La cuestión genética es maravillosa y misteriosa: cómo es, cómo puede ser posible que en el encuentro químico de una serie de compuestos codificados en un ADN también se transmita la música. Esa misma música que, como los rasgos más finos del cuerpo humano, se traspasa de generación en generación.
Los Baglietto son la demostración científica de esta idea: ahora, con el éxito de Huevo –a cargo de Julián Baglietto– ya consolidado, su hermano pequeño, Joaquín, encara el mundo del sonido y la creatividad como si le perteneciera toda para sí. Y PUM surge como una banda potente, con identidad propia y, aunque con códigos genéticos similares, autónoma de su pasado y su deber ser.
Sin embargo, incluso su propio génesis lo hermana con su linaje: fue en un show de Huevo cuando todo comenzó. Santiago González era stage de la banda y Joaquín era habitué de sus conciertos. La música, claro, ¿qué más?, los imantó: casi como si fuera un fluir natural, la escena de un primer encuentro funde a negro y en un fade-in los ilumina en un camarín cantando canciones de Jorge Drexler. Seguramente menos poético pero igual de efectivo fue el encuentro de González con el resto de los integrantes: él fue la celestina que trazó los lazos con Nehuen Chumbita (bajo y voz) y Alan Castillo (batería).
De ahí en más, su sonido creció como crecen las relaciones sinceras: ganó en seguridad y en sentido, con raíces fuertes y alta proyección. Suena como un golpe en la cara, suena como la onomatopeya que les da nombre. En 2015 apareció su primer EP, Presente Universo Música, pero recién luego de varios años de consolidar un estilo y un público en el under llegó el momento del primer disco. Un nuevo comienzo se publicó en julio del año pasado y significó la gran aparición de un sonido conocido pero particular, desprendido de ataduras de género. Y en su groove, en sus beats potentes y sus melodías cuidadas, en su audio de corte espacial se plantan como parte de una generación: son la descendencia de Eruca Sativa, Marilina Bertoldi, de Sig Ragga y, claro, de Huevo.
Sin embargo, se ha dicho y se repetirá: aunque es cierto que la genética es fuerte y que parece imposible escapar al legado, pero más cierto aún es que la voluntad y el deseo pueden serlo todavía más. PUM, con Joaquín Baglietto a la cabeza, solamente toma de su pasado aquello que lo sirve y lo representa. Lo demás, es todo personal: el ADN también se puede moldear.