Cuando Rosalía tenía 16 años, perdió su voz. Había estado cantando durante mucho tiempo sin usar la técnica y necesitaba una operación de las cuerdas vocales.
La experiencia fue formativa para una artista que en parte se volvió una superestrella internacional gracias a su atención a los detalles: desde los sonidos complejos de sus producciones que juegan con distintos géneros hasta cada toma de sus videos de vanguardia. Al día de hoy, Rosalía lleva siempre consigo un pequeño anotador o su teléfono, donde escribe todo lo que va a hacer, sus ideas, su «próximo paso», comenta. «El punto es conectarme con lo que me hizo entrar en esto en primer lugar».
Estamos conversando a principios de septiembre tomando café y comiendo huevos revueltos en una suite del moderno hotel EAST, en Miami. Rosalía habla principalmente en español, pero con un poco de inglés. Su voz se acelera cuando está emocionada, pero rara vez se eleva por encima de un murmullo. Hoy, sin maquillaje y con su cabello oscuro y rizado suelto sobre los hombros, se ve mucho más joven que su edad real, 27 años. Solo sus largas uñas, negras y llenas de brillos, muestran su diva interior.
A un año y medio del lanzamiento independiente de su single «Malamente», aclamado por la crítica por su contemporáneo toque de música urbana al flamenco, Rosalía, nacida en España, dio vuelta todos los preconceptos sobre la icónica tradición musical de su país. Es una bailarina experimentada que cambió tacos y vestidos largos por zapatillas de plataforma y blusas hasta el ombligo; una cantautora tradicional que colabora con raperos y reggaetoneros; una emocionante intérprete en vivo que combina movimientos del hip-hop y flamenco con gran precisión frente a imágenes psicodélicas. «Rosalía tiene la extraña combinación de una visión artística impecable y actuaciones notables en vivo, y sigue empujando todos los límites musicales», argumenta Ron Perry, CEO de Columbia Records, que firmó con Rosalía en los Estados Unidos en 2018. «Ella es un talento único en una generación».
Columbia, perteneciente a Sony, no revela los términos de sus acuerdos con artistas, pero algunos informantes dicen que la compañía discográfica invirtió en Rosalía tanto como lo haría en cualquier superestrella del mainstream. Según fuentes de la industria, tal suma generalmente asciende de cinco a diez veces más que lo que las principales discográficas tienden a invertir en los actos que firman exclusivamente sus sellos o versiones latinas.
Rosalía ya se está codeando con los nombres más importantes de la industria. Desde el exitoso El Mal Querer, que debutó en el 1° de la lista de álbumes de Pop Latino de Billboard el otoño pasado, se presentó en Coachella y el Lollapalooza, llegó al estudio con Billie Eilish y Pharrell Williams, participó de la playlist anual de verano del expresidente Barack Obama y ganó dos Grammy Latinos. Ahora, ya son siete gracias a los cinco Grammy Latinos que ganó en la vigésima edición de la premiación. En agosto, Rosalía se convirtió en la tercera artista latina en actuar en los MTV Video Music Awards (VMA), después de Shakira y Jennifer López.
«No puedo recordar a nadie que haya salido tan rápido, en ningún idioma», expresa su agente, Samantha Kirby Yoh, socia de WME y directora de East Coast music. «No creo que nadie tenga la atención que ha recibido en términos de credibilidad en tantos géneros y medios diferentes».
Incluso hace tan solo tres años, habría sido difícil comprender la trayectoria profesional de Rosalía. Con muy pocas excepciones, los artistas latinos atrajeron la atención general de Estados Unidos solo después de lograr un gran éxito en el mundo de habla hispana. Por lo general, las principales discográficas de EE. UU. firman acuerdos con sus colegas latinos para trabajar en lanzamientos de álbumes o singles en inglés. Rosalía, en cambio, se unió a Columbia apenas seis meses después de firmar con Sony Music Spain y todavía canta principalmente en español: no solo una señal de barreras de género y lenguaje cada vez más permeables, sino también de su poder de estrella. «Ella es más que una artista española. Eso es lo que a todos le atrae», explica la vicepresidenta ejecutiva de Columbia, Jennifer Mallory.
