Hace poco más de 16 años, Ale Sergi y Juliana Gattas se conocían y al mismo tiempo coincidían en Cemento, donde ella cantaba jazz mientras él operaba sonido en un espectáculo durante los miércoles, dirigido por el dueño del legendario boliche, Omar Chabán. Sergi tenía también como antecedente haber sido parte de Espíritu Santo y Mama Vaca, una banda de rock de sabor funk-alternativa de Haedo con la que llegó a grabar varios discos.
En el oeste, Sergi también se haría amigo de Pablo Romero, cantante y multiinstrumentista de Árbol, con quien en su momento llegó a hacer música electrónica en un acto quizás clave para la sonoridad de su próximo proyecto, Miranda!. Romero se encargaría más adelante de la producción de Sin restricciones (2004), aquella máquina indestructible de hits pop que lanzó al grupo a un éxito instantáneo y regional (en parte con un impulso inédito del canal infantil Locomotion).
Fuerte es la carta para continuar con aquel legado y a la vez mostrar que su música sigue siendo relevante. Tanto es así que el título del disco aparece más grande que el nombre del artista. La palabra “fuerte” tiene una connotación intensa.
¿Qué cosas piensan que hoy le dan fortaleza a Miranda!?
Ale Sergi: La química que siempre tuvimos entre nosotros y las canciones. El primer día que cantamos con Juli juntos, hubo una combinación de algo que, según me parece, llamó la atención por su originalidad. Yo canto las armonías más agudas, ella las más graves. Lo que pasa en la tapa de Fuerte es algo que vocalmente ya venía pasando desde el primer álbum, eso del hombre que hace la voz que –en teoría– debería ser de la mujer, y viceversa. Y me parece que eso fue llamativo, toda la carga estética que teníamos, que ya traía Juli de cuando hacía su show de jazz y que se trasladó a todo el grupo.
Alguna vez dijiste que querías llevar al grupo a otro nivel. ¿Cuál sería ese otro nivel?
AS: Que la música tenga cada vez más nobleza, que pueda durar más tiempo, que vaya más allá de un signo de los tiempos. Cuando estábamos con Es mentira, Sin restricciones, El disco de tu corazón, hubo una conjunción de cosas. Los discos estaban bien, muy bien, teníamos buenas canciones, pero también había una concepción estética y sonora que era muy de ese momento. Hasta antes de Safari lo nuestro desde el primer día era: “¿Qué son? Ay, somos un grupo de amigos que nos juntamos a tocar para divertirnos”, que de hecho así empezó. Salíamos con una computadora porque no teníamos baterista ni sala de ensayo para ponerlo. Tiempo después de eso, fue como decir “Bueno, si ya así estuvimos bien, tratemos de encararlo de otra manera”.
Juliana Gattas: Fue como que incorporamos conciencia. “Hice todo esto y ya me animo a hacer un montón de cosas, ya no me importa tanto lo que piensen de mí”.
AS: También nos dio una especie de reseteo con La voz argentina, que fue el primer programa que hicimos, y nunca habíamos estado en esa situación. Así, cuando empezamos a cantar, que se dio casi sin hablar lo que cada uno cantaba, en la tele encontramos una dinámica que nos puso como bastante más claros, concisos y comunicativos entre los dos.
¿Cómo se llega a esa reflexión?
AS: Nos dimos cuenta de que habíamos cumplido diez años y por ambición, justamente, necesitábamos ir por más.
JG: Es como que ordenamos la casa. A partir de los diez años nos pusimos a pensar qué queríamos para nosotros, qué queríamos lograr con la banda. Esa idea prolija nunca la hubiésemos podido hacer en Es mentira, que era un espíritu de “Conseguí esto en esta feria”. Todo era así, más ansioso.
AS: Había más inocencia.
JG: Cambiamos el espíritu de la banda de alguna manera, pero no sé si es que buscábamos alcanzar cierto nivel. Estamos juntándonos con Ale a hablar de cosas que nunca en la vida hablamos, de qué hacer estéticamente, de pensar. Antes los pasos de baile o de comedia o cosas histriónicas que surgían, surgían de tocar tanto, pasaba una cosa, alguien se reía y lo repetíamos. No era calibrado.
Sin embargo, ustedes no dan la sensación de estar muy librados al azar.
JG: Te sorprenderías [risas]. Por ahí, otros desde que empiezan dicen “Loco, tenemos que hacer tal cosa”, y nosotros no. Justo eso de ir a lo de Susana, Mirtha, fue como el momento surrealista, además de sentir orgullo y de que no podíamos creerlo. Es surrealista: de tocar en el Morocco a estar al otro día almorzando con Mirtha Legrand, parece como un sueño. Hicimos varias mesas con Mirtha. Una nosotros dos solos con Pimpinela, con Lucía y Joaquín. Eso fue una locura [risas].
¿Y en los shows? Hay muchos que no soportan un repertorio más de diez años con el mismo entusiasmo.
JG: En los shows buscamos el bienestar y una buena sensación a través del baile. Cuando hacemos notas también, queremos que sea entretenido, pero que se queden con una sensación agradable.
AS: Dar una devolución a un participante, hacer una nota, eso también es hacer un show. Esto, todo es parte del show.
JG: Yo me subo a un escenario y soy tan feliz, me siento tan agradecida, que me bajo y todavía tengo ganas de hacer cosas. En mi mente no cabe el hartazgo, el estancamiento de nada, porque sé lo que les cuesta a muchísimos artistas y músicos conseguir una pizca pequeña de lo que yo tengo. El sentido que le doy a la palabra “fuerte” es que Miranda! es un fuerte para mí, es donde yo voy y me siento segura. Más allá de ser buena onda con la gente y querer que la gente esté bien, es cuidar algo que tengo, darle amor, como un hijo. Y sigue creciendo.
