Entraron al pago sin golpear, ese fue el consejo. Durante los últimos años, la renovación del folklore argentino se convirtió en una realidad fructífera y diversa. Hay artistas emergentes que ya integran los grandes carteles de los festivales masivos y hay otros que apenas han editado su disco debut. Su arado, sin embargo, también define la nueva geografía musical. “El folklore se ha despojado de sus rezongos telúricos”, explica a Billboard el historiador, ensayista y biógrafo de Atahualpa Yupanqui, Sergio Pujol. “Lo interesante está pasando por el folklore entendido como una de las máximas expresiones de la música popular argentina”, engloba, pensando en la actualidad de las culturas juveniles locales.
Artistas como Bruno Arias, Milena Salamanca y la Bruja Salguero, por ejemplo, mostraron la fuerte presencia que ya tienen en el Festival de Cosquín. El primero como número central, la segunda como artista fija con derecho a voz y voto, y la tercera como consagración, durante la última edición, gracias a una carrera frondosa. El tornado que provocan las actuaciones de Nahuel Pennisi (tanto en el ND Ateneo como en un festival), la nueva poesía de José Luis Aguirre y hasta Coqui Ortiz, que demuestra que una región como el Litoral puede generar su propio ecosistema, también construyen signos de vientos renovadores. Son músicas unidas por un tiempo, un espacio y un contexto. Composiciones y estéticas de la variedad que les propone una música de tradición popular, los distintos folklores regionales del país.
Ya no son aquellos pequeños atisbos de apariciones desbordantes como las de Soledad, Abel Pintos o Raly Barrionuevo. Un artista joven modificando la vibración de un escenario mítico de vez en cuando. A partir de la última década, esta renovación heterogénea y numerosa muestra el cambio de una época.
“Mi compromiso tiene mucho que ver con el andar, con que la gente te compromete, te siente parte, y espera cosas de vos como artista”, dice Bruno Arias. “Cuando uno lleva una bandera en la voz y empieza a comprender el poder que puede tener un micrófono, se va forjando, se nutre y también se va parando en el escenario desde otro lado”, agrega el folklorista, que vive en Capital pero nació en El Carmen, Jujuy. Sus cuatro discos solistas –más los dos que grabó en colaboración con otros músicos– cuentan y reflejan el camino que hasta ahora ha transportado al jujeño. Su referencia musical troncal se relaciona con su región natal, ya sean composiciones propias o interpretaciones de músicos populares que decide reivindicar. De esta forma, su repertorio va desde Cafrune y Cuchi Leguizamón hasta Sergio Castro y Néstor Gea. Huaynos, carnavalitos, chacareras, zambas y bailecitos forman parte de su repertorio, que enfrenta cotidianamente los escenarios más importantes del país.
La Bruja Salguero, que grabó el disco Madre tierra (2014) junto a Bruno Arias, fue elegida este año como la consagración de Cosquín. Su carrera ya es extensa, carga con premios de gran reconocimiento (Konex de Platino, por ejemplo) y cuenta con ocho discos editados. Es la voz de una región (nació en La Rioja), pero sobre todo, es una intérprete única que se caracteriza por contar una historia a través de grandes compositores no tan conocidos en el plano nacional.
Milena Salamanca es una niña luminosa y una mujer decidida a comunicar un mensaje. Cantante y bailarina. Rescata a Suma Paz y Chabuca Granda en sus canciones; rememora la lucha de Violeta Parra; sufre recordando la historia de Frida Kahlo; admira y sueña con tomar la posta de Mercedes Sosa. “Para las mujeres siempre es y fue más difícil, en el país y en toda Latinoamérica”, dice y advierte: “Valoro la carrera que ha sabido construir Soledad [Pastorutti], pero lo mío va por otro lado”. Nació y vive en La Plata, y durante el año pasado editó su disco debut, K´arallanta.
De a poco, el nombre de José Luis Aguirre comienza a correr como el río en la sierra. Es como si la vegetación compusiera prosa. Parece un cantante estándar, pero en vivo se produce la excepción del arte, el fenómeno físico de la música. Vive en Villa Los Aromos, un pueblito de Córdoba –es la voz de Traslasierra–, y editó recientemente su tercer disco, Amuchados. Antes de grabar el primero, Primavera (2016), Nahuel Pennisi ya estaba de gira por todo el país. Su técnica para tocar la guitarra acostada, su voz dulce y potente, y el repertorio que construye lo colocan en el centro de la escena. De músico callejero a artista exclusivo de Sony, ya estuvo nominado a un Grammy Latino y ganó un premio Gardel como Mejor Álbum Nuevo Artista de Folklore. En estos dos músicos se lucen dos puntas bien distintas de una misma ola. El viento acompaña.
“Coqui Ortiz, en Chaco, está llevando a cabo un trabajo superimportante de relevamiento, de información, a través de un centro documental que él mismo creó (CECUAL). Salen a hacer grabaciones y filmaciones de gente del campo y algunos pueblos que no están integrados en las cadenas de información. Ahí consiguen datos verdaderos de gente que cosecha su música. Música que, generalmente, se queda en ese circuito limitado”, explica, didáctico, Carlos “Negro” Aguirre, uno de los pilares fundamentales de la música del Litoral. El último disco de Ortiz se llama Parece pajarito (Shagrada medra, 2005). Está compuesto junto a los poetas Aledo Luis Meloni y Germán Correa. En este sentido, hablar de renovación no es solo acentuar la inexperiencia. Y referirse a la juventud, de acuerdo a los estudios culturales, no está estrictamente vinculado con la edad. Por eso, músicos como Ortiz también forman parte de la renovación del folklore argentino por proponer nuevos paradigmas metodológicos y musicales.
Claro que hay más músicos que van asomando, aunados en unas pocas generaciones, casi hermanas. Algunos de ellos son Ramiro González (compositor riojano instalado en Córdoba), Mariano Luque (también de La Rioja, editó recientemente Cosecha), Pachi Herrera (ex Inti Huayra). Además, en el proyecto “Tierra de canciones” se encuentran las composiciones de los ascendentes Javi Caminos y Seba Caire (ambos bonaerenses), y Fran Kanfré (Bariloche), el dúo Che Joven (Mariano y Pablo Coliqueo), Juan Iñaki y Orellana-Lucca.
Yupanqui insistía: “Contarás, narrarás”. La guitarra, la piedra; la voz, las historias. El camino. La música como reflejo histórico y los artistas emergentes como los nuevos brazos de un río enorme; el del folklore argentino, poderoso, libre y esencial.