Qué bueno es ver un tributo a Lionel Richie temprano en los premios Grammy. Considerando la cantidad de homenajes a artistas que murieron recientemente, no hubiera sido raro ver a Richie tomarse el pulso para chequear si todavía estaba vivo. Después de un popurrí de sus hits interpretados por John Legend, Demi Lovato, Luke Bryan, Meghan Trainor y Tyrese, Richie –a quien se pudo ver cantando desde su asiento– finalmente saltó al escenario y tomó las riendas en All Night Long.“Así es como se hace en esta parte”, proclamó, y fue difícil discutir con él.
Que los mejores momentos de la velada consistieran en homenajes póstumos fue un recordatorio deprimente de cuántos grandes músicos se nos fueron en el último año. A lo mejor, tus ojos se humedecieron durante la performance de Take it Easy, de los Eagles junto a Jackson Browne en la voz para honrar a Glenn Frey.
Lady Gaga fue la elección perfecta para recordar a David Bowie. Vistiendo una peluca de color naranja chillón, entregó un popurrí de hits de producción surrealista que se sintió como un viaje de ácido de siete minutos.
Bonnie Raitt, Chris Stapleton y Gary Clark Jr. deslumbraron con sus guitarras en The Thrill is Gone en homenaje a B.B. King. Dave Grohl, después de proclamar que “Lemmy Kilmister era rock ‘n’ roll”, introdujo un tributo al frontman de Mötorhead interpretado por The Hollywood Vampires, compuesto por Alice Cooper, Joe Perry y Johnny Depp.
Entre otros momentos destacados estuvo Miguel cantando She’s Out of my Life en conmemoración del 35º aniversario del álbum Off the Wall, de Michael Jackson; y Stevie Wonder y Pentatonix colaboraron en una breve interpretación a capella de That’s the Way of the World en honor a Maurice White, el fundador de Earth, Wind & Fire. Más tarde, el segmento “In Memoriam” fue un recordatorio de lo triste que fue el año para los amantes de la música.
Afortunadamente, no todos los mejores momentos del show consistieron en tributos póstumos. La velada tuvo un gran comienzo con Taylor Swift cantando Out of the Woods. También hubo una performance electrizante del número de apertura de Hamilton, un hit de Broadway interpretado en vivo desde el teatro Richard Rodgers de Nueva York.
Eso fue seguido de una ardiente performance de Kendrick Lamar, que quemó sus articulaciones con The Blacker the Berry y Alright, realzadas por luces estroboscópicas, llamas, una cárcel montada y otras imágenes provocativas. Después, Adele intentó cantar All I Ask, que por desgracia estuvo empañado por problemas de sonido.
Justin Bieber, portando un adorable bigote pequeño, se anotó con un acústico solista de su hit Love Yourself antes de unirse a Skrillex y Diplo en la difusa electrónica de Where Are You Now?. Alabama Shakes demostró que todo lo que se necesita para una performance brillante es una gran banda y la increíble voz de Brittany Howard. También tocó el niño prodigio del jazz, Joey Alexander, que tiene apenas 12 años.
Como suele pasar en los Grammy, hubo más de un momento incómodo y duelos malogrados. Carrie Underwood –vistiendo un outfit sexy que Maria von Trapp definitivamente no hubiese aprobado– y Sam Hunt –que aparentemente salió de su casa sin ponerse la camisa que debía ir sobre su remera blanca– colaboraron en un popurrí de Take Your Time y Heartbeat que, contradiciendo a la última canción, no tuvo pulso. The Weeknd cantó su hit In The Night acompañado de un chelista y un pianista. ¿Música de cámara para la música de The Weeknd? Little Big Town cometió un error similar con una narcótica versión de Girl Crush incluyendo una sección de cuerdas. Y los duetos de Andre Day/Ellie Goulding y Tori Kelly/James Bay demostraron que la suma a veces es menos que las partes. Y el final con Pitbull y Travis Barker, Joe Perry y Robin Thicke fue un fiasco solo redimido parcialmente por la presencia de Sofía Vergara meneando en un vestido apretado de lentejuelas.
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