
1991 – El año de la generación X
El festival Lollapalooza fue, en su inicio, la epítome de la generación X. Los nacidos entre principios de la década del 60 y finales de los 70 se encontraban, en el año 1991, en la cúspide de su disconformidad social y cultural, y eso se manifestaba también en la música. No es casualidad que en ese año se hayan editado los más aclamados discos del rock de los últimos 30 años, como Nevermind, de Nirvana; Ten, de Pearl Jam; Blood Sugar Sex Magik, de los Red Hot Chili Peppers; Use Your Illusion, de Guns N’ Roses; Innuendo, de Queen; Screamadelica, de Primal Scream; Achtung Baby, de U2; o Black Album, de Metallica, entre otros.
Como si fuera un año paradojal a nivel musical (tal cual le sucede a Marty McFly con el 5 de noviembre de 1955), 1991 también significó el nacimiento del Lollapalooza. Jane’s Addiction se encontraba agobiada por la extensa gira de su disco El ritual de lo habitual, y los problemas con las drogas no hicieron más que agregar combustible al incendio de conflictos internos. En ese contexto, Perry Farrell ideó el festival Lollapalooza como tour despedida de Jane’s Addiction acompañados de bandas como Siouxsie and the Banshees, Living Colour, Nine Inch Nails y Fishbone, entre otras. El éxito fue tan grande que repitieron la gira al año siguiente con Red Hot Chili Peppers, Ministry, Ice Cube, Soundgarden, The Jesus and Mary Chain, Pearl Jam y Rage Against The Machine entre los principales artistas. La gira se realizó de manera itinerante por Norteamérica hasta 1997, cuando finalizó en esa modalidad.
2005 en adelante: La conquista millennial
A partir del 2005, el festival retornó para desarrollarse en un solo predio. El venue elegido fue el Grant Park de Chicago, y todos los años a finales de julio o principios de agosto, las bandas más importantes de la escena desfilan por los escenarios del festival. Pero no fue hasta 2011 que el Lolla se hizo franquicia mundial y se transformó en el festival de la generación millennial por excelencia. Primero Chile, luego Brasil, Argentina, Alemania y Francia fueron generando sus propios festivales con características particulares y un núcleo común. Las características de los lugares donde se realiza son únicas en cada país: predios llenos de verde ubicados lejos de las metrópolis y mucho, mucho espacio para circular y disfrutar de cada atracción sin estar apretado; el propio Hipódromo de San Isidro, que nos resulta familiar a esta altura, fue toda una novedad en 2014 cuando Lollapalooza se instaló en nuestro país.
El Hipódromo de Longchamps en París; el aeropuerto abandonado de Berlín (Tempelhof) o el Estadio Olímpico; el Parque O’Higgins de Chile o el Autódromo de Interlagos en Brasil son lugares únicos para un festival único. Entre todos estos escenarios, el Hipódromo de San Isidro gana en belleza, espacio y verde.
2018 – La edición más grande
Cuando Billboard Argentina tuvo la oportunidad de hablar con Perry Farrell sobre esta edición, uno de los temas que se tocaron en la charla fue la ampliación del festival. Si bien está claro que el Lollapalooza es sinónimo de diversidad, este año el abanico fue el más amplio de su historia local. Sin embargo, el tercer día no pude llevarse a cabo por las condiciones climáticas.