Lenny Kravitz se está dejando crecer los dreadlocks. Durante los noventa, esos largos dreadlocks acompañaron su carrera como uno de los más exitosos artistas masculinos de rock de la era moderna. Así fue, de hecho, hasta que se los cortó, a inicios del nuevo milenio, un hecho revelado explícitamente en la tapa de su sexto álbum, Lenny. Pero tras pasar gran parte de su nueva era alternando entre discos decentes y roles secundarios en películas como Precious, The Butler y The Hunger Games, Kravitz está de regreso con un excelente nuevo álbum.
Raise Vibration, su onceavo disco, recuerda el costado urbano de sus primeros dos álbumes, su debut de 1989 Let Love Rule y su secuela, Mama Said, de 1991 (con asistencia de Slash) con más convicción que cualquier cosa hecha después de 5 (que, a propósito, cumplió 20 años en mayo último). Por estos días, los dreadlocks de Lenny están tan largos como la tapa de Let Love Rule, una imagen que suma credibilidad a la idea de que Raise Vibration es la contraparte cósmica del catálogo de Kravitz. Lenny se tomó tiempo durante una reciente ronda de prensa para hablar con Billboard sobre su pasado y su presente en un momento en que la idea de las estrellas del rock radiales parecen estar devaluadas.
Kravitz regresa a la escena con un álbum que revaloriza el valor de la guitarra y la grabación de instrumentos en vivo. Y como si no fuera suficiente, decidió volver a girar por todo el mundo. Ojo, el mensaje del músico que continúa con el legado de Prince no es el de “todo tiempo pasado fue mejor”, sino el de la curiosidad inagotable del artista sediento de creación. La banda completa de Kravitz será el contraste ideal -y necesario- para el show de Kendrick Lamar en el tercer día del Lollapalooza Argentina.
Tu colección de Prince es alucinante, y me lleva a pensar cómo era tu relación con él cuando apareciste, a finales de los ochenta. Había una controversia, la de que eras “demasiado negro para la radio de rock y demasiado blanco para la radio negra”. Pero cuando salió Let Love Rule, fue en un contexto de renacimiento del rock y el R&B, con el éxito de intérpretes como Living Colour, Fine Young Cannibals y Terence Trent D’Arby, todos ellos preparando el camino para tu ingreso, de algún modo.
− Por entonces no conocía a Roland (Gift, de Fine Young Cannibals), pero sí a Terence. Él apareció un par de años antes que yo, y cuando salió Let Love Rule me llamó. No recuerdo cómo consiguió mi número, pero llamó para decirme cuánto le gustaba mi disco y yo, nobleza obliga, le dije cuánto me gustaba su música, ya que es un artista increíble. Pero fue muy copado, porque después me dijo, “Vos sabés, van a tratar de convertirnos en enemigos, pero estamos juntos”. Prince hizo lo mismo. Me llamó después de Let Love Rule, y ahí fue cuando nos conocimos. La gente que piensa parecido se encuentra, eso es lo bueno. Cuando fui por primera vez a Londres para hacer la prensa de Let Love Rule, Soul II Soul eran gigantes. Y tanto ellos como Neneh Cherry venían a saludarme. Solía ir a la casa de Neneh Cherry; solía cocinar la cena y él me cuidaba siempre que estaba en Londres. Jazzy B salía a pasear conmigo.
Escuchando de nuevo discos de ese período, contrastándolos especialmente con los sonidos modernos del R&B, el tiempo fue benéfico con ese material…
− Antes, no estaba seguro acerca de ciertas cosas de los ochenta. Pero en los últimos dos años estuve escuchando un montón de material de esa época y, Dios, era tan creativo. La tecnología estaba cambiando, y eso era muy creativo. Recuerdo que Prince me contaba lo duro que eran los ochenta, porque la competencia era increíble en términos de la música que salía y los hits que habían. Pero él siempre decía que debíamos amar el tiempo en que estábamos y no ser, digamos, Woody Allen en Midnight In Paris, siempre mirando hacia atrás y diciendo que la de antes era una era dorada, y ahora es todo aburrido. Y sabés qué, cuando vivía en los ochenta y los noventa me la pasaba mirando a los sesenta. Pero cuando pienso ahora en eso, ambas décadas tuvieron una música maravillosa que merece ser evaluada a la misma luz que la música de los sesenta y los setenta, en términos de producción y creatividad en el estudio.
En particular, 1989 fue un gran año para el rock, con nuevos álbumes de los Rolling Stones, Paul McCartney, Elvis Costello, Tom Petty, Lou Reed y Rush, todos llegando a las disquerías al momento en que surgías vos con LLR.
− También David Bowie estaba haciendo buen material con Tin Machine. Yo los vi en The World y eran extraordinarios.
Siempre tuviste grandes bandas en vivo, pero pareciera que en el estudio son habitualmente vos y tu guitarrista Craig Ross quienes hacen la mayor parte del material del álbum. ¿Era preconcebida esa dualidad?
