El curriculum vitae de Nicolás Sorín es extenso. Y hasta, quizá, contrasta con la figura más rockera que encarnó en Octafonic. Pero es la combinación de los borcegos gastados con su perfil académico lo que hacen su propuesta siempre tan interpelante.
Comenzó su carrera musical en Berklee College of Music, donde estudió con Bob Brookmeyer, Maria Schneider y Vuk Kulenovic. En un breve período de tiempo, su música fue interpretada en los Estados Unidos y Europa por orquestas sinfónicas y Big bands. Luego trabajó con artistas como Miguel Bosé, Shakira, Alejandro Sanz, Juanes y Jovanotti y dirigió prestigiosas orquestas como la London Session Orchestra, la Mexico Symphony Orchestra y la Henry Mancini Orchestra, entre otras.
En el 2018, Sorín fue el encargado de dirigir la orquesta de 60 músicos en el Teatro Colón, interpretando la suite ‘Argentum’ en la Gala del G20. Esta obra se basó en un recorrido por las cinco regiones del país, impregnada por una pluralidad de ritmos y géneros propios de la Argentina.
Su proyecto más reciente, LAIF, es una obra viva. Se trata de un compromiso con la vida misma, que, en un juego de palabras, contempla tres conceptos: Def (muerte), lov (amor) y berf (nacimiento). “Es un disco escrito en tres etapas y transcurre en un momento de mi vida muy loco. Fue un año de muchas transiciones. Es un disco muy autobiográfico y conceptual, en el cual también quería contar nueve canciones cada veinte días con un videoclip”.
Te faltaba llevar a cabo un proyecto solista.
Sí. Creo que todo esto nace a raíz de la crisis de los cuarenta. Yo soy una persona que siempre está metida, soy un control freak de todo entonces decidí poner mi nombre, porque muchas veces dejo todo. Así que tarde, pero seguro.
¿Qué tiene que ver la Antártida con todo esto? ¿Qué significa para vos ese lugar?
-No es fácil llegar. Fue un accidente fortuito, que me invitaron la primera vez y pude volver a través de la presentación en el Colón en el marco del G20. Es un proyecto paralelo, pero que a la misma vez forma parte de todo. Este año lo voy a estrenar en el CCK en noviembre para gente amiga. Es un proyecto que quiero mucho porque para mí, la Antártida es un santuario de la tierra que tiene una energía que hace que pase algo muy groso. Es mi manera de aportar y de mover un poco el mensaje.
La primera vez estuvo dos meses viviendo en la inmensidad de la Antártida, y la última, fueron 21 días en abril. De allí nació ‘Sinfonía Antártica’. “Yo quiero estar el año entero porque es la experiencia antártica. Son doce o catorce meses viendo el circuito de la luna y el sol. Pero es prácticamente difícil por una cuestión de agenda”.
Nico Sorín cuenta con un idioma propio: tanto con lo poético, así como también con lo imaginario. “Para mí, lo poético está en lo gestual y en la posibilidad de darle a la audiencia una búsqueda y que saque sus conclusiones. Por eso no me gusta cantar a veces en castellano ciertas cosas, porque es muy explícito. Siento que te estoy diciendo todo en la cara. Por eso me escondo detrás del lenguaje. Obviamente busco letras y un mensaje, pero a la misma vez es un mensaje abierto porque creo que es más abstracto y está más abierto a la interpretación”.
¿Cómo hacés para organizarte a la hora de producir para otros artistas?
-La música la vivís desde el mismo lugar. Yo compongo, produzco o hago un arreglo desde ese lugar. Cambian un poco los protocolos. Con una orquesta es muy distinto y me enfrento de una manera, y como productor tenés que escuchar al artista e intentar sacarle lo mejor. Cambian un poco los roles, pero la manera en que vivís la música y la sentís, es igual. Es como un partido en el que jugás de todas las posiciones, pero el partido es el mismo.
¿Cómo te llevás con lo mainstream a la hora de presentar una obra?
-Yo creo que soy un músico frustrado porque quiero hacer algo mainstream y no me sale. Ese es mi objetivo. El día que escriba una melodía sencilla, habré llegado, porque realmente es lo que quiero hacer, pero la complico porque me gusta la música orquestal, buscar las capas. No por el hecho de complicarla sino por el hecho de que justamente tenga muchas lecturas. Esa es la vuelta que un artista tiene que lograr.