Doce millones y medio. Es la cantidad de veces que, en menos de 60 días, alguien le dio clic en YouTube a “Amor”, la canción que Los Auténticos Decadentes (LAD) interpretan junto a la chilena Mon Laferte entre sifones, vitrolas, ruletas, chapas de colores y lamparitas amarillentas. En Spotify, el número de veces que se reprodujo “Amor” también es millonario: 5,2.
Para una banda que acaba de cumplir 32 años de su primer concierto y cuyo disco debut salió en vinilo y en casete, estas cifras podrían ser parte de la rutina. Para Los Auténticos Decadentes, en cambio, no. “Llegamos de la gira por Europa, y ‘Amor’ había explotado. ¡No lo podíamos creer!”, dice Martín “Moska” Lorenzo, percusionista, compositor, productor y vocero de LAD. Y lo expresa con admiración y entusiasmo genuinos. Igual que Gastón “el Francés” Bernardou, percusionista, animador y también vocero decadente que, cuando habla de su banda, comenta con honesta extrañeza que seguir viviendo de hacer lo que más le gusta es algo para agradecer.
Sin embargo, nada de esto que le pasa a LAD es producto del azar. Como dice el Francés, “Los Auténticos Decadentes jamás trabajaron tanto como para este disco”. Se refiere a Fiesta nacional, el MTV Unplugged que el canal de televisión estrenó el 5 de octubre y cuyas primeras pistas fueron descubiertas a través de “Amor” y “La guitarra”, los cortes-adelanto del especial que también es DVD. Y con “trabajar” también se refiere a las 36 veces que, de lunes a viernes y en horarios fijos, los 12 músicos se reunieron a ensayar antes de grabar. Porque tocar y viajar, que es a lo que los Decadentes le dedican más tiempo, no es un trabajo. Para ellos, siempre, “peor es laburar”. Pero… ¿a quién se le puede ocurrir que mantener vivo un proyecto colectivo por más de tres décadas puede ser pura suerte?
Los ingredientes de la receta decadente incluyen talento para componer e interpretar un repertorio genial, voluntad para alcanzar las metas, creatividad para ser originales y renovarse, paciencia para soportarse, cariño para mantenerse unidos, responsabilidad para cumplir los compromisos… y sí, amigos, aunque lo nieguen, ¡muchísimo trabajo! Y una cosa más: esa antena única para sintonizar el ánimo y el humor del pueblo en el momento y el lugar precisos.
Por tercera vez en 30 años, a los Decadentes les toca la dura responsabilidad de ser el inflador del ánimo popular en un contexto de crisis. ¿Están listos para eso?
– Martín “Moska” Lorenzo: Sí. Haber salido con una cumbia alegre y un estribillo que grita “¡amor!” en un momento en que la Argentina y parte del continente están para atrás funciona especialmente.
– Gustavo “Cucho” Parissi: Es verdad. En 2001 nos pasó, la gente me decía “Gracias por la alegría”.
– Gustavo “Nito” Montecchia (guitarra): Y ahora pasa un poco, también. En la última gira, con los exiliados económicos que están ahora en Europa nos pasó algo así. Y no solo con los argentinos. Esta vez notamos que había algo más, una energía extra. Nos estaban esperando.
¿Por qué creen que MTV eligió a los Decadentes para retomar el ciclo de conciertos desenchufados con artistas argentinos?
– Moska: Supongo que pensaron en un artista que estuviera tocando y que tuviera una buena repercusión a nivel regional, algo que en nuestro caso es mucho más grande que hace diez años. Tomaron en cuenta lo que pasa con nosotros en México, en los Estados Unidos y en el resto de América latina.
– Guillermo “Capanga” Eijo (trompeta): No dudamos, porque llegó en el momento justo. Hay cosas que necesitan madurar. Si lo hubiésemos hecho diez años atrás, no sé si habría tenido el resultado artístico que tuvo. Estamos más maduros como músicos y eso se nota.
– Moska: Capaz que hubiese quedado buenísimo, pero habría sido de otra forma. Este proyecto nos agarra en un momento recontraprofesional. Y también tiene que ver con haber hecho el Foro Sol del D.F., en México, el año pasado. O sea: ¿qué viene después de eso? Y bueno, ahora viene una serie de teatros, pero con un espectáculo nuevo, un contenido nuevo, aunque sean canciones viejas.
Es cierto que las canciones de Fiesta nacional ya habían sido publicadas, pero solo los fans de la banda recuerdan que, por ejemplo, “Amor” es el décimo tema de Hoy trasnoche, el sexto álbum decadente, publicado en 2000. Para la enorme mayoría de los millones que se pierden en las listas de Spotify, “Amor” es una novedad. “¡No sabés cómo están los chilenos! Están prendidos fuego, la canción pegó mucho… Si bien ya somos muy conocidos allá, también somos de otra época. Entonces, salir con Mon Laferte y con una canción que no conocían funcionó muchísimo”, cuenta Moska.
