La presentación de Metallica en el escenario del Webster Hall de New York el martes pasado representaba una paradoja: era el show más fácil y más difícil que iban a realizar en mucho tiempo. El más fácil porque era un espacio muy pequeño para lo que puede llenar la banda, un lugar para 1500 personas que adquirieron sus entradas por medio de un sorteo que organizó el club de fans más apasionado por el grupo, el “Met Club”; el más difícil porque algunos de los presentes eran fans desde antes que el grupo haya grabado su primer álbum. Entre la audiencia había miembros de Old Bridge Metal Militia, un grupo de fans del metal que bancaron a la banda desde temprano -lo suficiente como para ser mencionados en su debut de 1983, Kill ‘Em All. Ocho años después, la banda lanzaría su álbum homónimo, más conocido como The Black Album, que sigue siendo el LP más vendido de la era SoundScan.
Con la llegada de su décimo álbum (y el primero en ser doble), Hardwired…To Self Destruct, el 18 de noviembre, Metallica se encuentra en una posición parecida a la que se estaba en el show de Webster. Parece que las dos canciones que la banda adelantó de su primer trabajo en ocho años (sin contar el álbum colaborativo junto con Lou Reed, Lulu) podrán satisfacer los deseos de los fanáticos del trash de la vieja escuela, los de aquellos a los que le gusta la versión más mainstream de la banda, o a ambos bandos a la vez.
El tema Hardwired es la octava del grupo en llegar a lo más alto del chart Billboard Mainstream Rock, y lo logró a pesar de ser una de las canciones más agresivas de la banda en años. Con 3 minutos y 9 segundos, es la segunda canción más corta de Metallica, un segundo más larga que Motorbreath en Kill ‘Em All. Su tempo, el coro “we’re so f—ed, shit outta luck” [estamos jodidos, sin suerte] y su brevedad, implican un comienzo arriesgado, una forma de anifestar que siempre se mantuvieron en el camino.
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— Metallica (@Metallica) 30 de septiembre de 2016
Por otro lado, Metallica estrenó Moth into Flame en el programa radial de Howard Stern, un día antes de su show en el Webster Hall. Esta canción es un poco más convencional: mientras que Hardwired podría traspapelarse sin que nadie lo note en el primer álbum de la banda, Moth into Flame cae dentro del estilo entre el Black Album (1991) y Death Magnetic (2008). Moth… cuenta con muchos riffs y es bastante trash, pero si tu primer contacto con Metallica fue a mediados de los 90 (en la era Load/Reload) sin duda será lo suficiente mainstream para vos. Habiendo lanzado un sexto de las 12 canciones que componen al álbum, pareciera que Metallica quiere retratar las múltiples etapas por las que ha atravesado.
Para entender qué quieren los fans de Metallica de este nuevo álbum, primero tenemos que analizar qué no quieren. Algunos metaleros puristas dejaron de escuchar a la banda después de The Black Album, cuando el grupo estrenó un sonido más comercial. Hardwired, sin embargo, podrá al menos que estos puristas paren un oído. A lo largo de su carrera, Metallica dio varios volantazos que hizo que pierda algunos tipos de fanáticos y acumule varios otros: a mediados de los 90, para Load, se cortaron el pelo, por ejemplo, o se inspiraron en bandas de garage rock como White Stripes para grabar St. Anger —un álbum que llamó la atención por las influencias que marcaron el sonido y porque no tiene ni un solo de guitarra. Death Magnetic fue bien recibido casi unánimemente, con la única desventaja que trató de recuperar el sonido de …And Justice for All. Greg Fidelman, que mezcló su último álbum, produjo el próximo que saldrá, y las dos canciones que ya pudimos escuchar suenan menos comprimidas que las de Death Magnetic y con mucha mejor calidad de que las de St. Anger.
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— Metallica (@Metallica) 19 de agosto de 2016