El Teatro Margarita Xirgu resultó ser un lugar adecuado para presenciar al guitarrista Lee Ranaldo en Buenos Aires, una vez más; un clima íntimo para un concierto acústico que comenzó con lo que cualquier fan de Sonic Youth esperaría: un incesante drone, generado por su instrumento y un arco de violín, y no desde el abuso de pedales. Este gesto, que parece diminuto, expresa la capacidad de Ranaldo de virar el sonido sónico hacia una instrumentación que no parecería diseñada para aquello. Es por eso que fue un show acústico en los propios términos del artista.
Ranaldo presentó la totalidad de su nuevo disco, Electric Trim, pero mientras que la grabación tiene un inmenso abanico de sonoridades, instrumentos y músicos, el ex Sonic Youth se defendió solo con su guitarra, que lo obligaba a adaptar las canciones de una manera descomunalmente creativa. Así −especialmente en la ejecución de Uncle Skeleton, pese a no contar con la percusión que distingue al tema−, dejó en evidencia lo moldeable de las estructuras, que en ningún momento llegaron a sonar débiles o raquíticas.
Uncle Skeleton fue seguida por Circular y luego por Electric Trim; también, destacó la importante participación del novelista Jonathan Lethem en el proceso de creación de las letras.
Hacia Start Again, la correa se soltó y tuvo que mantener la guitarra pegada a su cuerpo, sin dificultad alguna. Aprovechó ese momento de rockerismo para desplegar otro tsunami sónico de ruido, presionando sin vergüenza los pedales de efecto: fue quizás una situación demasiado obvia, en la que intentó entregarle a los espectadores una pequeña dosis de la energía que caracterizaba a su exgrupo. Este gesto tan de los noventa fue continuado en New Thing, canción crítica a la sobreexposición a Internet, donde amagó a estrellar su guitarra contra el suelo −instrumento que le generó a lo largo del concierto más de un dolor de cabeza−.
Last Look fue orgullosamente presentada como una historia con dos puntos de vista, lo que es una tácita mención a la colaboración con Lethem. Fue hacia el final del recital que hubo una seguidilla de estrategias algo fallidas, la utilización de diversos artilugios que tenía a un costado sobre una mesita y nuevamente el abuso del arco de violín, que ya pareció más cercano al exceso de Jimmy Page que a un experimento de Glenn Branca. Sin embargo, esta continuidad de pasos en falsos no fueron lo suficientemente graves como para deslegitimar el resto de la presentación. Lee Ranaldo hizo frente a sus composiciones de una manera ingeniosa que dejaron en claro que el músico es mucho más que distorsión, acoples y guitarras destruidas.