Luego de 11 años junto a finnegans, nikkö estrena su primer álbum como solista “que representa a flor de piel la metáfora de aventurarse a un lugar profundamente descono-cido”. La artista muestra un trabajo discográfico minucioso, oscuro, pero, a su vez, luminoso y melancólico. Cada detalle tanto sonoro como visual se inspira en estéticas dark e imá-genes cinematográficas.
“Una parte de mí está incómoda, quieta y expectante, en esa fiesta donde todos gritan, bailan y se seducen. Mientras mi mente es una deshollinadora que sube a los techos de la ciudad y viaja por la noche en busca de los aromas y brisas en un verano que todavía no me resulta acalorado. Me sien-to a la que no invitaron y desde la vereda veo a través de sus ventanas las luces de los veladores, observo y sigo el viaje. Cuando me pega el sol, me lloran fuerte los ojos, por eso el negro y el maquillaje, me protegen. Soy un poco la solitaria que disfruta del viento en la cara y observa hasta la última sonrisa”, dice.
A sus 12 años Nicole Mugneco ya cantaba a nivel profe-sional, a sus 16 años tuvo su primera banda pop punk y lue-go formó Finnegans. Nikkö –como le decían en el colegio– siempre se consideró una outsider, era la niña que escribía cuentos y la que se disfrazaba de zombie en vez de princesa. Por eso, en su videoclip de “La Gente de Azul” sale a andar en bicicleta en traje. Su proyecto solista está representado por recuerdos simples tanto de la vida cotidiana como de la imaginaria.
Ella considera que para encarar cualquier aspec-to de la vida se necesita observar el costado bello que tiene la oscuridad: por eso su tercer track se llama “Todo Es Perfecto Cuando Se Destruye”, “Pedacitos” refiriéndose a que hay que rearmarse, entre otros. Sus grandes influencias, señala, son The Cure, Nirvana, Peter Gabriel, SoKo, Haim, 1975, Danny Elfman, Lorde, Juana Molina, David Bowie y los soundtrac-ks de las películas de Tim Burton y Spielberg