− Cuando hice el primer disco, nunca intenté tocar todos los instrumentos. No estaba en condiciones de pagarle a nadie. Traté de integrar a estos muchachos que conocía, para tocar, y no estaban sonando bien, pero no tenía dinero para pagarle a los músicos que quería. Así que mi ingeniero de entonces me dijo, “Oí que tocás la batería, la guitarra, los teclados y la percusión. Sabés tocar este material, ¿por qué no lo hacés vos solo?”. Y yo pensaba, sí, pero eso no es divertido. Yo imaginaba una sesión de grabación parecida al material que escuchaba de adolescente, como ver a los Rolling Stones en el estudio con Godard en Sympathy For The Devil. Quería hacer eso. Quería salir y después hacer una fiesta en el estudio. Pero eso no pasó, terminé haciendo la mayor parte del trabajo solo y eso se convirtió en mi estilo. Desde Let Love Rule hasta Raise Vibration, ese es el modo en que opero, y lo amo.
En varios sentidos, la vibra de Raise Vibration es una coda de Let Love Rule, en lo terrenal de tu acercamiento a esta música. ¿Qué te hizo regresar a esos primeros días y recuperar la vibra de Let Love Rule e incluso Mama Said para Raise Vibration?
− Bueno, todos dan un paso adelante para dar su opinión, cómo deberías hacer esto o deberías hacer lo otro. Y esto llegó a un punto en el que estaba realmente confundido sobre quién era después de Strut. Así que paré de hacer ruido y me quedé realmente quieto. Paré. No sabía qué estaba haciendo. De golpe, unas semanas después, empecé a soñar, y la música entró a fluir en mis sueños. Fue hermoso, y así lo prefiero. Nunca me siento a escribir. Siempre aguardo a escuchar algo, y usualmente viene en mis sueños. Pero nunca soñé un álbum completo. Pero esas canciones entraron a gotear, y yo seguí sus instrucciones. Todo se trató de rescatar lo que estaba en mi cabeza, lo que oía en mis sueños, grabar lo que oía subconscientemente del modo más auténtico que fuese posible. No hubo un plan, un diseño. No tenía idea de cómo iba a salir. Y cuando escuchás el disco, escuchás un montón de texturas distintas, del rock al soul alreggae.
El primer single, “It’s Enough”, es una canción increíble, pero también un video bastante duro.
− Lo es, y no ayuda que la canción dure siete minutos.
¿Cuál fue la reacción en Vevo y YouTube desde tu perspectiva?
− Algunas personas no llegaron a entenderlo. No pueden ver la realidad de esta era. Pero otros respondieron muy bien.
¿Fuiste en busca de tu momento “What’s Going On” con el single?
− Salió así. Hay una influencia de Marvin Gaye, definitivamente, pero ocurrió de manera orgánica. Lo curioso es que cuando escribí la canción era una canción de punk rock, creer o reventar. Era algo como los Ramones, y era muy enojada. Las letras eran las mismas. Después mi hija la escuchó, y me dijo, “Realmente no la entiendo”. “¿No la entendés?”, le dije. “No, esa cosa de punk rock no me gusta”. De algún modo pensaba que era un cliché, no quiero poner palabras en su boca. Así que empecé a pensarlo de otro modo, hacer el tema con esa base funky y la línea de bajo pero cantando de un modo más suave. Creo que el mensaje se volvió más poderoso. O sea que Zoë estaba cien por cien en lo cierto. Fue cool. Tomé el consejo de mi hija y me llevó por la dirección correcta.
¿Cómo creaste el concepto para el segundo video, “Low”?
− No puedo otorgarme crédito por eso, realmente. Le corresponde a mi amigo Jean-Baptiste Mondino, que es un realizador legendario. Es uno de esos grandes de MTV. Él vino a mi casa en París unas semanas atrás, le hice escuchar el disco y arranqué por “Low”. Y me dijo, “¡Pasala de vuelta!”. La escuchó como diez veces seguidas. “Low” tiene un montón de producción encima; tiene bronces, dos guitarras y una orquesta. Pero él seguía enganchado en el beat y me dijo, “Quiero verte tocar la batería, eso es todo. Sólo batería, en una habitación negra, un set de batería y vos vistiendo de negro”. Había visualizado todo el concepto. Después resolvimos que haya una contraparte femenina, con un diálogo. Me encantó la idea y así lo hicimos.
Raise Vibration es el segundo lanzamiento de tu propio sello Roxie Records, al que bautizaste en nombre de tu madre, la desaparecida actriz Roxie Roker. Habrá sido un viaje crecer en el set de Los Jeffersons. ¿Cuáles eran los gustos musicales del elenco?
− Sherman Hemsley era un fan de la música. Solía ir a su vestuario a escuchar música. Y lo interesante es que su grupo favorito era Yes. Recuerdo que tenía un Cadillac Seville plateado con un conductor y él se sentaba en el asiento de atrás. Llegaba a trabajar y Yes tronaba desde su vestuario. Le copaba el rock progresivo. Uno pensaría que escuchaba soul o R&B, pero era fan del rock progresivo. Era un hippie.
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