A las siete de la tarde, todavía falta más de una hora para que comience el acto principal, pero el Hipódromo de Palermo es un barrizal. Las lonas que lo cubren aguantaron poco la lluvia de Buenos Aires, que cesó. Es más: contra todo pronóstico, a las 20:30 tampoco llueve. Un minuto después, se apagan las luces y comienza el show. Y también cae la primera gota.
En la pantalla gigante que ilumina la retaguardia del escenario, un montaje frenético muestra imágenes de un mundo en crisis: calentamiento global, inundaciones, tecno-dependencia… todo en un loop veloz y agotador. Suenan las Alarmas es el nombre del nuevo disco de No te Va Gustar, que hoy tiene su presentación oficial. Y, después de todo esto, no hace falta explicar los motivos del nombre.
Y el mundo me comió a mí, Destierro y Al vacío arrancan con potencia de tormenta eléctrica. En el horizonte, los rayos iluminan cada vez más de cerca el predio de Palermo. Ya desde esa tríada se confirma la tendencia para el resto del show: porque No Te Va Gustar, con el paso de los años, ha ganado en peso y también en emocionalidad, sin perder potencia ofensiva. Esa conjunción, a más de una década de haber elegido un sonido más pop que rioplatense en la época posterior a Todo es tan inflamable, los vuelve más ATP que nunca: en el hipódromo hay tres generaciones de familias. Hay niños, grandes y abuelos bailando con el mismo disfrute.
Aunque suene extraño, siempre ha sido difícil sacarle palabras a Emiliano Brancciari. Tradicionalmente, el cantante ha ahorrado su voz para el canto y no tanto para la charla. Esta vez, la situación apremiaba: “Gracias por animarse a pesar de la lluvia”, dijo, y prometió un show largo. Pero también regaló algo todavía más valioso para su gente: “Queremos darles una noticia que nos hace muy felices: vamos a cerrar el año en el Hipódromo de La Plata el próximo 16 de diciembre”.
Durante el resto del espectáculo, las palabras son escuetas. La banda sabe que sus canciones son mucho más que un par de frases sueltas. Suena El oficial, tal vez la más potente de la noche, y la letra machaca, repite y repite: “El ritmo de las balas sigue marcando el compás”. Mientras, las pantallas proyectan la silueta de Santiago Maldonado.
Luego de una hora y media de show, todavía había gusto a poco. Salvo para la lluvia, que ya había mojado demasiado. Más de lo esperado, de hecho: “Está complicado, amigos”, comentó Brancciari después de una oscuridad de casi un minuto. “Un tema más y se terminó”, anunció. Y como si un cabulero gritara el gol rival antes del penal, en el estribillo de Cero a la izquierda, ese final anticipado y amargo, la lluvia cesó hasta llegar a cero. Y empezaron los hits: No hay dolor y Te voy a llevar empezaron una seguidilla sólo interrumpida por una frase de alegría: “No nos vamos nada”, gritó el frontman. “Esperamos este día durante mucho tiempo, no nos va a correr esta lluvia. Emociona que ustedes sigan ahí, emociona el cariño de todos estos años. Buenos Aires es nuestra casa”.
Luego del amague de la despedida, todo lo que vino después tuvo el sabor de lo regalado. Pero para No Te Va Gustar, después de 20 años de música, nada vino desde el cielo y todo está bien merecido. Y el Hipódromo de Palermo fue otra demostración de eso.