Es la tarde de un lunes de marzo y Miss Bolivia sale de su casa vestida de negro y con una gorra con las iniciales “HDP”. Sube a un Chevrolet Onix bordó que la espera en la puerta y se dirige hacia Poe, un bar escondido en el barrio de Belgrano. Hace unas horas, volvió de una gira de fin de semana que la llevó a Santa Fe y Salta. Para llegar a tiempo a los dos shows, viajó en su micro de gira a Rosario y cuando terminó su presentación volvió a subirse para ir a Aeroparque. Desayunó ahí y se tomó un avión. “Estoy muy agradecida por todo, pero un poco cansada; por eso, aprovecho la semana para descansar”, dice, y agrega que prefiere viajar en micro si el viaje dura menos de ocho horas.
Estás grabando temas nuevos y por primera vez pensaste en la posibilidad de no hacer un disco físico. ¿Cómo ves el futuro de la industria musical y de ese soporte?
– Yo también me hago esa pregunta, y lo hablo con mis colegas y con la disquera con la que trabajo. Por un lado, me parece que el disco es muy interesante porque es una obra que tiene un recorrido de escucha, es un viaje desde que empieza hasta que termina. Pero muchas veces el formato físico queda obsoleto. Las computadoras que tengo en casa no tienen para escuchar CD, ni los equipos de música nuevos. El único lugar donde puedo escucharlos es el auto. Así que muchas veces salimos con mi marido a tomar un helado para escuchar uno. Soy más romántica y de la vieja escuela, me encanta el arte de la tapa y todo eso. Para mi próximo material tengo pensado sacar canciones y después sí las hilvanaré para formar un disco; pero no resolví todavía si va a salir en formato físico. La industria está en un proceso de transformación y las disqueras se enfocan más en las plataformas digitales y en los shows en vivo.
Se viene tu primer libro, ¿de qué se trata?
– Se llama “Ni Cabida” y es un manual para sobrevivir a la gilada. Es autobiográfico, va desde mi infancia a mi actualidad. Estoy superansiosa. Colaboraron muchos artistas que admiro, así que lo quiero presentar ya, pero van a tener que esperar a la feria del libro.
Estuviste presente en la marcha del 8M, ¿cómo ves todo lo que está pasando con el movimiento feminista?
– Hay un momento de mucho empoderamiento individual y colectivo. Está muy alta la vara de la violencia machista y así está subiendo la vara de herramientas para poder mitigar a este flagelo que es la violencia hacia la mujer. Desde el principio de mi carrera traté de incorporar el tema de la lucha de la mujer y es parte de la responsabilidad que elijo asumir como artista. Estar en un escenario y tener un micrófono te da poder para transmitir y ponerle voz a la lucha.
En Pantera, tenés un tema que hace referencia a la lucha, “Paren de matarnos”. ¿Por qué elegiste el punk para esa canción?
– Yo vengo del punk rock, toda mi adolescencia fui una ramonera. Recuerdo las épocas de Obras y de sus shows interminables. Me volvieron loca. Cada tema duraba dos minutos, pero te metían uno atrás del otro. Me gustaba estar chivada en el medio del pogo, ahora estoy más vieja y por ahí prefiero sentarme con un vinito y disfrutar. Sin embargo, la composición no había ido nunca por ese lado. Esta es la primera vez que me animo.
En muchas de tus canciones hablás de problemas de amor, sobre todo con mujeres. Pero ahora estás en una relación estable, ¿cómo fue ese cambio?
– Sí, ¡y con un hombre! Yo tuve una década de novias, pero después de un desengaño amoroso fuerte que dio origen a “Tomate el palo” me quedé re anti. Dije nunca más nada, de ahora en más pirateo hasta morir. Empecé a vivir una vida sin ningún tipo de compromiso hasta que conocí al que hoy es mi marido, tomando vino en una cava, y me enamoré. Me resistí un montón, pero al final me desdije de un montón de mis teorías y estoy muy feliz. Imaginate que hasta me casé. Él es investigador del Conicet y yo me la paso de gira, pero hay mucho respeto por la vida de cada uno.