“Lit” significa “encender”, pero también puede aplicarse para los verbos “prender” o “iluminar”. “ʽKillahʼ es un agregado para darle estilo”, cuenta Mauro Monzón, mejor conocido como Lit Killah. El freestyler devenido músico y rapero buscó su alias para competir en las batallas en Google. Aunque los duelos de los que participaba el joven de 18 años no eran a mano armada, sino con rimas en las plazas.
“Ahora estoy enfocado en la música, pero todavía me pongo a tirar freestyle”, sigue. Aunque ya no lo hace más en plazas de diferentes provincias del país, reserva la chispa de su lengua para los momentos dentro del estudio de grabación. “Destroy”, “Una vez más”, “Apaga el celular” y “Bufón” son los cuatro singles que editó desde que los días en El Quinto Escalón quedaron atrás.
“Me llevo los mejores recuerdos de esa época, conocí mucha gente”, comenta. Su figura tomó popularidad en el ciclo de freestyle después de una batalla con Duki. “… dice brisa, pero vos estás limpiando los parabrisas, mientras que la brisa para cuando me escucha rapear”, disparó en doble tempo sobre el final de la batalla, y se llevó el encuentro que tuvo tres réplicas. “Se viralizó un video de esa semifinal y desde ahí me empezaron a saludar en las competencias y a pedirme fotos. Yo había arrancado hace unos meses, nada más”, recuerda. Gracias a YouTube, el duelo quedó inmortalizado, y a dos años de su publicación acumula casi siete millones de reproducciones.
Pero es poco al lado de los números de sus videoclips: “Apaga el celular” supera los 65 millones, y “Bufón” acumuló 20 millones en un solo mes. Parece que el plan le está saliendo a la perfección. Al menos eso reveló en la letra de esta última canción. Sin embargo, aunque reconoce la importancia del streaming, no deja de pensar que para hacer una canción “se necesita de emociones y sentimientos”.
La letra de su último single parece un misil dirigido, pero se desconoce al destinatario (o quizás lo seamos todos). “Descargué mucho en ese track”, explica. También hubo mucho trabajo, la canción tuvo 20 versiones antes de quedar quieta. “Soy muy perfeccionista, cambié la letra muchas veces y pasaron diferentes productores por el estudio”, agrega. Finalmente, Killah encontró con DJ Tau el feeling necesario entre un artista y un productor. “Es muy importante poder conectar en el estudio desde el minuto cero”.
Guste a quien le guste, el trap está viviendo su hype, y ya comenzó la misma discusión por la que pasó el reggaetón ¿Es una moda o llegó para quedarse? Lit tiene su propia respuesta: “Esto es el inicio, y todavía no se puede ver un horizonte. Es como cuando empezó el reggaetón en Puerto Rico y Colombia, pero, por suerte, en el trap la Argentina es referente”. Si su teoría se aplica, la camada de artistas argentinos que él forma junto a Duki, Khea y Paulo Londra, entre otros, llegaría a lo más alto de los charts, como hoy lo hacen Daddy Yankee, J Balvin y Nicky Jam. Por su parte, Bad Bunny y Ozuna oscilan en el medio de estas dos generaciones y funcionan como puente.
Mientras la conversación se extiende, se puede distinguir entre Mauro y Lit Killah. El primero recuerda con nostalgia las batallas de freestyle y alienta a los fanáticos de la faena a empezar a tirar flow. “Las primeras veces que entraba en una ronda no podía mirar al oponente a los ojos, me ponía nervioso antes de competir, pero después soltaba todo”. Y claro, allí aparecía Lit Killah, hoy rubio cual Saiyajin, que también se apodera de Mauro cuando la conversación se centra en la música. “Quiero llegar a ser reconocido afuera, en los Estados Unidos, por ejemplo”, dice con ojos encendidos, y agrega: “Que nos conozcan mundialmente a mí y a toda la movida argentina que se está armando”.