Khea, Cazzu, Ecko, Seven Kayne, Duki. Para aquellos que no están familiarizados con el género, estos nombres podrían significar cualquier cosa. Pero los que saben, entienden la magnitud de lo que está pasando: más de dos millones de suscriptores en YouTube, miles de millones de reproducciones en cada video, un arsenal de hits que se superan a sí mismos semana a semana, día a día, minuto a minuto. Sentado en un café, con un tostado en una mano y un jugo de naranja en la otra, Omar asegura que no es fácil. “A veces no querés estar del todo consciente, pero al fin y al cabo hay que estarlo, porque si no, ¿cómo lo manejás? Hay que controlar a dónde va a ir la música”, reflexiona.
Su camino comenzó cuando tenía ocho años y hacía canciones en su cuarto para sus amigos y su mamá. El primer género que lo cautivó fue el heavy metal. Recuerda que iba para todos lados con su remera de Slipknot y asegura que todavía hay algo de ese sonido que se filtra en sus canciones. Después se volcó a la electrónica, especialmente al dubstep. Como DJ, llegó a tocar en clubes de París y Panamá, pero en la Argentina nunca había logrado demasiada repercusión. Hasta que conoció a los artistas que lo llevaron a la cima.
“Ellos hicieron que mi música empezara a sonar en todo el país, esa es una responsabilidad increíble”, admite Omar. “Ellos” son los chicos que empezaron rapeando en las plazas y que hoy se pusieron a la vanguardia del trap nacional. Esos nombres que hasta hace muy poco no significaban nada y que hoy son pilares de una escena nueva que no para de crecer.
Omar se define como un “multifunción”. Al mismo tiempo que produce las canciones, maneja el sello discográfico y las respectivas carreras de sus artistas. “Ahora tengo gente que labura para mí, a la que le derivo algunas cosas, pero al principio arrancó todo así –recuerda–. Yo en rol de productor, venían los pibes a mi casa, grabábamos, nos divertíamos haciendo música y la subíamos a YouTube. No había una estructura, era solo la música”.
El crecimiento meteórico los llevó a estar entre las primeras tendencias de la región, por lo que cada canción que suben a la web supera rápidamente el millón de visitas. Omar es también el encargado de distribuir esos temas en todas las plataformas (YouTube, Spotify, iTunes, etc.), un oficio que aprendió hace unos años y que fue la piedra fundacional de su unión con los artistas de Mueva Records.
“Cuando conocí a los chicos les dije ‘¿Ustedes quieren salir en iTunes, Spotify y todo eso? Yo lo puedo hacer. Podemos empezar a ganar plata si hay tanta movida’. Empezamos así, como sello independiente. Arrancamos a ganar plata, primero poca, después mucha. En un momento nos dimos cuenta de que estábamos viviendo de la música. Y con las visitas llegaron los contactos que empezaron a movernos en los shows”, relata Omar. Así fue como en marzo de este año, Khea, Cazzu, Ecko y Seven Kayne abrieron los shows de los enormes Daddy Yankee y Ozuna en Buenos Aires.
¿Existe un modelo por seguir? Omar y los suyos se basaron en las experiencias del sello estadounidense Atlantic Records (Bruno Mars, Cardi B, Charli XCX, Ed Sheeran, entre otros) y del puertorriqueño Hear This Music (Bad Bunny, De La Ghetto, Arcángel). “Vimos que estos sellos juntaban artistas famosos con otros que estaban creciendo, entonces empezamos a hacer eso”, dice el creador de Mueva Records y profundiza: “En el primer tema que sacamos (“B.U.H.O”) juntamos a Duki, que ya contaba con su propio público, con otros artistas como Khea, que en ese momento tenía 600 seguidores nomás. A partir de ahí empezaron a crecer todos un montón”.
Siendo un sello discográfico que no vende música en formato físico, el dinero se consigue con las visitas, los clics y la potencia de la viralización. La plataforma que más usa Mueva Records es YouTube, y a su vez es la que mejor paga. Omar agrega que Spotify está creciendo cada vez más y dice que la que menos dividendos aporta es iTunes: “Apenas un diez por ciento de todo lo que generan las demás”.
¿Hay una estrategia para llegar a lo más alto? Los magos no revelan sus trucos, pero Omar asegura que no hay tanto misterio. En abril, el mes de su cumpleaños, decidieron hacer una campaña especial: “El Mes Mueva”. La propuesta consistió en lanzar un tema por semana con diferentes artistas del sello, y funcionó de maravillas. “Se me ocurrió regalarle a la gente una canción por semana. No hay tanta estrategia detrás, hay que sentir al público, ver qué es lo que pide, leer los comentarios. Para mí, la música es un servicio para la gente, y tenés que respetar las condiciones de los consumidores”, define.
Si cada tema de Mueva Records es un hit para sus oyentes, ¿entonces encontraron la fórmula perfecta? Para Omar, el éxito de un tema no depende mucho de la canción, sino de “la sociedad”. Así lo explica: “Podés hacer un tema que no pegue mucho acá en la Argentina, pero sí en Europa, por ejemplo. Depende mucho de las características de la melodía, del ritmo, de un montón de factores. Lo que siempre hago es entregar un trabajo lo más prolijo posible. Los artistas me traen sus melodías y yo trato de adaptarlas a algo más comercial. Escuché un montón de música de acá, empecé a meterme en la cumbia, el reggaetón, el trap. Ahí aprendí qué es lo que le gusta al público argentino. Y a partir de ese momento pude elaborar un producto más vendible”.
Su pasado metalero lo condena. Omar quiere que sus bases suenen pesadas y asegura que esa es su marca diferencial. “Si escuchás las pistas que hago yo y las comparás con las de otros, seguro que vas a darte cuenta de que las mías pegan más. Me gusta la música potente. Es reloco, porque vas a los shows y por más que sean canciones románticas, ves a la gente pogueando por la energía que tiene la música”, describe. Y se anima a dar una definición: “Es como el punto medio entre el cachengue y el metal”.