Todo lo que entendemos por funk se condensa en el saxo de Maceo Parker. Fue protagonista de los momentos más álgidos en el devenir de este género que tuvo su estallido con James Brown en los sesenta, su consolidación con George Clinton (Parliament-Funkadelic) en los setenta, y su erotización con Prince en los ochenta. Todos estos artistas contaron con el aporte de Maceo para darle identidad a la fusión de R&B, jazz, soul y ritmos caribeños.
Los motivos sobran para entusiasmarse con la nueva visita de Maceo Parker (74), que dialogó telefónicamente con Billboard semanas antes del show. Verborrágico y de notorio buen humor, el saxofonista destaca la importancia de entretener, evoca a sus históricos laderos y remarca que, en definitiva, solo se trata de dar amor, amor y amor.
Ya viniste varias veces a la Argentina, ¿cuál es tu mejor recuerdo del país?
– Oh, ¡no lo sé! Llevo haciendo esto desde hace tanto tiempo que para mí cada lugar al que voy es igual. Me gusta hacer que la gente se emocione y que se olvide de los problemas cotidianos, si es que tienen alguno. Cuando estoy sobre el escenario, me gusta entretener a la gente y darles algo que puedan recordar. Mientras pueda tocar, estar en Argentina es como estar en cualquier otro lugar del mundo. Me siento bendecido de poder hacer algo que realmente disfruto desde hace tanto tiempo.
¿Ya tenés pensado el repertorio para tus shows?
– Eso lo voy a ver cuando esté allí, según el humor que tenga. Pero seguramente haga un poco de Ray Charles, otro de James Brown, algo que haya grabado yo, y un par de sorpresas también. En definitiva, es puro entretenimiento. Será el Maceo de James Brown, y tocarán conmigo un par de muchachos de Parliament-Funkadelic, así que también vamos a hacer algo de eso. Será pura fiesta. Lo mío se trata de amor. Todo se trata de amor. Lo digo más de cinco veces en cada show.
¿Cuál es el secreto para seguir dando recitales tan largos a tu edad?
– Simplemente estando cómodo y haciendo lo que hago. Pienso que nací para entretener. Lo disfruto muchísimo. Nos sentimos muy cómodos al viajar por el mundo y darle a la gente este show. Todos quieren divertirse y bailar, y ese es el vehículo que proveemos.
En tus inicios, el funk era muy criticado por los puristas del jazz. ¿Qué opinás de los prejuicios en la música?
– Como dije antes, todo se trata de amor, amor y amor. Cada quien piensa lo que quiere, y para mí está bien así. Siempre miro la parte positiva de la vida. No me interesan las cosas negativas. Cada individuo tiene derecho a sentir lo que quiera. Yo escuché mucho jazz cuando era chico, pero vengo de la escuela de James Brown y de George Clinton. Podríamos tocar jazz, claro, pero nos gusta hacer música para que la gente pueda bailar. En el jazz, en cambio, te sentás y escuchás. Lo mismo con la ópera, que está muy bien, pero uno no espera que te levantes y bailes en una ópera, aunque sigue siendo bueno y entretenido. En definitiva, si tengo la chance de elegir, sigo eligiendo lo que hago.
¿Cuál fue la lección más importante que aprendiste de James Brown?
– Tenía una forma muy original de pasar de una canción a otra, y eso hacía que la gente estuviera muy arriba todo el tiempo. Mantenía al público muy entretenido. Era muy emocionante estar con él sobre el escenario y ver cómo movía sus piernas y sus pasos de baile.
¿Y de George Clinton?
– Lo mismo. George entendía que cada show debía ser una fiesta. Si veías un show de él, podías hacer lo que quisieras, no se suponía que tuvieras que sentarte y mirar.