AS: Cuidarlo un poco es eso. Darle valor a cada cosa que hacemos como grupo, ya sea Luna Park, una entrevista por Internet o fiestas privadas, también les ponemos la misma onda. Somos entretenedores, tenemos que entretener a la gente. Nosotros tenemos la obligación, así lo encaramos nosotros, sea el público que sea. Que lo pase bien.
JG: Si hay un secreto que tenemos, es ese.
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Hay algo que visto en retrospectiva es irónicamente profético. En el video de Traición, el último single de Sin restricciones (2004), Ale Sergi encarna el papel de un despiadado productor que acomoda el guion de un culebrón latino a su gusto. En uno de los capítulos, Leandro “Lolo” Fuentes y Nicolás “Monoto” Grimaldi, guitarrista y bajista respectivamente, se pelean por el amor de Juliana Gattas, una doncella de época colonial. Bruno de Vincenti, programador y tecladista, interpreta a un guionista de laboratorio, pero termina amordazado por Sergi, quien pasa de ser productor a escribir un libreto que le permite tomar el papel principal, desplazando a los otros actores. El final del capítulo tiene a Sergi siendo quien conquista el amor del personaje de Gattas.
Trazando una línea de tiempo de ese video a la realidad de hoy, Vincenti dejó el grupo, Fuentes fue expulsado y Grimaldi dijo en Rolling Stone que se daba por echado, aunque contribuyó en bajo en algunos tracks de Fuerte.
En el séptimo disco, no hay recursos específicos que hablen directamente sobre estos sucesos, aunque hay una canción donde se ofrece una visión cerrada.
El estribillo de Enero es quizás uno de los momentos más explícitos, de los pocos que no se meten en la literalidad del amor. ¿De dónde viene ese enfoque?
AS: En Enero, en esa tarde de la que habla el tema, el personaje está haciendo un balance y llega a la conclusión de que muchas veces, sobre algunos sucesos, se habla bastante, pero sin saber. Yo veo que ocurre bastante seguido. Cada uno lo aplica a su historia personal, pero me parece que a todos nos ha pasado que a veces se han hablado cosas…
JG: Es muy argentino. Hablemos sin saber [risas]. Es también la primera vez que hacen un llamado a la cultura pop, como es el caso de Cerati.
AS: Sí, es la primera vez. Hay algo pensado en el asunto de querer hacerlo, porque también comunica y es un lazo al corazón de los fans de la música tirar una referencia así. Te hace acordar a Fuerza natural, y nuestro disco se llama Fuerte. Por alguna razón todo termina cerrando a veces, aunque uno no lo quiera.
¿A qué historia puntual se refiere la letra? ¿Cuánto de identificación personal hay ahí?
AS: No importa qué historia puntual me pasó a mí. No solamente no importa, sino que trato de no exponerla tanto porque no quiero que la letra sea un documental, sino una invitación a la sensación. Me encanta eso. Si le encontrás la vuelta, sin volverte muy informativo y conectando a través de las otras cosas, ahí es donde todos somos iguales.
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Cuando Miranda! apareció, ellos sostienen que muchas cosas probablemente se hicieron por intuición, si bien la historia ofrece una nueva lectura. De todos sus contemporáneos (Adicta, Los Látigos, Capri), Miranda! son los únicos que lograron mantenerse en pie y hacerse un hueco a su medida. Al mismo tiempo, el camino allanado sirvió para expiar de culpa al pop y dar absolución a quienes necesitaban de alguien que quebrara primero el molde de una escena que no había visto algo similar. Será por eso que es fácil unir lazos desde ahí, que permiten un presente con nuevos exponentes del género: desde Rayos Láser, Indios, De la Rivera y Juan Ingaramo hasta ejemplos más retorcidos e insulares como Electrochongo y Louta; todos, en mayor o menor medida, le deben al dúo.
“Yo creo que ellos han sobrevivido a mil situaciones cambiantes de la industria. De haber pasado a ser un hit del momento y una novedad a desarrollarse como artistas. Es una propuesta que siempre resistió y tuvo una presencia y vigencia a través de muchos años, básicamente por la calidad de las canciones y la excelencia de los shows que dan en vivo”, dice Cachorro López.
¿Qué les dio el pop como plataforma que no les pudieron haber dado otras expresiones artísticas o géneros?
AS: Me parece que el pop no es un ritmo en particular o un sonido, es un lenguaje que no hace diferencia entre las personas, en lo social, en la edad ni nada. Trata de hablarle a todo el mundo y que todo el mundo entienda. Y cuanto más ingenioso es, es cuando más mete sus mensajes, que algunos pueden entender y otros no, pero que no espantan a nadie.
JG: Es verdad que muchas veces nos dejamos llevar por nuestra intuición, y todavía, por más que queramos hacer cosas más sólidos y conscientes, tenemos una intuición de lo que funcionaría o de lo que nos gustaría a nosotros y que no nos aburriría tanto. No hay azar tan grande que pueda mover a una banda 16 años.
AS: No. [Hace una pausa larga y piensa]. En algún momento tenés que tomar decisiones, más allá del azar. Aparte, el azar para mí es una situación más externa que interna. Vos vas haciendo lo que tu cuerpo te pide, y a veces justo tu cuerpo pide lo que pide el cuerpo del mundo, y a veces no. La suerte se da justo al hacer algo que toca una fibra en una persona o en tres millones de personas. Pero tenés que seguir tu propia intuición. El pop te da esa enseñanza, de buscar. Buscar puntos en común con cosas que sean más grandes.
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Podés leer la primera parte del reportaje acá: Miranda!: uno los dos