Cinco años atrás, Martín Bonetto editó su primer libro de fotos, que bautizó Fotorragia y cuyo subtítulo decía “Sexo, drogas, rock ‘n’ roll, familia y amigos”. El prólogo fue escrito por Adrián Dárgelos, y Babasónicos estaba presente en unas seis fotos. Ahora, la banda es protagonista absoluta de un libro llamado Babasónicos, a secas, que tuvo una primera muestra en el Estadio Único de La Plata durante el festival Provincia Emergente y que después legó a la Usina del Arte. Fue en el marco de la celebración de los 25 años de carrera del grupo. Ahora, la muestra fotográfica #MovimientoBabasónicos fue seleccionada para ser exhibida en el festival FotoWeek DC 2017 en Washington D.C., Estados Unidos. Será desde el 15 de noviembre hasta el 1 de diciembre, en la Embajada Argentina de dicha ciudad.
Cuenta Bonetto: “La idea del libro surgió por la cantidad de fotografías que tenía del grupo. De pronto empecé a viajar con Babasónicos mucho más, a hacer trabajos de prensa y producciones. En una de las giras estábamos en México, y después de un show, Adrián me dijo ‘Vamos a hacer un libro’. Me encantó, obvio, pero le pregunté cómo haríamos, y me dijo que me quedara tranquilo, que algo íbamos a conseguir. Y así fue. Con el tiempo, salieron los contactos indicados para poder imprimirlo, y luego surgió la muestra”.
Mariano Roger recuerda que Martín Bonetto empezó a aparecer en los camarines en la época del disco Miami, primero de lejos y luego acercándose cada vez más, a medida que iba avanzando la relación con el grupo. “En estos últimos años –agrega–, fue como una alianza donde hizo las fotos del arte de Impuesto de fe y está a cargo de nuestras fotos de prensa”.
La idea de realizar un libro con fotos acumuladas durante 15 años coincidía con la etapa de celebración de 25 años de Babasónicos, y después surgió las muestras. Tras agotar la primera tirada, salió una segunda tanda que agregó fotos del concierto en el Teatro Colón.
¿Qué era lo que te entusiasmaba del grupo cuando no conocías a sus miembros?
– Martín Bonetto: Primero fue la música, que me acompañó en el Walkman desde que tenía 16 años, en un montón de situaciones. Las primeras fotos que empecé a hacer con ellos fueron de shows que yo pedía cubrir, trabajando en una página web de Clarín llamada “Frecuencia Web”. Ya iba a muchos shows como fanático, al pogo, y cuando entré a trabajar en el diario, logré meterme más de lleno en la fotografía de música y conseguí las acreditaciones necesarias para poder estar cerca del escenario, en el escenario mismo o hasta pasar a camarines. Ahí empezó mi relación con Babasónicos. Empecé a ir más seguido a los recitales, a conocerlos, y con el tiempo, proponer alguna otra cosa como giras y trabajos. En los shows siempre sabés que te vas a llevar algo, y cuando hacés retratos, es increíble la onda que les ponen a las fotos.
Mariano, ¿cómo es verte en fotos en una muestra?
– Mariano Roger: Me acuerdo de que fuimos a la inauguración en La Plata… y es raro. Y lindo. Martín sacó fotos muy buenas de todos los tiempos y en distintas situaciones. Ves todo el camino recorrido. Ves cosas que te habías olvidado. Está bueno y te impacta. Lo mismo pasa con el libro: a veces, las fotos capturan momentos que uno ni se da cuenta.
Martín, ¿cuál es la diferencia entre hojear el libro y recorrer la muestra?
– MB: La muestra tiene un recorrido con un principio y un final, una entrada y una salida, pero uno va a elegir en qué momento se cruza para un lado o el otro. En el libro también tenés eso, porque podés comenzar por el principio o abrirlo en cualquier lado, pero en él no podía poner más fotos de las que puse, y eso que es enorme, entonces me di el gusto con la muestra de armar grupos de imágenes, por ejemplo, dameros con secuencias de 60 fotos de intimidad en camarines y en hoteles. En una muestra podés aprovechar más el espacio, de acuerdo al lugar. Tuve la suerte de hacer una buena impresión y un enmarcado perfecto, así que es como el sueño de todo fotógrafo.
¿Cómo lo comparás con Fotorragia?
– MB: El concepto del libro fue bastante distinto a Fotorragia, que era –como dice el nombre– una hemorragia fotográfica de imágenes de la vida cotidiana mía, bien de autor, bien de edición del fotógrafo, un capricho mío. En cambio acá, en Babasónicos, el concepto era tratar de contar una historia fotográfica, que puedas ver un reflejo de lo que es la banda y la relación con la imagen, con el fotógrafo que –como dice en un momento del libro– pasó “del pogo a las fotos”. O sea, el fan que terminó trabajando con Babasónicos. Me gustaba poner ese concepto al final, para cerrar el libro. La edición no fue tanto cronológica, porque se mezcla todo, sino más por la calidad. Quería que fuera un libro que le gustara al fan de Babasónicos, pero también al que le interesa la fotografía de músicos de rock.