Rosalía pasó gran parte del 2019 probándolo todo, lanzando una serie de singles que muestran su diversidad de habilidades. La colaboración con J Balvin «Con Altura», un homenaje al reggaeton clásico que alcanzó el 12° en la lista de Hot Latin Songs de Billboard; el himno clubero «Aute Cuture», que adorna con un toque dance-pop; y el hipnotizante «Yo x Ti, Tu x Mí» con Ozuna, que interpretaron en los VMA. «Sus canciones se pueden tararear, pero son complicadas y sofisticadas en términos de estructura», explica Jody Gerson, CEO de Universal Music Publishing Group, que anunció un acuerdo de publicación mundial con Rosalía en junio. «Es un sonido único y es completamente suyo», señala.
A pesar de la aclamación generalizada y el entusiasmo en internet, la música de Rosalía aún no alcanzó un punto de inflexión en el mercado masivo: ninguno de los singles antes mencionados entró en el Billboard Hot 100. En ¡Viva Latino de Spotify!, un concierto en el American Airlines Arena días antes de nuestra entrevista, la reacción del público latinoamericano a Rosalía fue efusiva, pero más curiosa que entusiasta con relación a la recepción de otros artistas del line up como Bad Bunny y Nicky Jam, quienes encabezaron el festival. Sin embargo, los expertos dicen que puede ser solo cuestión de tiempo, no un problema relacionado con su encanto. «El interés de la radio latina mainstream en Rosalía es enorme en este momento», reconoce Gabriel Buitrago, fundador de Summa Marketing and Promotions, quien está trabajando sus singles para la radio latina. «Como promotor, lo más difícil es formar nuevos artistas. Pero estoy sorprendido de lo rápido que la han recibido”.
Mientras trabaja en su tercer álbum y se prepara para más actuaciones en vivo, incluidos espectáculos de estadios agotados en España, Rosalía sigue procesando la rapidez con que se movió su carrera. «No puedo caminar como solía hacerlo, siempre hay un paparazzi esperando fuera del estudio», explica. «Es agobiante». Aún así, ella nunca creyó que llegaría tan lejos en sus propios términos. «Hace diez años, pensé: ‘Algún día, quizás tenga que hacer concesiones debido a la industria’», ojalá hubiera sabido que sería así. Todos a mi alrededor tienen el máximo respeto por mi visión. Todo ha sido orgánico. Estoy muy feliz de poder hacer la música que quiero en cualquier momento”.
¿Experimentaste un cambio sísmico en los últimos meses, ¿cuál es el mayor cambio?
Lo que realmente ha cambiado son las puertas que pueden abrirse. La posibilidad de hacer muchas cosas que tenía en mente, pero que parecían muy lejanas, como armar un show exactamente como lo imagino sin preocuparme por la infraestructura ni nada. Cuando empecé a grabar El Mal Querer, no tenía un sello o un equipo. Era solo mi familia, mi madre y mi hermana, y mis amigos. Tener la posibilidad de trabajar con Rebeca (León, su manager) y tantas otras mujeres que confían en mí es increíble.
Parece que cada vez que escribís una canción, pensás en 3D: la música, el video, el vivo.
Para la mayoría de las canciones sí, está todo conectado. La música es el centro, y todo deriva de eso. Primero soy música, pero comencé desde cero: rogaba para tocar en bares, tenía que anunciar mis eventos en Facebook, diseñaba mis propios posters. Cuando cantas en bares o casamientos, donde tienes que luchar para ser escuchado, ganas muchísima humildad. Estaba encima de cada detalle para que la visión se hiciera realidad.
