Fecha de lanzamiento: 2 de diciembre de 2016
“El blues está en su ADN”, reza el bootleg de Blue & Lonesome, el 25° álbum de estudio de los Rolling Stones, y no existe frase que resuma con mayor precisión el asunto. La banda que nació hace 54 años tocando blues en Londres, Inglaterra, decidió cerrar el 2016 con un disco de clásicos de blues. ¿Qué cosa nueva se puede esperar de los Stones? ¿Con qué más podrían sorprendernos estos roqueros longevos, que algún pacto habrán hecho con el diablo para seguir en pie, girando por el mundo? Masivos, eternos, únicos, los Stones son su propio mito y fórmula, y en sus raíces se encuentran todas las respuestas. El mismo bootleg arroja otra frase categórica: “Este es un disco que tardó 50 años en prepararse, aunque se grabó solo en tres días”. Con medio siglo de blues en las venas, ¿cuánto tiempo más iban a necesitar? Jimmy Reed, Willie Dixon, Eddie Taylor, Little Walter, Howlin’ Wolf, los grandes ídolos afroamericanos de Mick Jagger y Keith Richards, aquellos que los empujaron a reinterpretar el sonido desde el otro lado del Atlántico, tienen hoy su merecido homenaje en las 12 canciones elegidas para Blue & Lonesome. Es un disco que, como si fuera poco, cuenta con la colaboración de un tal Eric Clapton en dos temas: Everybody Knows About My Good Thing y I Can’t Quit You Baby, el que oficia de cierre de la obra con un solo del maestro de la Stratocaster y un par de gritos excitados de Jagger. En su afán por volver a las bases y divertirse un rato versionando las canciones de su juventud, los ingleses, quizás sin darse cuenta, hicieron un trabajo arqueológico: seleccionaron viejos clásicos olvidados, los desempolvaron un poco, les agregaron una pizca stone (el trabajo de Jagger en la harmónica en temas como Hate to See You Go es otro punto bien alto del disco) y volvieron a poner al blues en su lugar. ¿Qué otra banda podría haberlo hecho?