Nadie en su sano juicio sería capaz de afirmar que los discos como obra-concepto siguen siendo relevantes en el 2020. El posmodernismo acelerado a la velocidad de la ansiedad por segundo de las redes sociales, empuja a los artistas a arriesgarse lo mínimo indispensable: estrenos de a una sola canción, un feat, un vivo en Instagram, todo es prueba y error. Pero The
Strokes nunca fue parámetro de nada: aparecieron a comienzos del milenio y patearon el tablero con Is This It, y vuelven dispuestos a hacerlo nuevamente en el medio del caos mundial: nada nos haría afirmar que un disco compuesto por canciones de un promedio de 5 minutos de duración estrenado en una pandemia podría ser una buena idea.
Afortunadamente, no podríamos estar más equivocados. The New Abnormal es un disco excelso que llegó en el momento perfecto de pausa en esta cuarentena para redescubrir la magia del álbum como obra. El comienzo con ‘The Adults Are Talking’ es un viaje de ida y cuenta con un sofisticado trabajo de guitarras, un ritmo hipnotizante y Casablancas jugando a ser un Crooner con falsete de lujo. La sigue la elegante balada ‘Selfless’, y en la tercera canción se expresa el ADN del disco: “Y las bandas de los ochenta, ¿a dónde fueron?” pregunta Julián en la épica ‘Brooklyn Bridge to Chorus’ y en esa frase está la clave del disco. The New Abnormal es una deconstrucción minuciosa de la música de los 80, en especial de la new wave de la escena New Yorker y del Post Punk de Television, Blondie, Talking Heads y The Cars, traída al año 2020 de manera magistral.
La referencia a los 80 no está solo marcada por las letras, el ambiente y la sutileza, sino también por la referencia directa: ‘Dancing With Myself’ (1981) de Billy Idol es la base de ‘Bad Decisions’, y de ‘The Ghost In You’ (1984) de The Psychedelic Furs, hace lo propio con Eternal Summers, canción indispensable para degustar nuevamente el falsete de Casablancas en su máxima expresión. Pero los Strokes nunca han sido amigos de la sutileza: El increíble arte de tapa (otro aspecto rara avis de estos tiempos) también hace referencia a esas fechas: es una obra de Jean-Michel Basquiat, titulada Bird On Money del año 1981. A ‘At The Door’ la conocimos
en febrero, y ‘Why are Sunday’s so Depressing’ puede engañarnos con el título, pero esas guitarras tan “Strokes” de Hammond jr. y Valensi no pueden deprimirte. “No estoy enojando, aún tengo hambre” canta Casablancas, dejando en claro que aún tiene mucho para dar. El
disco cierra con ‘Not The Same Anymore’ y una épica ‘Ode To The Mets’, y es imposible no imaginarla cerrando sus shows en vivo.
Grabado principalmente en Shangri-La bajo la producción de Rick Rubin, el registro de lo ocurrido en el estudio nos deja un fino y sofisticado sonido, lejos del Garage característico con el que la banda se hizo famosa en el 2001. A lo largo del disco, Casablancas parece decirnos que puede cantar en el registro que quiera sin desafinar, sólo porque quiere y sólo cuando él
quiera hacerlo. Hammond Jr y Nick Valensi se lucen en las guitarras en una danza que no busca protagonismo sino completitud, mientras que Nikolai Fraiture y Fabrizio Moretti ejecutan sus papeles a la perfección.
Quizás, entre tantos nombres, referencias filosóficas, históricas y contextos, la mejor forma de describir al disco es que se escucha de corrido; ninguna canción está de relleno, ni desentona con la otra. The New Abnormal se siente como si finalmente se relajaran y se rindieran a simplemente pasarla bien, y el resultado es superlativo. Su visita en el próximo Lollapalooza, con este disco bajo el brazo, sin duda traerá muchos más elementos a la mesa de los que hubiéramos recibido en marzo. No hay mal que por bien no venga.