Es la primera vez que se ve al Indio en un plano tan cerrado. El mito se humaniza: en la película se ve cómo ríe, cómo juega y se comunica con sus fieles, cómo agradece cada muestra de cariño. Se lo ve bailar y admirar a su banda demoledora, que traza una línea histórica en el rock nacional ya que sus músicos tocaron con Luis Alberto Spineta (Marcelo Torres, bajo), Andrés Calamaro (Baltasar Comotto, guitarra), Gustavo Cerati (Martín Carrizo, batería) y los Redondos (Hernán Aramberri, batería y programaciones). A ellos se les suma Pablo Sbaraglia, en teclados y guitarra acústica; Gaspar Benegas, en guitarra; Alejo Von der Plahen, en saxo; Ervin Stutz, en trompeta; Deborah Dixon y Luciana Palacios en voces.
La filmación presenta a una banda unida, no como un mero acompañamiento del cantante. Todos tienen su momento de brillo, incluso la sección de vientos y las coristas. El sonido es nítido y se distingue cada instrumento. La calidad supera con creces la media de los recitales filmados en la Argentina. Se destaca el trabajo realizado en Abbey Road por el ingeniero ganador de dos Grammy, Sam Okell, que participó en el equipo que remasterizó todo el catálogo de los Beatles y trabajó en discos de Paul McCartney y George Harrison. Un dato favorable es que, si bien hay planos del público, no es una oda a la misa ricotera. La película no busca complicidad con los fieles. Se aprecia el carnaval, pero ante todo es una filmación de un recital del Indio. El canto de la hinchada no invade el sonido de la banda, ni Solari busca que su público cante partes de las canciones.
En la misma presentación para la prensa se cantaron algunos temas y se aplaudió rabiosamente cada canción. Incluso algunos invitados se pusieron a bailar. Por la calidad de la película, no es ilógico creer que las fechas en el Luna Park y en todo el país comenzarán a multiplicarse.
Foto: Jerónimo Fernández