me escriben”, comenta. “Yo acepto cualquier religión que uno quiera tener, pero no le pueden decir a la gente que está bien matar, y no pueden abusar sistemáticamente de niños por quién sabe cuántos años”.
Petty hace una pausa, ya que momentáneamente está reticente a continuar. “Si yo estuviera en un club, y descubriría que allí hubo generaciones de personas que han venido abusando de niños, y que el club está cubriendo todo esto para que no se sepa, dejaría el club. Y no le daría más dinero”.
“Simplemente siento que me han pedido que juegue el papel de tonto”, dice Petty, describiendo cómo surgió la canción. “Esto ha terminado. Ya no confío en ellos”. “Siento que la religión está en la base de toda guerra”, continúa el músico, quien fue criado, sin convicciones, entre baptistas del sur. “No tengo nada en contra de defenderse a uno mismo, pero creo, espiritualmente hablando, que no hay ninguna concepción de Dios que deba decirte que seas violento. Me parece a mí que nadie toma a Cristo de manera más equivocada que los cristianos”.
La prehistoria
Si uno excava en el pasado de Tom Petty & The Heartbreakers, eventualmente se encuentra con la historia de Mudcrutch. Esta banda de rock de Gainesville, Florida, emergió en 1970 de los primeros combos de Petty, The Sundowners y The Epics. Y de alguna manera, Mudcrutch todavía vive. Petty tiene conexiones profundas con los músicos. El cantante original, Jim Lenehan, que usaba un parche en el ojo como efecto, ha estado haciendo las luces de Petty desde que fuera reemplazado. Un aviso de búsqueda en el periódico trajo al baterista Randall Marsh a la banda, así como a su compañero de cuarto, Mike Campbell. (El nombre de la banda luego sería tomado prestado de la Granja de Mudcrutch, la cabaña de techo de chapa donde Marsh y Campbell convivían).
Petty todavía cuenta con gran entusiasmo cómo Campbell dio la audición de manera informal con una guitarra japonesa barata y tocó Johnny B. Goode de Chuck Berry. Como Petty recuerda en Conversaciones con Tom Petty, libro del periodista Paul Zollo: “Cuando la canción terminó, dijimos, ‘Estás en la banda, amigo’”. Mudcrutch se terminó de conformar con el guitarrista Tom Leadon, cuyo hermano Bernie ayudó a formar a los Eagles, y Benmont Tench, a quien Petty convenció de que de- jara la universidad para unirse a la banda de manera completa. Denny Cordell de Shelter Records tentó a Mudcrutch a que fuera de Los Ángeles a un estudio de Tulsa, Oklahoma, para grabar un álbum que nunca fue lanzado.
Desanimados, Mudcrutch se disolvió, pero al poco tiempo Petty y Campbell fueron invitados para tocar con la nueva banda de Tench, y pronto, nació The Heartbreakers. Mudcrutch se volvió a unir en 2007 con Petty, Marsh, Leadon y Tench. Un disco homónimo, una pequeña gira (y un EP en vivo) y un documental llegaron en 2008.