El flamenco no es pop, es música más compleja ¿Qué hizo darte cuenta que las imágenes podrían ayudarte a contar la historia?
De adolescente, crecí escuchando (a artistas españoles como) Lola Flores y Camarón, también 2Pac y Missy Elliott. El paisaje visual que obtuve de esos actos me impactó realmente y me hizo entender que las imágenes son algo muy natural. Por más que la cantaora tradicionalmente canta sentada, ¿por qué tengo que hacer eso en mi video?, voy a darle la vuelta y crear un video donde simplemente baile en la calle. Mi prioridad siempre es proyectar la imagen de una mujer fuerte, y cuando trabajo en la edición de video, priorizo la actitud y la fuerza antes que verme bonita en una toma.
Dadas las estructuras rígidas del flamenco, no siempre se alienta romper con la tradición.
Sí, pero vengo de una generación que nació en la globalización e internet. Eso ha cambiado todo. Nunca pienso en la música como: «¿Esto es correcto o incorrecto?», siempre pienso: «¿Es emocionante o no?».
Recibiste críticas por «no ser lo suficientemente flamenco» o «no lo suficientemente latina» por la música latina, ¿te molesta?
En primer lugar, nací hablando español. Mi padre es de Asturias (en el noroeste de España). Mi bisabuelo es cubano. Mi madre es catalana (de Cataluña, una región autónoma del noreste de España). Crecí hablando catalán y español en casa, y siempre he escuchado música en inglés. Por eso, es natural cantar en estos idiomas para mí. Hago música en español porque el flamenco es mi gran inspiración. Pero hace unos meses grabé una rumba en catalán («Milionària»). Canté en inglés con James Blake porque tenía una hermosa canción, «Barefoot in the Park». Los idiomas son como los colores musicales, como instrumentos que puedes elegir. Hoy, las barreras musicales, como los géneros, están tan diluidas que realmente no existen.
Eso se ve en tu primer álbum, Los Ángeles, que incluye una versión de «I See a Darkness» de Bonnie «Prince» Billy, que cantás en inglés.
Porque lo amo. Todo ese álbum es un homenaje a la tradición flamenca desde mi punto de vista. Pero esta canción tenía mucho sentido (con la temática de las letras del álbum) entonces, ¿por qué no tener una versión? Al final, creo que nadie va a acusar a Picasso de apropiación cultural porque pintó máscaras africanas. Es un tema delicado. Siempre intento hablar de las referencias que me han inspirado. Los artistas siempre han sido influidos por muchas culturas. Hoy, todas las culturas están conectadas, y es algo hermoso y digno de celebración. El flamenco y mi país siempre han estado conectados con Latinoamérica. Los cantes flamencos de ida y vuelta («canciones de ida y vuelta» que se desarrollaron como intercambios musicales entre España y América Latina) son un reflejo de eso: milongas, la guajira, la colombiana. Se consideran de la tradición flamenca, pero se puede sentir claramente la presencia de América Latina.
Te graduaste en el Catalonia College of Music el mismo año que lanzaste Los Ángeles ¿Por qué era importante para ti tener una educación formal en música?
Nunca me sentí cómoda con la idea de depender de alguien para hacer mi música. Quería un control absoluto para desarrollar lo que estaba en mi cabeza. Para algunos, la música es sagrada: les importa mucho su trabajo y las consecuencias no importan. Para otros, la música es un vehículo, quizás estén buscando un estilo de vida o dinero. No juzgo. Pero nunca tuve apuro. Estudié durante 10 años porque quería ser artista.
Y te considerás productora y arreglista también, ¿no?
Sin duda, y me acreditan como tal. Estuve muy involucrada en Los Ángeles y en El Mal Querer, se nos acredita como productores a Pablo Díaz-Reixa (colaborador frecuente de Rosalía que graba bajo el nombre de “El Guincho”) y a mí. Siempre estoy al tanto de mis producciones porque el diseño de sonido lo es todo para mí.
