Pocos grupos británicos tuvieron una carrera tan complicada como la de The Kinks. Los hermanos Ray y Dave Davies llevaron adelante su sociedad musical durante 32 años hasta su disolución tardía en 1996, convirtiéndolos en uno de los grupos más longevos del rock junto con Jethro Tull, Black Sabbath, Pink Floyd y The Rolling Stones. Pero a diferencia de estos, su éxito se vio coartado. No se debió a una cuestión de talento ni de suerte, sino de actitud: The Kinks irradiaba energía desde su rhythm and blues lacerante cargado de melodías, pero no siempre podía ser llevada a buen puerto debido a los temperamentos de sus miembros. Mientras Pete Townshend y Keith Moon (The Who) destruían sus equipos como parte del espectáculo, The Kinks batallaba con verdadera violencia, tanto arriba como debajo del escenario: sus integrantes y sus seguidores contra la policía. Diversos enfrentamientos fueron suficientes para que el Gobierno de los Estados Unidos les negara la visa de trabajo y no pudieran dar shows en suelo americano, perdiendo así la posibilidad de integrarse al mercado más grande del mundo durante los años decisivos del diálogo entre ambos continentes.
The Kinks se mantuvo activo por Europa y evidenció su capacidad creativa y compositiva en discos que evolucionaban notoriamente de uno al otro, pero el daño comercial estaba hecho. The Kinks Kontroversy (1965) juega desde el título con sus escándalos, pero también con la posibilidad de dejar disconformes a sus fans, ya que se corrían levemente de su sonido tajante para dar lugar a la intromisión de nuevos lenguajes. Face to Face, su obra siguiente, fue un paso más allá en estas búsquedas sonoras al incorporar diversos instrumentos de época como ya se había hecho en otros discos de 1966, como Pet Sounds. Pero es con Something Else que se consagran como un grupo fundamental del pop barroco que condimentaba los caminos y las posibilidades psicodélicas de 1967.
The Kinks da un paso hacia la madurez musical con la que lidiaba la mayoría de los grupos tras la explosión generada por Sgt. Pepper’s y, a diferencia de muchos, logró salir victorioso con una obra decisiva en su carrera y en sus discos posteriores. Something Else salió al mercado el 15 de septiembre tras haber sido grabado durante la primera mitad del año, lo que dio un panorama amplio pero concreto de las novedades de entonces (aunque algunos temas tuvieron su registro durante 1966).
David Watts inaugura el disco de una manera algo tosca, ya que es imposible escuchar el tema sin evocar a Let’s Spend the Night Together, de The Rolling Stones, single editado en enero de ese mismo año como apéndice del álbum Between the Buttons, que también tuvo un rol clave en la evolución orquestal del rock y el pop. Mientras que Death of a Clown, una de las tres canciones en las que participa Dave como compositor, remite a la idea circense y casi de music hall, y por lo tanto a Sgt. Pepper’s (al igual que lo hará el tema Tin Soldier Man).
Two Sisters expone el orden de las canciones como algo ciertamente ciclotímico. El tema está comandado por el clavicordio, lo que entrega un aura nostálgica que rompe absolutamente con el clima de la anterior y da paso a No Return en clave bossa nova, que parece funcionar como una clase magistral para el primer Marc Bolan de Tyrannosaurus Rex y, por consiguiente, a Devendra Banhart. Harry Rag se sostiene por la batería de corte marcial y melodías que abrazan su orgullo folklórico británico sin ningún tapujo, mientras que Situation Vacant cierra el lado A del álbum con un sonido más holgado y roquero. Incluye intervenciones llamativas de un órgano Hammond que funciona como licencia para el inicio de la otra cara de Something Else, un poco más eléctrico y con menos matices, aunque el cierre con Waterloo Sunset lo empaqueta como una obra redonda.
La evolución creativa e instrumental con la que trabaja The Kinks logra hacer frente a los desafíos de 1967, uno de los años más complejos en la historia del rock, donde la gran mayoría de los grupos demostraron su destreza para conjugar el género con otros estilos o perecer en el intento. Con Something Else, The Kinks confirma sus capacidades para hacer pop con elementos que hubiesen acobardado a otras agrupaciones.
Después de Something Else
The Kinks se caracterizó por tener una carrera algo heterogénea y ripiosa. Hay discos que fueron completamente olvidables, manchones imborrables frente a las obras que valían la pena. Pero lejos de querer recordar aquellos fracasos, cabe destacar sus logros generados hacia fines de los 60 e inicios de los 70. Su siguiente obra, The Kinks Are the Village Green Preservation Society, está en deuda directa con su obra antecesora: la canción Village Green fue compuesta y registrada durante la grabación de Something Else. En una entrevista con la publicación MOJO, Ray Davies admitiría que aquel álbum suena como demos muy bien grabados, “(…) es el precursor de todo el movimiento indie”.
Something Else fue el primer disco con Ray como productor y el último de su antiguo colaborador Shel Talmy. Pese a la inseguridad admitida de Ray Davies sobre sus dotes en ese rol, el resultado fue un fuerte disparador para que The Kinks tomara las riendas de sus mejores discos, como fueron Arthur, Lola y Muswell Hillbillies, donde terminaron de ratificar su elevación artística.