Steve Vai demostró, una vez más, que lo suyo no es un culto al ego ni a su virtuosismo individual, sino que es un tributo a la guitarra, a la música y a su público. En un Luna Park repleto –la mayoría rondaba los 40 años–, el guitarrista estadounidense cerró su maratónica gira de 140 shows por el 25° aniversario de su clásico Passion and Warfare, y dejó la puerta abierta para una nueva y pronta visita a nuestro país.
Tras verse en la pantalla gigante escenas de Crossroads –el film de 1986 en el que un Vai endemoniado pierde la batalla contra el joven Ralph Macchio (el mismísimo Daniel San, de Karate Kid)–, el genio de 57 años que nació en Carle Place salió al escenario iluminando su Ibanez blanca con lámparas de colores escondidas en su capucha. Su banda se completaba con grandes talentos: Philip Bynoe en bajo, Dave Weiner en guitarra y teclados, y Jeremy Colson en batería.
Para el precalentamiento, Vai prefirió cuatro clásicos del resto de su discografía, apelando al machaque irresistible de Bad Horsie (Alien Love Secrets, 1995), al funk de Crying machine (Fire Garden, 1996), al hard rock de Gravity Storm (The Story of Light, 2012) y a las hermosas y conmovedoras melodías de Whispering a Prayer (grabada en el Teatro Gran Rex en el año 2000 durante el The Ultra Zone Tour y editada al año siguiente en Alive in an Ultra World).
Una vez que comenzó el despliegue del arsenal de éxitos que es Passion and Warfare, que ganó tres premios Grammys y vendió 15 millones de copias en todo el mundo, Vai también empezó a rendirle culto a sus fans y a sus grandes colegas y amigos, en un juego de ida y vuelta entre el escenario del Luna y las proyecciones de la pantalla gigante. Así, aparecieron Brian May para Liberty, Joe Satriani para un frenético duelo de guitarras en Answers y John Petrucci, de Dream Theater, para The Audience is Listening.
Más allá de su tremendo curriculum que incluye haber tocado con Whitesnake, Public Image Ltd y David Lee Roth, y haber sido parte de los tour G3 junto con otras bestias como Robert Fripp, Steve Morse e Yngwie Malmsteen, la gente demostró con cada aplauso su gran admiración y afecto por Steve Vai como persona, y él, agradecido, se encargó de devolver más cariño con For the Love of God, Sisters y Love Secrets.
El pico de la noche llegó con el cover de Stevie’s Spanking, de su recordado maestro Frank Zappa, y le siguió Racing the World. Tras una ovación, el público argentino se hizo acreedor de un regalo final: Fire Garden Suite IV/Taurus Bulba.
Como si le faltara un poco más de emotividad a la velada, empezó a sonar de fondo la versión de Hallelujah de Jeff Buckley, a dos semanas de haberse cumplido 20 años de su muerte. Y, en ese contexto, Steve Vai pidió un micrófono y se despidió hasta un nuevo encuentro con Buenos Aires y su gente: “No pude haber pensado un mejor lugar que esta ciudad para terminar la gira. Por eso, quiero agradecer todo el apoyo de todos estos años. Es un honor llegar a su ciudad y poder verlos nuevamente. Gracias, gracias, gracias. Nos vemos la próxima, Dios los bendiga”.
Steve Vai presentó a Brian May y me dio un micro infarto…. se me pasó cuando Brian apareció en la pantalla gigante y no en el escenario