El puertorriqueño tomó una muestra de su ADN y con los resultados emprendió una gira a nivel global para dar vida a un disco con sonidos de los países que integran su huella genética: Siberia, Rusia, Armenia, Georgia, Osetia, China, Burkina Faso, Ghana, Nigeria, España, Inglaterra, Estados Unidos y Puerto Rico. Los detalles de este proyecto ambicioso en palabras de su propio protagonista.
Según tu nueva plataforma on-line (www.residente.com), estamos a 5944 kilómetros de distancia. ¿Te encontrás en algún lugar de los Estados Unidos?
– Sí, en este momento estoy en Nueva York. La plataforma digital muestra la distancia en la que cada uno se encuentra de mí. Se puede conocer el recorrido de mi viaje e intenta conectar a todos, dar un cierre global al proyecto.
Este proyecto trajo como resultado artístico un disco, un documental y un libro, ¿pero qué resultado personal o espiritual generó en vos?
– Fue positivo. Tuve un gran momento reflexivo. Antes de empezar el proyecto, estuve un par de meses escribiendo cosas que no eran canciones, era algo más introspectivo, donde me preguntaba por qué escribo, por qué me dedico a esto… y así logré digerir todo lo que había pasado hasta el momento. Luego, viajando, tuve muchos momentos reflexivos, como en Siberia, donde me encontré en un bosque rodeado de naturaleza y de nativos, haciendo música con ellos y confirmando cosas, aspectos de la vida que ya sabía pero que ahora pude asentarlos. Por ejemplo, darme cuenta de que es muy real el hecho de que los países grandes les quitan a los más pequeños, como es el caso de Francia con Burkina Faso (África Occidental). En definitiva, hubo momentos personales de confirmación y profunda reflexión.
El primer single, Somos anormales, se diferencia de lo que venías haciendo en Calle 13 y tiene un concepto mucho más global, dirigido a la humanidad y alejado del contexto sociopolítico. ¿Todo el disco mantendrá la misma temática?
– Sí, el disco mantiene ese concepto y posee muchas canciones con esa esencia global de la que hablás. Pero también es accesible para todos. Está hecho para que todo el mundo lo pueda entender.
¿Cómo lograron crear para el logo del disco una palabra que todo el planeta pudiera entender, sin importar el idioma?
– Eso fue un proceso. Lo hice con la gente de Hello Monday, una compañía de Dinamarca. Hubo muchas idas y vueltas, mucho trabajo, primero me mandaron tan solo una “R”, luego, otra cosa que me había gustado pero no me convencía. Me mandaron como diez posibilidades hasta que dimos con el perfecto. Este tiene que ver con el lenguaje universal, una tipografía que todos pueden comprender basada en algoritmos específicos.
¿Cómo trabajaste con los músicos de Siberia?
– Esa es una de las cosas que más rescato de esa canción. Pude tomar los sonidos de Siberia de forma genuina y real. Toqué con los tuvanos [nativos de Siberia], pero no me puse a tocar sus canciones, sino que juntos armamos algo nuevo, mezclando lo mío con lo de ellos.
Este video fue tu debut como director, ¿en algún momento de tu vida te gustaría hacer cine?
– Sí, esos son mis planes. Estuve como ocho años estudiando todo tipo de arte, y en ese tiempo me dediqué bastante al cine, pero me faltaba la práctica. Siempre que estoy escribiendo las letras me imagino todo lo que pasará en el video, soy una persona muy visual.
¿Por qué elegiste un estudio tan clásico como Electric Lady para grabar?
– Ya había mezclado ahí el disco pasado y me hice varios amigos. Había gente con la que quería trabajar y me pareció espectacular la vibra que sentí. Antes de decidir que haría todo esto basado en el ADN, cuando estaba en Electric Lady comencé a escribir algunas de estas ideas. Además, han pasado grandes artistas por ahí [Jimi Hendrix, Bob Dylan, John Lennon, The Clash, AC/DC, Guns N’ Roses, entre muchos más], lo que genera una energía diferente, y está ubicado en West Village, un lugar muy chévere para estar.
el mejor video musical que he visto