¿Qué clase de show están preparando? ¿Sonarán únicamente canciones de los dos primeros álbumes o habrá algún adelanto?
Estamos analizándolo. Lo más probable es que toquemos los dos primeros discos y le sumemos algunos detalles nuevos. Dejamos mucho a la libertad, la improvisación y a lo que sucede en el instante. Prestamos mucha atención a lo que sentimos en el momento, eso le da un color distinto a cada presentación. A pesar de estar grabando nuestro tercer LP, no queríamos dejar de tocar.
¿Y qué tienen pensado con respecto a la puesta en escena?
La escenografía se va ajustando y metamorfoseando en cada show. Nosotros salimos pintados, entonces cuando la pintura se derrite por el calor de las luces nuestra ropa va tomando diferentes colores. Nos divierte jugar con eso.
Están grabando el sucesor de Aquelarre. ¿Cuándo comenzaron a trabajar en eso?
En diciembre fue cuando empezamos a trabajar de manera más continua en el tercer álbum, pero algunas de las canciones las tenemos desde hace más tiempo, como desde hace un año atrás. Decidimos grabarlo distinto a como veníamos haciendo: el primer disco se nos hizo largo y condensa los primeros diez años de la banda, mientras que Aquelarre lo grabamos en un mes, con otra intensidad por lo que estábamos pasando a nivel humano. Cuando planteamos este disco no queríamos ni una cosa ni la otra. Decidimos grabarlo con más tiempo y ver qué pasaba con nosotros sin tener tanta presión de horarios, reloj y fechas.
Estamos súper contentos por la forma en que está saliendo. Lo estamos haciendo con nuestros tiempos, con nuestras vicisitudes, con nuestra forma de ver las cosas, sin presiones, sin reglas, totalmente libres, eso es impagable.
Sig Ragga tiene una puesta artística compleja que entrelaza la música con el cine, la pintura, el teatro, y las artes plásticas. ¿Cómo lo definirías con tus palabras?
Es bastante complejo, es un grupo de arte. Hoy en día la banda es música, pero sumamos tanto las artes que no me imagino a Sig Ragga sin todo eso. Es parte de la banda, todo está entrelazado. Quizás al principio la inclusión del arte estaba relacionada a la rebeldía adolescente de no parecerse a algo, pero con el tiempo nos dimos cuenta de que no pasaba por la rebeldía, sino que tenía un sentido que traíamos de otro lado. Nuestra reuniones no eran solamente musicales, también nos juntábamos a ver películas o pinturas, y ahí es como mamamos todas las ideas y se formó el collage que es Sig Ragga.
¿Creen que este collage influye en la relación tan particular que tienen con su audiencia?
Sí, totalmente. La relación con el público se fue dando gradualmente, hubo que romper esa barrera de lo que uno espera de una banda. Cuando vas a ver una banda esperás determinadas cosas y nos costó mucho romper con eso. Estamos caracterizados, pintados, nos formamos en fila con el baterista adelante, hay un montón de cuestiones técnicas. Creo que al principio les resultaba extraño y de a poco fuimos comunicándolo de una forma silenciosa, por así decirlo. Se entendió la idea, se respeta y se creó esta relación. A mí más que el aplauso, lo que me impresiona es el silencio, es increíble.