“Nadie es profeta en su propia tierra”, reza un viejo dicho, y quizás sea por eso que el universo haya conspirado para que Nathy Peluso no se pueda presentar en el tercer día de la edición 2018 del Lollapalooza Argentina: la artista argentina, radicada en Madrid desde los 10 años, tenía en sus planes llevar a su último trabajo discográfico, La Sandunguera, a conquistar su primera patria, pero una tormenta se lo impidió. “Tengo unas ganas tremendas de ir a tocar a Buenos Aires. Mi productor es argento y hoy nos la pasamos escuchando cumbia”, suelta la joven de 23 años.
Mientras su desembarco en la capital porteña se retrasa, Peluso agota shows en el centro de Madrid, y recuerda cómo hace tan solo un año atrás cantaba para veinte personas en un garage. “Soy consciente de lo inmenso que es esto, es decir, que acabo de empezar y que me queda un camino inmenso en la música”, dice, y luego piensa en voz alta: “Quiero llenar estadios”.
Apenas comenzaste se te relacionó con el trap.
−Porque es una moda, y para mí, no entendían qué era lo que hacía. Entonces, por la estética o algunos ritmos dijeron ‘Es trap’. Yo creo que esos no sabían qué era el trap: yo tampoco lo sé. El trap está de moda, entonces meten la palabra en todos lados. No tiene nada que ver con lo mío, yo vengo a hacer música. Entiendo que me digan rapera porque hay varios temas en los que rapeo, y me enorgullece decir que hago hip hop. Pero también me vuelvo loca con una salsa, una bossa nova o un bolero. Yo quiero que me abran las puertas a la música, en general.
Quien ve a Peluso en vivo, se da cuenta de que está más cerca del arrabal de Tita Merello que del autotune de Bad Bunny. Estudiante de teatro físico, demuestra su histronismo en cada nota y cada vez que rompe su cadera. Pasa de un rap como “Corashe”, a un soul de amor a la pizza («Gimme Some Pizza») y luego, a un bolero como “Tuyo”, soundtrack de la serie de Netflix Narcos. “¿Están listo’ para gozar, mi gente?”, pregunta con acento cubano.
¿Tenés miedo de que la performer le gane a la música?
−No, es totalmente complementario. Nada le puede ganar a nada porque son una familia. El presentar ‘Estoy triste’ sin una garra de performance no tiene gracia. Pero tampoco tengo mis movimientos coreografiados en el escenario. Todo es pura improvisación, que es lo que me gusta trabajar a mí. Todo lo que hace mi físico, mi voz y mis expresiones son una respuesta a la música. Hay pocas cosas pactadas en el show.
Todavía no tenés ningún featuring…
−Mi primer featuring lo voy a cuidar como si fuera un diamante. Quiero que la primera persona con la que colabore haga que se me caiga la bombacha. Tengo varias opciones que son inalcanzables para mí ahora. A mí me gustaría colaborar con Gloria Estefan. Estoy esperando que me llegue una propuesta que me mueva el corazón. Me da igual el estilo, tiene que ser con una persona que sea una gozada escucharla, y ojala que sea recíproco.
Usas mucho Instagram, ¿qué significan las redes sociales para vos?
−Son una herramienta, un bastón clave para la industria musical de hoy. Es verdad, no hay que dejar que te dominen, sino, vos dominarla a ella. Porque te metés ahí y quizás no salís más. Instagram es la manera de comunciarme con mi público, y desde ahí intentó devolverles el amor que recibo. Ahí muestro mi intimidad, me muestro en mi casa bailando o cocinando. También lo uso como un grito social para mostrarle a la gente que me sigue que la naturalidad es hermosa. Que tengo granos o estoy despeinada, asustada, con inseguridades, y me puedo reir de eso. Muestro un montón mi cuerpo para que todos los que me siguen vean que cualquier persona es hermosa comiendo, bailando y usando lo que quiera.