Cuando se anunció el sideshow de Marina And The Diamonds el 19 de febrero pasado, las redes sociales estallaron. Casi un mes después, Vorterix estaba colmado de fans. Las puertas abrieron a las 20 y, de a poco, el público entró y llenó los dos niveles del teatro. Durante la espera, la electricidad entre la gente se hizo notar.
Recién a los quince minutos de la hora pautada, se abrió el telón y salieron los músicos. Detrás de ellos, una única pantalla, que cambiaría de contenido de acuerdo al tema que sonara. Así, la cantante Marina Diamandis abrió la noche con Mowgli’s Road, y los gritos del público por momentos la ahogaron. Un ligero ajuste emparejó las cosas y permitió que la galesa se luciera e, incluso, que los coros de la gente sirvieran de complemento.
El show de Diamandis, como ella explicó en sus breves pero muy bien pronunciadas intervenciones en castellano, se dividió en tres partes, una por cada disco, con cinco hits en promedio por sección. En ese sentido, es difícil elegir puntos álgidos en una presentación muy pareja a todo nivel.
Sonaron temas upbeat como el funky Froot, tema que da nombre a su placa más reciente, pero también baladas más íntimas, como la brillante Happy, parte de los bises. En cuanto a ella, claramente supo adueñarse del escenario y capitalizar sobre el feedback inmediato de los fans. Su voz dulce, por momentos casi operática, se lució junto a una banda enérgica y ajustada.
Antes de cerrar su presentación con Blue, Marina Diamandis reveló que el de anoche fue el último show de la gira Neon Nature.
Fotos: Victoria Lagos