La fórmula parece sencilla: la fuerza, la juventud y la sensualidad de la chilena Mon más el carisma, la elegancia y el talento de Jorge Serrano. ¿Cómo fue el proceso para llegar hasta ahí?
– Moska: Es muy difícil hacer nuevas versiones de viejas canciones después de 32 años. Algunas las hicimos 20.000 veces, así que fue un desafío importante. Quiero decir: este unplugged no es como el de Nirvana, que es uno de los que más me gusta, porque ahí están ellos dos tocando con instrumentos acústicos y el batero con escobillas… El nuestro es todo instrumento de fantasía.
En el caso del repertorio decadente, los géneros latinos ya tienen en su origen una instrumentación acústica, no alcanza con sumar instrumentos de madera.
– Capanga: Claro. Por eso pusimos énfasis en las versiones. No queríamos que fueran simplemente las mismas canciones con guitarra criolla y tocando lo mismo.
¿Cuál fue entonces el criterio de selección del repertorio?
– Moska: Primero fue la lista de canciones. Empezaron a tirar esta, la otra y así llegamos a 30. En los primeros ensayos, nos pusimos a sacar esas 30 para ver cuáles quedaban mejor… Bah, eso fue en el primer ensayo; en el segundo, cuando ya estábamos cinco en la sala [risas], agarramos la lista y tachamos las que nos parecía que iban a resultar más complicadas.
– Capanga: Y los arreglos los manejamos como toda la vida: cada cual propuso y tratamos de llegar a un consenso. Generalmente, no hay discusiones, es como que la música o el arreglo se imponen. No es que hay dos arreglos para una misma canción: van saliendo, madurando y van quedando. Y pasó algo particular sin buscarlo. Porque ahora, viéndolo como un paquete, vemos que hay distintos estilos para cada una de las canciones. Y así, sin quererlo, tenemos una cueca, un vallenato, un tango…
¿Pero eso no fue pensado así?
– Capanga: Sí, pero para cada canción, no pensando en el espectáculo, para que haya un tema de cada género.
No fue que dijeron “Tiene que haber un tango, veamos qué tema puede quedar bien con arreglos de tango”, sino que eligieron las canciones y después vieron qué arreglo podía quedar mejor.
– Capanga: Eso. Y después nos dimos cuenta de que quedó equilibrado. Hay un tema andino, una cumbia, una murga… Como que fuimos abarcando toda Latinoamérica sin darnos cuenta.
– Moska: Siempre nos quedan las cosas como conceptuales sin que lo hayamos previsto.
– Cucho: Cada uno sumó desde su lugar. Yo participo más en ideas… No sé, propuse un coro góspel para “Pendeviejo” pensando en “Tender”, de Blur, por ejemplo. Y quedó mucho mejor de lo que imaginé. Lo escucho y me emociona. Pensar cosas para agregar a cada formato es lo que más me gusta, sumar sonoridad. Pero lo mío es difícil, porque a mí me tocan las canciones más divertidas…
Y el formato acústico, al menos desde una primera mirada, invita a inclinarse por el repertorio más lento.
– Cucho: El desafío era seguir teniendo esa energía, pero desenchufada. Por eso digo que lo mío es difícil, hay que dosificar. Pero al final les encontramos la vuelta a los temas divertidos, con los que yo me pongo la camiseta, y quedaron bárbaros. Y otra cosa que estuvo buena fue el coach que nos hizo [el productor del álbum] Gustavo Borner. Nos ayudó mucho. Su trabajo, además de productor artístico, fue el de tirar onda: “¡Rompela! ¡Vos sabés lo que tenés que hacer!”. Ahí me di cuenta de cuánto sirve un coach, alguien que te aliente y te levante el espíritu, y te diga “Vos podés, dale por acá”… A mí me dio una confianza que no tenía.
Hay un Cucho tanguero en “Los piratas” que se desconocía.
– Cucho: Sí, sí… Es que yo vi la vida de Carlos Gardel tres veces. ¡Ves la vida de Gardel y llorás! Está filmado todo, hasta el día que sube al avión y se muere, el banderillero dando el okey y después palma… ¡Y lo que canta el chabón solo con dos guitarras! Cuando lo vi, se me caían las lágrimas. Me acordaba de mi vieja, que le gustaba mucho. Ella me decía: “Vos tenés la voz de tanguero de tu abuelo”.
– Moska: Además, como la puesta es bien porteña, costumbrista, el bandoneón era una imagen que tenía que estar.