Slash lo hizo otra vez. Ya sea con los Guns ‘n’ Roses, Snakepit, Velvet Revolver o con Myles Kennedy & The Conspirators, su conexión con la fauna rockera local no sabe de fisuras. El sábado pasado, ante 12 mil personas en Mandarine Park, desplegó su talento con canciones de todos sus proyectos, acompañado por Myles Kennedy, una de las mejores voces del hard rock actual.
El show empezó con You’re A Lie del disco Apocalyptic Love, y no había nadie en el público que no coreara la canción: en tiempos en que los adolescentes concurren a los recitales solo para sacarse una selfie y documentar su presencia, en la noche de Mandarine todos sabían las canciones de Slash, pertenecieran a la época que fuera. Las llamas del comienzo no hicieron más que propagarse con la segunda canción, el clásico de Appetite for Destruction, NightTrain, seguida de Halo, Ghost, Back From Cali y Wicked Stone, de su más reciente álbum que los trajo de gira, World on fire.
Después de Mr. Brownstone y You Could Be Mine, ambos de los Guns, el carismático bajista Todd Kerns tomó el centro del escenario para cantar We’re All Gonna Die y una muy interesante versión de Welcome To The Jungle, más hardcore que la original.
Kennedy regresó con el máximo hit de Velvet Revolver, Fall To Pieces, Beneath the Savage Sun y una extensa versión de Rocket Queen, con un solo de Slash de varios minutos en el puente de la canción. Luego de World On Fire y Anastasia, fue el turno de dejar contento al público femenino con el superclásico Sweet Child O’ Mine, y para los bises, llegó lo que todos esperaban: Duff Mckagan se sumó para aquella mítica canción que abría los conciertos más salvajes de los Guns n Roses, It’s So Easy, y Gilby Clarke en Paradise City, cerrando una noche soñada.
Más temprano, cuando el sol todavía daba en el escenario, fue el turno de los otros ex Guns: A las 19 horas, Gilby Clarke y los Coverheads abrieron la jornada, que tuvo su mejor momento en one hit wonder Cure Me Or Kill Me, seguido de los covers Knocking On Heaven’s Door (Bob Dylan) y Dead Flowers (Rolling Stones) para cerrar con su otro éxito individual, Tijuana Jail.
A las 20 fue el turno de Duff McKagan junto a Loaded, quien también interpretó canciones de diferentes épocas de su carrera solista, aunque el rubio estuvo bastante más apagado de lo usual, y no pudo conquistar al público ni siquiera con So Fine; recién al final del show logró saltos y aplausos con dos clásicos del punk, Attitude (Misfits) y New Rose (The Damned)
Shows como el de Slash en Mandarine dejan en relieve porqué en los recitales de Axl Rose el cantante oriundo de Indiana hace echar a fanáticos del público que se atrevan a usar remeras de Slash: la integridad y pureza musical del guitarrista de la galera se mantvo (e incluso aumentó) más allá de la leyenda gunner, algo que Axl Rose nunca supo ni pudo superar.