La voz y la guitarra de Luke Pritchard terminaron de ensayar y su dueño está tomando algo en un pub con el resto de la banda −Hugh Harris (guitarra), Peter Denton (bajo) y Alexis Nuñez (batería)−. Dice que su vida es bastante normal, excepto porque está por encarar una gira mundial para celebrar los diez años de The Kooks; excepto porque firmaron con Virgin Records tres meses después de haber empezado a tocar juntos; excepto porque ganaron el premio MTV al Mejor Artista Reino Unido e Irlanda; excepto porque vendieron millones de discos por todo el planeta.
The Kooks irrumpió en la escena en 2006 con su disco debut Inside In/Inside Out. Si bien el incipiente lanzamiento estuvo eclipsado por Whatever People Say I Am, That’s What I’m Not, de los Arctic Monkeys, rápidamente escalaron los charts europeos hasta cruzar el océano y convertirse en sensación. “Cuando era chico tenía más confianza, quería ser tan grande como Oasis [risas]. Estaba expectante. Que nos vaya mejor que nunca después de cinco discos es genial –sostiene Luke–. No creo que nada haya cambiado verdaderamente. Intento mantenerme normal. Por suerte somos bastante famosos, es lindo, pero somos conocidos por nuestra música, no somos celebridades. Creo que la gente conoce más mis canciones que mi cara. Me gusta. Voy al estudio, trabajo, nos vamos de gira, paso tiempo con mi novia”. No le gustan las anécdotas locas, porque siempre resultan aburridas y bastante cliché. Manifiesta que son tranquilos, corrientes, que hacen lo suyo, tienen el control creativo y les va bien, que está realmente orgulloso de eso.
«Kooks», de David Bowie, es un himno para las futuras generaciones excéntricas y marca los pasos de la banda. Lo expresan sin vueltas: The Kooks está absolutamente colgado en romance, y ahora más que nunca. Creen que el mundo necesita más de las cosas importantes como familia, amor y fe. Saben que Bowie no se equivoca. ¿Y qué significa el amor para alguien que constantemente escribe sobre eso? “Es una pregunta difícil para mí –dice Luke–. Respeto, alegría, estar seguro, especialmente cuando crecés. Cuando sos más joven, el amor es como ser Bonnie & Clyde. Querés ser apasionado todo el tiempo. Se odian, se aman, se odian, se aman. El verdadero amor es respeto y admiración, no es exagerado. Es una cosa hermosa y es incondicional. Siempre”.
The Kooks trabaja en su nuevo disco. Lo describen como clásico, pero ecléctico. Anticipan que será completamente diferente a Listen (2014), donde la experimentación estuvo más presente que nunca. No tienen recetas, desconocen fórmulas. “Si supiera, tendríamos más hits [risas]. Cambia todo el tiempo. Una buena canción, no solo comercialmente, es atemporal y dura para siempre. No intenta ser alguien más o algo más. Tiene confianza y respeto. Cuando realmente es una buena canción, no decís: ʽAh, suena como estoʼ o ʽSuena como aquelloʼ. A esa canción le puede ir bien por un minuto, pero no más. No soy Max Martin ni Ed Sheeran como para decir ʽTengo una fórmula para escribirʼ, pero una buena canción de verdad suena como algo que nunca escuchaste y es honesta”.
En 2016, encabezaron el Personal Fest en el país, hicieron un sideshow en Niceto y después fueron a bailar salsa y a lecturas de poesía. Luke se entusiasma cuando habla al respecto: “La Argentina es increíble, me gusta la vida nocturna, y la música es maravillosa”.
El 10 de mayo, The Kooks presentará su Best of The Kooks World Tour en el Luna Park y festejará sus diez años. Una década parece bastante, pero en el mundo de la música no es tanto: su historia recién comienza y, partiendo de Bowie, solo se puede llegar al infinito.
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