En una nueva metamorfosis, Palo Pandolfo se prepara para el proyecto más ambicioso de su carrera: volar a través de sus 30 años de carrera como “artesano de la música” sobre el lomo de un dragón. El 5 de octubre, lanzará la primera temporada de un trabajo dividido en tres partes y que tituló El vuelo del dragón. Consiste en una plataforma en vivo con destino final de box set para coleccionistas, conformado por CD + DVD + memorabilia. “Abrí un baúl de cosas viejas y encontré archivos de 1985”, adelanta.
Sin embargo, en sus constantes transformaciones, Palo se aggiorna a los tiempos millennials y prepara un cañoneo de material audiovisual en sus redes sociales. “Tenemos 19 temas, y si hay buen viento, vamos a ir subiendo uno por semana a las distintas redes y plataformas. Va a ser un bombardeo. Es una estrategia de comunicación divertida, y ¿qué es el pop si no es comunicación?”, cuenta el ex Los Visitantes.
No es la primera experiencia artística del músico con las redes sociales: Pandolfo compuso canciones gracias a Twitter. Por la mañana, Palo hacía el ejercicio de traducir en 140 caracteres aquellas emociones o pequeños estados de ánimo con los que amanecía. Durante el día, generaba la música para esas sensaciones devenidas tuits. “El concepto se traduce en una emoción, cuatro versos y música. Así pude escribir canciones con sensaciones concretas”, revela. Luego, reconoce que el método fue útil pero que hubo un momento que llegó a un techo. “En Twitter escribo más desde la psicodelia, la metáfora, el humor y algo de ironía”, concluye.
De la primer temporada de El vuelo del dragón, Palo ya entregó un primer video, en el que participa Onda Vaga. Es una versión en vivo de “Estaré”, canción que originalmente forma parte del álbum Maderita, que editó con Los Visitantes. “Me parece muy importante que esté Onda Vaga, porque son símbolos de la nueva vanguardia. Lograron un desarrollo comercial más fuerte que todos sus colegas generacionales. Son parte de la fusión previa al indie rock o el manso indie, que es lo más alineado hoy en día al rock nacional”. La colaboración del quinteto es tan solo una de las que tendrá este ambicioso trabajo, para el cual “trabajaron contra crisis, en medio del caos y un ajuste económico”.
Cuando se le pregunta por la vanguardia actual, Palo responde: “Estoy al tanto de lo nuevo. Mi voluntad está en la vanguardia artística siempre”. Tras recordar escuchar Pixies a fines de los ochenta en un casete, nombra bandas actuales de su agrado: “Usted Señalemelo realmente me gusta, también Mi amigo Invencible o Perras on the Beach; me cae bien la movida”. Luego, menciona a Los Espíritus y a El Mató. “A ellos les creo todo. Me acuerdo una vez que escuché a El Mató en Plaza Ituzaingó. Había ido más temprano a comprar helado y vi que estaban armando el escenario, así que a la noche volví”.
En la caótica e intensa conversación, el ex Don Cornelio regresa a lo que más consume su tiempo actualmente, El vuelo del dragón. “Este disco tiene mucho descubrimiento”, dice en clave de epifanía. Pandolfo trabajó junto a S-Music, con quienes está por firmar un contrato tras laburar por tres álbumes de palabra. “Esto es un salto por el vivo, y una consolidación en la relación con la compañía que confía en lo que hago”, cuenta. Gran parte del material de su nuevo proyecto se desprende de presentaciones en vivo. Acelerado por el recuerdo, adelanta lo que será el próximo corte: “Rosario en el muro”, canción de Don Cornelio. “Grabar en vivo es raro, uno después dice ‘¿Qué carajo hice?’ Hay un momento que yo quedo dibujado, donde perdí el control de la situación. Me divierte un poco eso”, suelta, y agrega: “Cuando ocurren esas cosas donde uno no controla se dan los hechos artísticos, estás crucificado”.
Tras alguna explicación más de su proyecto en mímicas y sonidos intraducibles en palabras, Palo vuelve a sufrir un pequeño espasmo de revelación. “’Rosario en el muro’ me parece muy fuerte para el presente de la ciudad de Buenos Aires, y la escribí en 1985. Soy un ser político porque soy una cría del Proceso, como se le llama a lo que, en realidad, fue una dictadura, un horror. Sin repregunta se define: “Soy anarco-solidario. Es decir, me hago cargo de mis propias historias sin cagarte la existencia a vos; y si puedo, te ayudo”.