A veces, todo lo que rodea a un disco es más importante que lo que la banda tiene para decir. Otras veces, más excepcionales, el contenido y la forma coinciden en el camino hacia una propuesta imaginativa y rupturista. En 2007, Radiohead publicó el álbum que cambió la forma de entender el negocio de la música en el siglo XXI. A partir de allí, en un mundo post In Rainbows, Superchería comenzó a pensar su identidad en un contexto global más propenso a cambiar los cómo y los porqué de la industria, aunque en un ambiente nacional todavía más conservador. Hoy, diez años después, ellos pueden estar felices de haber visto algo antes que los demás.
Como se dijo: una década atrás, ellos germinaban al ritmo todavía secreto de la obra de Thom Yorke y compañía. A principio de 2007 comenzaron a sonar las canciones de ambos proyectos en la intimidad de cuatro paredes. Para fin de año, ambas propuestas estaban en la calle. No, en la calle no. En la web. Porque, que quede claro, la hermandad imaginaria Radiohead/Superchería no comparte ni un gen en el ADN musical. Al contrario: cuando en Radiohead todo es sombra y demonios personales, en la banda argentina todo es luz y una locomotora constante. El hilo invisible que une los conceptos más bien tiene que ver con la búsqueda de romper una tradición.
Gracias a todxs lxs que fueron ayer a @NicetoClub! Fue una noche increíble para nosotros, nos vemos muy pronto! pic.twitter.com/yHofGEg6vY
— Superchería (@Supercheria) November 11, 2016
En octubre de 2013 editaron su segundo trabajo. Luego del éxito más bien modesto de Una casa detrás, su álbum debut, comenzaron a apostar por esa idea de romper el círculo lógico de compraventa musical. La naturaleza de las cosas fue editado bajo el sello de Taringa! Pero la novedad no estuvo ahí, sino en la forma: no vendieron un disco, un CD, sino un link, un código de descarga que además incluía material exclusivo. Pero el packaging tampoco era convencional: esa contraseña estaba oculta dentro de una figura de un búho, el mismo que forma el logo de la banda. Así, por detrás y sin mucho aspaviento, editaron el primer disco objeto del país. Para coronar la idea, un mes después, 150.000 personas vieron vía streaming su show en el Club Cultural Matienzo.
Ahora, luego de la salida reciente de su nuevo disco objeto, Faros, la búsqueda sigue siendo la misma de siempre: proponer una nueva forma de consumir música, pero con el contenido siempre antes que la forma.