
Es normal ver cómo los artistas alcanzan picos de popularidad que después no puedan superar nunca más. Esa imposibilidad no significa que pierdan calidad musical; de hecho, en algunos casos, es irónico cómo cuanto menos es la popularidad, mayor es el nivel musical. Sepultura es una de esas bandas que marcó la historia de la música con clásicos imperecederos, pero contrario a lucir preocupados por superarlos, el grupo parece relajado, y continúa desarrollando su nivel musical. ¿Su única preocupación? Poder interpretar cada tema de la mejor forma, por respeto a los fans.
Buenos Aires los recibió el pasado 20 de octubre con la excusa de celebrar Machine Messiah, el más reciente lanzamiento de los brasileños, quienes acompañados de los locales Against y Avernal, ofrecieron en Groove una velada metalera de calidad. El conjunto de Andreas Kisser, Paulo Jr, Eloy Casagrande y Derrick Green paseó por su discografía durante una hora y media de show, con el nuevo disco el gran protagonista.
“Quiero dedicar esta canción a nuestro club de fans en Argentina; hacen un increíble trabajo”, dijo el capitán Kisser antes de interpretar Sepultura Under My Skin. La recepción de los nuevos temas fue positiva, pero no es ningún secreto que todos esperaban los emblemáticos hits. Los mayores pogos se formaron con Inner Self, Refuse/Resist, Arise y Territory, ésta última, con el vocalista golpeando su tambor. El poderoso Roots Bloody Roots se encargó del cierre.
El baterista Eloy Casagrande es el más joven y a la vez, el más impresionante. Castiga los parches con una energía y precisión envidiables, siempre en sincronía con Paulo Jr, que desde el bajo prefiere mantener un perfil bajo. Derrick, por su lado, intimida con su presencia, y aunque su español es limitado, no deja de agradecer y lanzarle al público algunas frases, invitando siempre a que se mantengan activos.
Pocas bandas de metal pueden sonar con tanto poder teniendo una sola guitarra. Cada solo de Andreas Kisser, cada machaque, cada tapping fueron impecables mientras agitaba su cabellera y hacía sus típicas poses de rockstar.
La meta del artista real –el que es movido por el arte antes que por el dinero– es superar su propio nivel. Sepultura es un buen ejemplo de ello. Desde 1984, han apuntado a lo más alto y si bien su pico máximo de popularidad ya pasó, su ejecución musical ha ido en continuo crecimiento. En Groove, demostraron que hoy viven su momento de mayor nivel.