Juan Pablo Theaux puede ser un nombre virtualmente desconocido, por ahora, para el mundillo de la industria musical. Sin embargo, en su haber ya enlista trabajos como productor junto a Raly Barrionuevo y los mexicanos Jenny & The Mexicats, y ha rechazado alguna que otra oferta de esas que no abundan. Sucede que la prioridad de Theaux es la banda surgida a partir de una deformación de su apellido: TOCH, junto a su hermano Andrés y otro hermano de la vida, Martín Ellena. Y es clave también el momento del proyecto: con su tercer LP, Voy a encenderme, el trío se consagró como pilar de la escena cordobesa y llenó un Studio Theater en la presentación del álbum. Esa misma sala fue sinónimo de localía definitiva para grupos de alcance nacional como El Kuelgue o Bandalos Chinos. Lo de TOCH, en efecto, ranquea alto en las preferencias del público cordobés que conecta con el reggae, los ritmos afro, el rock en español y la canción folklórica.
TOCH conjuga todo eso y también mucho más. Pero se trata, ante todo, de una música de raíz popular. Porque las canciones son, en concreto, aquello que forma el gran capital del grupo, y el trabajo sobre ellas es profundo. Algunas, tranquilamente, podrían renovar el repertorio de hits rockeros de las FM. “Allí estaré” tiene tanto de Andrés Calamaro –esa potencia colectiva de sus versos– como de Los Pericos, con una lectura sofisticada de los ritmos jamaiquinos como universo creativo. “85” remite a Dancing Mood y genera impacto inmediato con una líneal vocal propia de la dinastía Lennon-McCartney. “Ama al niño”, con Raly Barrionuevo, vira hacia la trova latinoamericana pero conecta a Cerati con Juana Molina, con lo mejor de Bersuit Vergarabat como link directo.
Buena parte de esa gama de universos tiene que ver con un detalle fundamental en la obra del grupo. El bandoneón de Ellena no es un color más en las preferencias del trío, que se completa con la batería y el bajo. Ese elemento le aporta distinción, vibración, calidez y personalidad propia. Pocos grupos pueden tocar con la solvencia y la gracia que encuentra TOCH a partir de un ensamble no tradicional y, al mismo tiempo, revelador. Los arreglos de vientos se llevan toda la atención, pero la instrumentación en general tiene un equilibrio aceitado y lleno de delicadeza. En ese mismo plan, las voces de los tres músicos juegan un papel fundamental. Escucharlos con atención (y sin distracciones) es lo más cercano a experimentar letra, melodía y armonía en primera persona. Porque estas canciones tienen la capacidad de hacernos sentir protagonistas.