“Tal vez le confiaré / que eras el vestigio del futuro” canta Spinetta en “Los libros de la buena memoria”. Y cuando las redes sociales ofician como máquina del tiempo, Santiago Bisi canta la misma canción: en un loop infinito de 15 segundos grabados en mayo del 2016, él susurra las primeras estrofas y ahí, justo cuando está por llegar al verso mencionado, todo vuelve a empezar. Pero no importa, porque la ausencia de sentencia también es sentencia al fin: meses después, editaría Ensoñación, su primer y, hasta ahora, único trabajo de estudio.
Con una utilización ambiental de las cuerdas –su uso de la guitarra electroacústica es sutil, pero necesario– consigue climas que recuperan el valor de lo instrumental y vuelven difusa la línea de la canción tradicional.
Su audio, que es profundo y trascendente, se resignifica en el hecho de que sus redes sociales brillan por su misterio: a cuentagotas hay novedades e, incluso, ni siquiera las hay. Como si se recuperara la lógica primitiva del artista, el que quiere a Santi Bisi que lo busque en sus canciones.
Aunque ya tengan casi dos años de lanzadas y solo sean cinco, allí sobra la información: su voz no es la de Spinetta, pero su prosa sí; no tiene el timbre de Cerati, pero sí su cadencia, su musicalidad; no encuentra los estribillos de Maxi Trusso, pero tampoco los necesita: tiene su ritmo y su buen gusto. Sabe lo que quiere y sabe cómo obtenerlo: no solo compuso música y letra de Ensoñación, sino que también produjo el trabajo.
Ya desde la portada, la propuesta resulta misteriosa: en tonos de blancos y negros, su cara se asoma horizontal como queriendo soplar la luna. Y una vez más, en ese encuentro de contrastes, el sol se asoma brillante por encima. Ahora, de cara al futuro y con un sonido más que bosquejado en los cinco temas que componen su trabajo, la decisión seguramente será entre darle más espacio a la luna o al sol. Pero si consigue mantener ese claroscuro enigmático que propuso en Ensoñación, entonces es como seguirá por buen camino.