Brandon Flowers admite que está pensando en su legado a pesar de tener solo 36 años. “No es algo de lo que hablo mucho –dice el frontman de The Killers sentado en un sillón del Grand Hotel del Soho neoyorquino–. Pero a medida que envejecés, te ponés más consciente del tiempo y de lo limitado que es. Y el megalómano dentro tuyo dice ‘Bueno, ¿qué tipo de marca dejamos?’”.
Tranquilo y meditabundo, Flowers ya no es más la bujía criada en Las Vegas que usaba delineador en los videos musicales, que mezclaba orgullosamente su mormonismo con el glam-pop y que declaró una vez en una entrevista de 2004: “Quiero que seamos el U2 americano”. En cierta forma, no estuvo tan lejos. Junto al éxito comercial –7.1 millones de álbumes vendidos, según Nielsen Music, con 12 hits en el top 20 en el chart Alternative Songs y cientos de shows de arenas–, el legado de The Killers es maleable, aún más que el de Bono y compañía. Flowers, el baterista Ronnie Vannucci, el guitarrista Dave Keuning y el bajista Mark Stoermer conquistaron la radio roquera con hits new wave llenos de sintetizadores como Mr. Brightside y Somebody Told Me, del debut de 2004, Hot Fuss. Desafiaron las expectativas con su siguiente disco, Sam’s Town, inspirado en Springsteen, odiado por la crítica y considerado un clásico de culto. Y ahora, han coqueteado con el dance-pop, la electrónica y el heartland rock.
El quinto álbum, Wonderful Wonderful, es otra amalgama de sonidos: el primer single, The Man, es un track disco, mientras que otros temas como Run for Cover y Some Kind of Love apuntan al post-punk y las baladas, respectivamente. No obstante, el álbum, disponible a partir de septiembre, es también el más introspectivo hasta la fecha. Flowers sostiene que Tyson vs. Douglas trata de héroes caídos y cómo espera que sus tres hijos, (Ammon, de 9 años; Gunnar, de 7; y Henry, de 6) “nunca me vean caer”, como Mike Tyson en su impresionante derrota de 1990 ante Buster Douglas. Por otro lado, Have All the Songs Been Written, un himno destinado a ser convertido en karaoke, describe la dificultad del grupo a la hora de hacer el álbum. La diferencia de cinco años que hubo entre Battle Born, de 2012, y Wonderful Wonderful es la más extensa que ha tenido el grupo. Con todos los miembros viviendo en diferentes estados (Flowers se está mudando a Utah, Vannucci y Keuning se mudaron a California, y Stoermer divide su tiempo entre Los Ángeles y Las Vegas), este disco ha sido el más difícil de terminar.
“La dinámica cambió –cuenta Flowers–. Cuando empezamos a componer, todo era posible. Ahora, hay un peso encima de nosotros: si podremos hacer de vuelta lo que hicimos. Esas cosas se meten en tu cabeza”. Según Stoermer, la banda empezó el proceso creativo en octubre de 2015 y pasó un año formulando ideas que terminarían descartadas. “Tratamos de componer canciones en grupos, en pares, cocomponiendo con los productores –dice Stoermer–. Mucho material quedó dejado de lado”. En el medio de todo, Stoermer manifestó que no quería seguir saliendo de gira con The Killers. El bajista de 40 años, que graba música como solista y está por conseguir su título en Historia del Arte, dice que las giras del grupo (la gira de Battle Born implicó 140 fechas) lo hacen sentir desenfocado. “Hacer música con The Killers me hace feliz, pero estar en la ruta y en el estudio es demasiado”, explica.
El resto de la banda sabía cuán infeliz estaba Stoermer con las giras; en parte, fue la razón por la cual Flowers grabó dos álbumes solistas entre los proyectos de The Killers. Una vez que el grupo decidió contratar a un bajista sesionista para las giras, Stoermer se mostró “mucho más agradable” en el estudio, dice Flowers. “Está en la banda, nos ayuda a componer. Solo que no hace tantos shows –aclara Flowers–. Es un obstáculo, pero tenemos las posibilidades de sortearlo”. El proceso también se hizo más sencillo una vez que el grupo decidió quedarse con un solo productor. Después de trabajar con los veteranos Ryan Tedder y Steve Lillywhite, The Killers llamó a Jacknife Lee (Taylor Swift, R.E.M.) para que se pusiera al frente de Wonderful Wonderful, luego de que Flowers recibiera una recomendación del mismísimo Bono. “Jacknife está haciendo el disco de U2 –cuenta Flowers–. Lo conocimos y nos encantó. Lo probamos [en el estudio] y nos gustó más todavía”.
Flowers evita las preguntas sobre su relación con Bono y sobre cuántas veces se junta a charlar con la leyenda del rock. Está más interesado en hablar del actual show de estadios de U2 y en contar cómo se sintió cuando vio por primera vez a la banda tocar en 2001 en Las Vegas. En ese momento, Flowers tenía 20 años. No tenía idea de que su grupo eventualmente sería telonero de U2 después de cuatro años y de que estaría emulando la ambición compositiva en el quinto álbum de The Killers (el quinto LP de U2 fue el clásico de 1987 The Joshua Tree).
“No estaría así de entusiasmado si las canciones no se sintieran bien –afirma Flowers–. Venimos escuchando un montón de música falsa, diseñada para el oyente sin discernimiento. Está bueno cuando tenés ese sentimiento de saciedad, un deseo bien cuidado y material fuerte detrás. Ahí es cuando te das cuenta de que tenés algo”.