Hay tantos motivos para hacer música como músicos. Sin embargo, existe una razón noble, sencilla y permanente en el tiempo: motivar el baile. Bailar, como si se acabara el mundo, como si se estuviera enamorado, como bailan los que no saben bailar. Todo El Verano encara ese objetivo con vocación de maestro de ceremonias y lo consiguen con pasta de hit-makers.
Fue a fines de 2015 cuando todo comenzó. Y desde entonces, el beat nunca se detuvo. Por el plus que supone el hecho de ser una banda conformada por hermanos, la producción de los Lamastra se revela al mundo como una sinergia creativa que no admite medias tintas y solamente produce grooves con altos niveles de coerción rítmica: el pie, obligatoriamente, siempre debe marcar el pulso de la música.
Y su presente los revela en un espacio creciente del under porteño: hace poco participaron de un festival en la factoría creativa del Polo Cultural Saldías junto a Ca7riel, Bandalos Chinos y Marilina Bertoldi. Además, compartieron escenario con artistas como Benito Cerati y Rocco Posca, en una sociedad que los instala como parte nuclear de la nueva generación. Sin embargo, un gran paso hacia la consagración llegó cuando el pasado 30 de abril abrieron el show de Jungle en Vorterix.
Y su presente se justifica en años pasados cargados de trabajo: desde su fundación han publicado, al menos, una novedad por año. Y si su EP homónimo del año 2016 fue solo el despegue, una muestra gratis de un futuro prometedor, “Danza” (2017) fue la declaración explícita de aquella vocación mencionada: el baile por sobre todas las cosas. Aunque, sin embargo, el objetivo debe surgir de un camino consciente y cimentado en la búsqueda explícita: su estilo surge de un análisis concienzudo del pop más fino y cuidado y el rincón más cuidado de los ritmos urbanos.
En su tercera producción, el EP “Calor” funciona como una síntesis de un pasado veloz y mutante, que aleja a los Lamastra de la formación tradicional de cuarteto rockero clásico y los hermana en un trío apoyado por pistas y programaciones.
De ahora en más, su futuro los esperará con la certeza de que las fórmulas pasadas han funcionado. Sin embargo, ese pasado también los muestra como cultores del cambio y la búsqueda por hacer del beat, el beat perfecto. Pero una cosa es segura: el pulso nunca se detendrá. La gente quiere bailar. Y ellos saben cómo motivarlos.