8 de noviembre de 1987. Los Massacre Palestina llegan a La Capilla para hacer su debut oficial en los escenarios y, mientras la adrenalina aumenta progresivamente, se toman un minuto para tirar la moneda y determinar el orden en que tocarán junto a Morgue Judicial y Los Corrosivos. Walas y compañía quedan últimos. Lo toman como una buena señal. Y vaya si cobra forma esa buena señal, ya que 30 años después están en el mismo lugar, al que desempolvaron y reacondicionaron a su gusto para presentar ante la prensa y un puñado de fans el show en Obras del próximo 23 de septiembre, al que consideran consagratorio, más allá de ya haber tocado en el Luna Park y de haber sido nominados a los Grammy Latinos 2016 en la categoría Mejor Álbum de Rock.
“Nos terminamos de convencer de hacer esto cuando se hizo el documental sobre Cemento, para lo cual reabrieron el propio Cemento. Ahí dijimos «Hagamos lo mismo con La Capilla, que debutamos ahí». Dentro de un mes tocamos en Obras, así que en el transcurso de un mes simbolizaremos toda nuestra carrera, debut y consagración”, se embala Walas junto a Pablo Mondello, “el Tordo”, y dan a Billboard más detalles sobre cómo terminaron siendo headliners en su primer show.
¿Y fue por sorteo? ¿Así nomás?
-Walas: Sí, pero eso hoy no funcionaría, porque hoy en día existe primeramente la guerra de vanidades y negociaciones que tienen que ver con la trayectoria y la convocatoria. Entonces, hoy no cualquiera tocaría último. En esa época era tirar la moneda y listo, a pesar de que ambas bandas tenían mucha más trayectoria que nosotros, pero igual sabíamos que íbamos a tener mucha gente porque había mucha comidilla y mucha expectativa con respecto a nosotros.
Cuando llegó Pablo a la banda dijiste que se combinaron tu bohemia caótica con su virtuosismo académico, y que eso terminó de consolidar lo que es hoy Massacre. ¿Cómo nació esa química?
-Walas: Es una alegría y es una de las cosas que más le agradezco a la vida el haber conocido al Tordo cuando estábamos en el colegio. En ese momento a él le gustaba, por suerte, lo virtuoso, lo sinfónico, lo progresivo, los buenos guitarristas…y a mí me gustaba lo más caótico, el punk, la new wave… Y al juntarnos hicimos, y no lo quiero decir yo, pero lo dicen las críticas y las encuestas, grandes discos y canciones, así que la verdad que está buenísimo. Es una cosa divina y funcionamos muy bien, ya que no tenemos ni luchas ni tironeos de vanidades ni de egos.
Massacre Palestina se inspiró en el hardcore y el punk californiano… ¿Es cuando llega Pablo que se da esa cosa más existencialista y psicológica que exploraron en profundidad en 12 nuevas patologías?
-Pablo: Sí, pero yo nunca propuse nada al respeto. Se dio por conjunción, por trayección de conjuntos. Y creo que a pesar de lo caótico que dice él que es, es tan ordenado y metódico como yo soy tan caótico a la hora de investigar la música y lo abstracto.
¿Cómo vivieron el pasaje del under al mainstream con el éxito de El Mamut?
-Walas: Fue un pasaje completamente natural, una transición que nosotros ni siquiera la sentimos. Nos dimos cuenta de que apareció más estructura alrededor nuestro, como por ejemplo la figura del productor artístico, y luego mejores videastas, mejores estudios, mejores contratos y que nos invitaran a escenarios más importantes, pero lo vivimos con total naturalidad y creo que nos sirvió llevar nuestra forma amateur al gran público, que fue hacer frente al público de 35 mil personas de Marilyn Manson o Pearl Jam lo que hacíamos en el Arlequines o La Trastienda. En un momento sí que nos dimos cuenta de que había más periodistas y más críticas sobre nosotros, pero lo disfrutábamos.
¿Y, ante eso, hubo que cambiar algo en el modo de gestionar la banda?
-Pablo: Lo que pasa que al tener muchos años de trayectoria antes de eso te da mucha raíz, por decirlo así, porque después sopla el viento y las hojas se vuelan para todos lados…el tema es que no se te vaya a los pies…
-Walas: Claro, nosotros tenemos 30 años de carrera, de los cuales 20 son de culto y underground y 10 son de mainstream, entonces, como dice Pablo, esos 20 años nos dieron un cimiento sólido como para, una vez en la gran cancha, no aburguesarnos, ni repetirnos, ni dormirnos en fórmulas cómodas ni hacer demasiadas boludeces.
Más allá de los varios cambios de integrantes que tuvieron, hubo un hilo conductor en el sonido de la banda, que se mantuvo desde Sol lucet ómnibus hasta Biblia Ovni, ¿cómo hicieron para transmitirlo al resto de la banda?
-Pablo: Sí, es cierto. Y una de las cosas que yo vi para eso es tener mucho cuidado cuando soplaban muchos vientos para un lado y para otro. Y, sobre todo, dejar ser en la banda, porque no es lo mismo tener 20 años que 40. Es distinto y cada uno va cambiando a medida que la vida va moviéndose. Y las cosas, si vos las dejás ser, van acomodándose de algún modo. Y un dejar ser sin dejar que gane la vanidad o el ego hace que se mantenga ese hilo conductor. A veces las asperezas se lijan y se acomodan con el tiempo, y eso hace que todo tenga larga vida.
Uno de los primeros logros de Massacre fue haber teloneado a muchos monstruos extranjeros, desde Ramones hasta Guns N´Roses pasando por Circle Jerks, ¿pero con qué banda se quedan para siempre ese recuerdo de haber compartido escenario?
-Walas: Cuando nosotros empezamos a telonear a bandas yanquis en los noventas decíamos “No podemos creer estar teloneando a nuestro ídolo Henry Rollins, a los Ramones, a los Misfits…y después, cuando ya empezamos a tocar en los grandes festivales, estábamos en un camarín donde a tres metros estaba Kiss o a cinco metros estaba Marilyn Manson o Dave Grohl, muy groso. Pero para mí, personalmente, el orgullo más grande que tengo es ver un volante de finales de los noventa donde dice “Fugazi, Massacre y Cienfuegos”. Eso es lo máximo y no creo que nada lo supere.
Massacre siempre hizo covers, desde canciones de The Kinks hasta de Rod Stewart. ¿Qué sintieron cuando Catupecu hizo Plan B y Carajo, Diferentes maneras?
-Pablo: ¡Que estaban buenos los temas nuestros, loco!
-Walas: Es cierto. Y nos revalidan, ya que en la época que éramos de culto pensábamos que no le interesábamos a tanta gente, pero por lo visto a los músicos sí…Y eso es una revalidación, una especie de premio por lo cual estamos recontra agradecidos.
¿Sienten melancolía o alegría por cumplir 30 años como banda?
-Walas: Mirá, es ambigua la situación. Por un lado, como somos una banda de vanguardia, siempre joven y experimental, tenemos un poquito esa cosa de que no tenemos edad, y por otro lado no nos habíamos dado cuenta y tuvo que venir alguien a decirnos “Chicos, ustedes comenzaron en el 87… quiere decir que tienen 30 años y los tienen que celebrar”. Para nosotros siempre es presente.
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