A principios de los 90, los suecos Opeth fueron una banda de metal extremo. Pero incluso dentro del death metal tenían un sonido propio, progresivo, forjado notablemente por el rock de conjuntos como Yes y King Crimson. Esas influencias fueron marcando de a poco el rumbo del grupo liderado por el guitarrista y cantante Mikael Akerfeldt. Así fue que en 2011, los gruñidos guturales y las guitarras afiladas fueron dejados de lado para dar lugar a un sonido más rockero, como el que plasmaron en Heritage.
El lanzamiento fue sumamente divisorio entre los fans, aún así, el álbum llegó al Nº 19 del Billboard 200. Su sucesor, Pale Communion (2014) llegó al mismo lugar del chart y se consolidó como el Nº 4 entre los mejores álbumes de rock.
El bajista uruguayo Martín Méndez es uno de los pilares del grupo sueco y uno de los arquitectos del cambio de dirección que hoy transita el conjunto.
¿Cómo les juega ese sonido más asentado en la escena en la que se están moviendo?
No sé, creo que la base de fans está ahí. Cuando salió Heritage hubo mucha gente que no estaba convencido del estilo, con el cambio tan radical. Pero creo que la gente está digiriendo mejor Pale Communion.
Tu compañero Fredrik Akesson [guitarrista] dijo una vez que este disco está más orientado a un metal clásico de los 80, a diferencia del sonido más setentero que tuvo Heritage. ¿Estás de acuerdo con esa comparación?
Bueno, la influencia siempre estuvo. Pero no es que nos pusimos de acuerdo en sonar tanto como Dio, o ese tipo de bandas. La influencia siempre estuvo, y entonces decidimos aprovechar ahora el momento que estamos con ganas de hacer cosas diferentes para tener un sonido que sea del mismo estilo.
¿Volver al death metal es una opción?
No sabemos cuándo, y ni siquiera si vamos a hacer un nuevo disco o qué. Hasta decidir si hacemos un nuevo álbum, nadie habla del tema. Pero, puede ser extremo o un acústico. ¿Quién sabe?
Cuando salió Heritage, y ahora también con el último LP, Mikael dijo que Opeth es una banda que hace lo que quiere. ¿Hasta qué punto creés que un artista se debe a su público?
Creo que se debe hasta el momento que siente que está haciendo su música con el alma, de corazón, o música sincera. Lo que dijo Mikael suena un poco más duro de lo que realmente quiere decir. Hacemos lo que queremos sin escuchar lo que la gente quiere. En esta banda es elemental hacer la música que sentimos en el momento. A veces pienso que sacar otro disco de death metal en vez de Heritage hubiera sido el final de la banda. Se notaba que había necesidad de un cambio.
Ahora se viene el 25º aniversario de la banda y al mismo tiempo el décimo de Ghost Reveries, que lo van a tocar entero en un par de shows. ¿Qué expectativas tienen?
Bueno, va a ser un show similar al de los 20 años, que tocamos Blackwater Park, que cumplía diez ese momento. Hicimos dos sets, uno el álbum completo y después uno mezclado. Respecto de Ghost Reveries, es un disco que me gusta, me parece que va estar bueno sacarlo en directo, es más, diría que suenan mejor en directo que en el disco.
Y fuera de Opeth, pero junto con tu compañero, el baterista Martin Axenrot, estuvieron tocando con Jon Lord [tecladista de Deep Purple, fallecido en 2012]. ¿Cómo resultó?
Fue increíble. Era un grande de la música. Fue un concierto, creo que nunca estuve tan nervioso en mi vida. Tocamos cuatro o cinco canciones.