Junto a Villa María, Río Tercero parece ser la otra gran ciudad del interior de la provincia de Córdoba que suele aparecer en las charlas en torno a la escena musical emergente de los últimos años. De allí son los Hipnótica (Hernán Ortiz y Nahuel Barbero) y el tecladista de Telescopios (Nicolás Moroni), y a sólo 18 kilómetros, en Almafuerte, los hermanos Gastón y Emiliano Federici formaron Hiperespacio. A todos ellos se les suma Nahuel Chiarella, hoy convertido en NAUEL, un obrero de la canción que acaba de patear el tablero y ejecuta un cambio de piel en su primer larga duración, Dejar de perseguir.
Luego de haber editado el EP Relajando jaulas, en 2016, Chiarella comenzó un proceso de búsqueda personal que lo llevó a profundizar el trabajo sobre su imagen y su sonido. De a poco, la referencia del “violinista de la orquesta sinfónica de la Universidad” que hacía sus canciones fue virando hacia un perfil más provocativo, con una fuerte impronta de R&B latino. Para que ese salto se haga aún más efectivo, Nahuel se quitó la “h” y dio con un alter ego refundacional: NAUEL. Pero no fue apenas una cuestión de maquillaje. De la mano de Bernardo Ferrón (guitarrista de Telescopios, productor y fundador de su propio sello, Las Playas), el cantautor encontró un lugar cómodo desde el cual expresar sus diferentes facetas como hitmaker en potencia.
Dejar de perseguir logra que, en sólo siete canciones, NAUEL se convierta en una nueva referencia para el pop cordobés. Su soltura para abordar diferentes géneros, la cadencia rítmica y lounge de todos sus tracks y el barnizado que aporta la producción artística resultan irresistibles. Y como si eso no fuera todo, también hay un momento de quiebre desde lo conceptual. En la mitad del disco, la seguidilla de “Anoche” y “Dime si no” forma un tándem perfecto de pop urbano, con bases sugerentes y un toque elegante y sensual que remite al Best Seller de Juan Ingaramo. Los dos temas se fusionan para lograr algo que va más allá de un encadenamiento o una conexión artificial. “Dime si no” modifica el sentido de “Anoche” y hace que todo cambie. En ese proceso, la profundidad de la música de NAUEL emerge victoriosa, como una confirmación más de que la canción pop argentina (y cordobesa) vive un momento de euforia.