Tus singles recientes han sido colaborativos: trabajaste con J Balvin en «Con Altura», y cantás «Yo x Ti, Tu x Mí» con Ozuna ¿Cómo es ese proceso?
En ambos casos, encabecé el proceso creativo. Pablo y yo empezamos a trabajar juntos en el beat y el desarrollo de las líneas principales, y luego Frank Dukes (conocido por su trabajo con Camila Cabello y The Weeknd) se sumó como productor para ambos singles. Después de eso, J Balvin y Ozuna llegaron a sus respectivas canciones. Hicimos todo con Balvin de forma remota, pero Ozuna pasó un par de horas conmigo en el estudio en Miami. Conocí a Ozu en Las Vegas (durante los Grammy Latinos de 2018), yo era fanática suya. Pablo y yo queríamos crear una canción que funcionara para Ozu, así que escuché los ritmos (que le gustan) y el tono en el que suele cantar, y a partir de ahí desarrollamos mi verso. En cuestión de minutos, escribió su verso y agregó algunos detalles. No lo podía creer.
También anticipaste una colaboración con Billie Eilish en las redes sociales a principios de este año, ¿qué podés compartir al respecto?
Cuando lancé «Malamente», Billie fue una de las primeras grandes artistas que compartió el video. Ella ha estado allí desde el principio. Luego, cuando trabajaba con Frank Dukes en Los Ángeles, Billie y yo hicimos una sesión juntas, totalmente independiente de sus otros proyectos. Escribimos con ella en el piano. Creamos una gran idea para una canción y la pasamos muy bien.
«Aute Cuture», que lanzaste en mayo, es otra canción muy diferente para vos: tiene los aplausos del flamenco, pero también muchos elementos del pop.
Pablo me pidió que trabajara con él en algunos beats para un gran artista. Cuando empecé a escribir los acordes, era muy claro: ¡El ritmo tenía que ser mío! Escribí las líneas principales unas semanas después mientras bailaba. Fue la primera vez que hice algo así, el movimiento inspiró las letras.
Dijiste que aprendiste a bailar antes de aprender a cantar, ¿qué papel suele tener el movimiento en tu trabajo y en tu show en vivo?
Desde los 13 a los 23, solo hice música y dejé el baile a un lado. Me acostumbré a cantar sentada porque eso es lo que sucede en el flamenco tradicional. Pero en este show en particular, el movimiento es importante. Hice la coreografía con Charm La’Donna (quien trabajó con Madonna y Britney Spears). Quería ponerla en la misma habitación que Ana Nuñez, una bailarina de flamenco de Barcelona con quien estaba estudiando en ese momento, y descubrir cómo podríamos crear un espectáculo en vivo inspirado en el flamenco y también en la música urbana.
¿Cómo comenzaron a trabajar juntos Charm y tú?
Quería poner el poco dinero que tenía en ese momento en la música y en el show en vivo, así que la contacté por Instagram y le dije: «Esto es lo que puedo pagar». Ella dijo que sí. Esta mujer que nunca había conocido vino a España a trabajar conmigo. Después de cinco días de ensayo, mi hermana y yo le preguntamos: «Honestamente, ¿cómo es posible que alguien de tu nivel haya venido a nosotros?», y ella respondió que sentía que Dios le había dicho que necesitaba estar allí. Es como si ella hubiera tenido la intuición de lo que podría pasar si trabajabamos juntas.
Contame de tu espiritualidad.
Siempre rezo, a mi manera, antes de subir al escenario. Siento que todos tenemos una tarea en la vida, un camino, un destino. Antes de tocar, intento conectarme con mi cuerpo. Doy gracias por la posibilidad de tocar y compartir con otros. Siempre intento reconectarme con esa intención: estar al servicio de la música.
Este artículo fue publicado originalmente en la edición del 12 de octubre de Billboard.