Después de pasar por la formación de Rayos Láser, Martín Rodríguez arrancó una carrera solista con el visto bueno de Tweety González, quien produjo su primer álbum homónimo. Según Rodríguez, el disco resume todas las influencias que acumuló durante su carrera y que nunca había plasmado en un LP. En diálogo con Billboard, el músico cordobés habla sobre la delgada línea entre influencia e imitación, cómo hizo para incursionar en el rock desde el folklore y la importancia de haber grabado en Twitin Records.
¿Por qué decidiste empezar una etapa solista?
Fue una necesidad interna, de poder hacer cosas que me gustan en todos los aspectos que competen a la música. No solo de tocar, sino también de producir, de armar la banda… También quería encontrarme conmigo mismo, hacer canciones que tenía relegadas. Por distintas razones, no componía demasiado. Entre las canciones y la decisión de grabar, elegí lanzarlo con mi nombre para asumir toda la responsabilidad.
¿Eran todas canciones que ya tenías trabajadas?
Fui componiendo durante todo este tiempo, pero muy poco, porque todo lo que componía me hacía acordar a otros artistas y me autoboicoteaba. Después lo superé, y entonces en el disco quedaron canciones de etapas viejas, y más nuevas también.
¿Es difícil escucharse y aceptar que uno no está imitando, sino que está siendo influido quizás por otro artista? El límite puede ser muy fino.
Es natural. A través de la música que se hace, sale a relucir lo que más le gusta a uno. Es una manera de respetar los gustos personales. Es normal que salga con estilos de otras músicas. Otra cosa es meter mucho la cabeza en algo en particular. En mi caso aprendí a no renegar de las influencias, sino a disfrutarlas. Tocar música de los artistas que uno le gustan siempre es placentero, y cuando sale de uno, es más lindo aún. A mí me costó mucho dejar de pensar en estos formatos. Me molesta un poco que se compare la música, y me parece que somos todos jugadores del mismo juego, como decía un profesor que tuve.
Pero se hace inevitable comparar la tuya con la de Spinetta…
Me sale así, no lo estoy buscando de manera consciente. Todo el disco está embebido de Spinetta, de Cerati, de los Beatles o del folklore argentino.
Incluso hay algo de música brasileña en Mi Luz…
Toqué un montón de música a lo largo de mi vida. El disco es una muy buena fotografía de lo que soy. Es difícil catalogarlo, porque es bastante ecléctico dentro de una unidad que tiene. Hay bastantes climas.
Fusionar el rock con el folklore no debe ser sencillo. ¿Cómo te resulta a vos?
Un día estaba en mi casa, tenía el bombo armado (en un época yo tocaba folklore con Paola Bernal), y puse un disco de Prince. Me puse a tocar encima y estuvo buenísimo porque es un instrumento súper noble. Entonces, en las maquetas empecé a tocar el bombo encima de una batería electrónica, y salió solo. Me di la libertad de grabar música como saliera. Y salió medio chacareroso, con muchos momentos de rock nacional. Fuimos libres con Tweety González de hacer lo que queríamos.
¿Hubo muchos aportes de él?
Gran parte de este disco es de él. Colaboró mucho. Si bien yo traía las maquetas bastante completas, hubo un montón de cosas que se decidieron en el estudio. Desde el repertorio a grabar, hasta la modificación de los temas. Nos dimos la libertad de consultarnos mutuamente, y estuvo re bueno. El disco es muy sincero en ese aspecto.
¿Trabajar en las letras es un laburo aparte o va acompañado de la música?
Casi siempre sale la música primero. Es algo que me cuesta bastante, pero es cuestión de práctica, y trato de ver qué letra me pide la música. Generalmente tarareo canciones con la guitarra y un grabador, y después balbuceo letras improvisadas que no dicen nada. Hay buena sonoridad en algunas palabras, entonces a veces tiendo a respetarla y buscar a través de eso.