“Esta coyuntura hace que tenga que trabajar el doble para salir a flote. Se va el día en llamados, mails, papeles, gestiones. ¿Y cuándo hacemos libros?”, reclama Leandro Donozo, sentado a la mesa de su oficina, a metros del Parque Las Heras. Apenas uno entra, se puede sentir asfixiado entre estantes de bibliotecas que encierran el departamento donde Donozo cumple un horario de rutina, aunque para él no exista un jefe.
Sobre esos estantes hay más libros que discos y la colección más grande de revistas argentinas de música que alguien pueda tener. “Es inexplicable la cantidad de revistas que hay en este país. Y siguen saliendo. Todo el mundo se pregunta quién las compra, pero sigue habiendo proyectos. No pasa un año en que una persona no me proponga hacer una, con ideas que ya sé que no funcionan. Son una pasión argentina”, dice Donozo, palabra autorizada si las hay, porque es investigador especializado en bibliografía y documentación musical, y autor de la Guía de revistas de música de la Argentina (1829-2007) y del Diccionario de la música argentina.
Pero lo que más tiempo ocupa hoy en la vida de Donozo es Gourmet Musical, la editorial que fundó hace 13 años y que se dedica a publicar únicamente libros de música. En agosto, a pesar de su malestar por el contexto económico, llegó a los 50 títulos. Por ejemplo, entre su catálogo se puede encontrar desde un estudio sobre la obra de Astor Piazzolla hasta una descripción en 750 páginas de cada sesión de grabación de Sandro. “Es un delirio que exista esta editorial. Un error del sistema –sostiene–. Nunca existió una editorial que se dedique solo a la música, y yo soy la demostración de por qué. Recién desde el año pasado que más o menos puedo vivir de esto”.
La tarea de edición de textos es apenas un ápice de la estructura de Gourmet. Donozo arregla condiciones con los escritores. Donozo lleva libros personalmente a las librerías. Donozo hace cuentas. Donozo se clava todo un fin de semana en su pequeño stand de la feria de editores independientes. “No vendo lo que me gustaría vender, pero me sirve. Es cash en la mano que me salva el mes”.
Entre los libros más resonantes que Donozo editó mediante Gourmet Musical están Charly en el País de las Alegorías, de Mara Favoretto (que el propio Charly destacó recientemente), Más o menos bien, de Nicolás Igarzábal, que describe el camino trazado por el indie nacional pos cromañón o ¡Que cien flores florezcan!, el ensayo de Norberto Cambiasso sobre la innovación musical a largo de la historia.
¿Qué debe tener una idea de libro para que llame tu atención?
Tiene que ser un aporte nuevo a algo que ya está en otros libros, por eso tengo todos los libros que voy encontrando, para saber qué hay y qué no. También debe tener una viabilidad mínimamente comercial, no necesariamente masiva, pero que pueda vender mil copias. Sostener comercialmente un proyecto nacido como puro deseo es el anhelo de cualquier emprendedor. Nunca supe qué es lo que el mercado quiere. Yo qué sé. Si supiera eso, sería Tinelli. Yo publico libros que me parece que vale la pena hacer hoy. Tengo que poder venderlo de esa manera. Dependo de vender los libros para hacer otros, entonces hay un cierto pragmatismo.
Al ver el catálogo de libros de Gourmet, se nota que tu intención es abarcar el espectro musical más amplio posible…
No quiero ser una editorial exclusivamente de rock. Escuchar otras cosas me da una nueva mirada sobre el rock. Escuchar la música cubana de la diáspora, los compositores del siglo XVI o un músico de folklore me da nuevas pautas para entender el rock. El libro que acabo de mandar a imprenta, por ejemplo, es sobre la historia de la música colonial hispanoamericana. Tiene 480 páginas y fue escrito por un experto internacional en la música de América en los siglos XVI, XVII y XVIII. Es el último repertorio que descubrió la industria de la música clásica. Ya habían grabado todo hasta que encontraron estos yacimientos con un montón de material.